El miércoles 15 de enero, el senador de la República norteamericana, Marco Rubio García (apellido de la madre, que nunca usa porque es la ley en su país), presentó sus planes como futuro secretario de Estado, en audiencia del Comité de Relaciones Exteriores de dicha Cámara legislativa. De ser ratificado, se convertiría en el número 72 en ocupar dicho cargo, y el primero de origen latino.


Fuente: CubaSi

El evento generó una enorme expectativa mediática, más allá de que es parte de un protocolo rutinario, a tenor de lo establecido para la nominación de los próximos miembros del gabinete.

Era natural, próximo canciller del polémico Trump, conocido por sus «excesos» en materia internacional, Rubio García fue fiel al que en breve será su jefe, en las 4 horas y 49 minutos que duró el evento; comenzando por despojarse del sambenito de globalista, y vender una nueva cara de aislacionista/nacionalista, acorde con el credo del grupo político MAGA, que ha secuestrado al Partido Republicano, según entendidos en la materia.

Aislacionistas (nacionalistas) contra globalistas es una de las variadas contradicciones profundas que tendrá ese gobierno, al fin y al cabo representante de las grandes trasnacionales norteamericanas, «oligarquía de hiper ricos», las calificó Biden en su último discurso. Ese carácter trasnacional, como su nombre lo sugiere, hace que sean globalistas los reales dueños del país.

Pero ni modo: Rubio ha sido siempre empleado del stablishment, vocero de esos hiper ricos por lógica; si no, no fuera senador —convengamos—; ahora prometió poner a Estados Unidos primero, eslogan de campaña trumpista, pero que afecta, claro, a nivel retórico, el ejercicio abierto de la prepotencia imperial y su naturaleza «globalista».

Arrinconar a la OTAN e ir de frente contra un importante socio comercial, como lo es China, son algunos de los desafíos prometidos por el «nuevo» Rubio García «nacionalista». También prometió redefinir los gastos en política exterior, dado el insondable déficit presupuestario, noticia que sirve para muchas interpretaciones, por caso, ¿la reducción de generosas ayudas a causas impresentables? Difícil de creer, ya se verá.

Sobre Cuba, no hacía falta ni escucharlo para suponer por dónde vendría el próximo canciller estadounidense. Ducho en proponer sanciones que dañan a la familia cubana, pero que no sirven para los fines previstos, es decir, cambiar al «régimen», era de esperar que arremetiera en una parte de su alocución contra la isla indómita.

También en eso Rubio García fue coherente con su espíritu poseído contra los cubanos. Cualquiera conoce como fue objeto de manipulación el origen de la presencia de sus padres en el sur de la Florida, quienes arribaron allí en 1956, pero Rubio García asegura en su currículo senatorial que huyeron de la tiranía castrista.

Esta menuda confusión de fechas muestra otro lado sórdido de su carrera política: es un genuino representante de una suerte de neo batistianos, anclados en un pasado que no volverá, y que tampoco desean en rigor, porque viven de la bien calificada industria sin humo del anti castrismo. De este lado del estrecho de la Florida le llaman la mafia cubano americana, el término lo dice prácticamente todo.

Es relevante insistir en que se ha basado la carrera política de Rubio García. Si el próximo secretario de estado no logra algo significativo, digamos de peso simbólico contra Cuba, razonablemente corre el riesgo de ver terminada su carrera política, con apenas 53 años. Esperar lo peor es de sabio, elemental.

Volviendo a la audiencia, Rubio García aseguró que la Revolución está colapsada por ineptitud y porque los comunistas, dice con fingida sabiduría, son corruptos, recordando los apagones y otras calamidades que con hidalguía enfrentan los cubanos, y que son fruto de la enorme madeja de sanciones, que ahora nuestro personaje promete incrementar.

Eso de que los comunistas son corruptos deja otra confusión, valga el sarcasmo. Entonces su compañero de fechorías, ahora ex senador Bob Menéndez, ¿era comunista? La inverosímil cantidad de políticos corruptos de derecha, que llenan las páginas cotidianamente de los diarios en todos los países, ¿también son comunistas? En realidad la corrupción es inherente a la existencia de la ley del valor, la codicia, el afán de lucro desmedido y demás atributos del capitalismo. El próximo canciller debería estudiar un poquito, tal vez, solo tal vez, el cargo se lo exija.

Otra de las falencias pronunciadas a viva voz, ¡sin dudas¡ dijo enfáticamente Rubio García, es que Cuba si es un país promotor del terrorismo, por lo que debería volver a la lista espuria que Biden modificó, dos días y 4 años después de que Trump nos colocara.

Los estira y encoje con la lista, que unilateralmente publica el Departamento de Estado contra sus adversarios, es un flaco favor a la lucha contra el terrorismo, un contra sentido, que esconde precisamente el carácter terrorista de la potencia del norte, que próximamente Rubio García representará internacionalmente.

Cuba nunca debió estar en esa lista, ha reiterado el alto gobierno cubano, porque es una víctima predilecta del terrorismo organizado y tolerado en la potencia hostil, los Estados Unidos. El único fin es justificar el incremento quirúrgico del bloqueo económico y comercial.

Una parte central de sus ataques fue cuestionar el rol que juega en la economía cubana el Grupo de Administración Empresarial. Se le acusa de ser parte del «entramado militar represivo del régimen cubano», y por ello debería sancionarse con toda intensidad.

Aquí, como mínimo cabe otra pregunta desde el derecho internacional, que Rubio García reclama para su país: ¿acaso los estados tienen o no derecho a ordenar su funcionamiento económico, en base a su mejor parecer?

Detrás del rechazo a las instituciones militares cubanas, el pueblo uniformado, está el intento de denigrar a lo que constituye el valladar de acero, contra la nunca desestimada agresión militar de los marines, expertos en perder guerras. Nunca puede descartarse eso, menos en tiempos de caos e intervenciones «humanitarias», como la promovida por la mafia cubana americana, en el contexto de la última pandemia.

Rubio García promete duras sanciones, también su hombre al frente de la región, el —por cierto— super corrupto Mauricio Claver-Carone. En el olvido quedarán las numerosas intervenciones del próximo secretario de Estado donde, manipulando situaciones y cifras inventadas, ha intentado demostrar que no existe el bloqueo, la guerra económica de Estados Unidos contra Cuba; verán qué hacen, bueno, tal vez les sirva para aislarse más del resto del mundo; al fin y al cabo, parece ser uno de los objetivos de la próxima política exterior que Rubio García gestionará.

El canciller cubano, Bruno Rodríguez, comparó este tipo de audiencias con una película para adultos; nadie debe culparlo de exagerar, en las historias de vida de los candidatos a conformar el nuevo gobierno trumpista han reunido personajes de dudosa calidad moral, por solo mencionar algo obvio. A Rubio García hay que añadirle un delito concreto a partir de la audiencia: a pesar de estar bajo juramento, mintió olímpicamente sobre Cuba.

Pues sí, Rubio García seguirá los pasos del último secretario de Estado de Trump, Mike Pompeo, quien confesó alegremente que habían mentido, engañado y robado. Así las cosas en el Imperio.

Por REDH-Cuba

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