El desafío que proviene de las entrañas imperiales reafirma la vigencia pertinente del patriotismo panameño, la importancia de sostener y adaptar las ideas antimperialistas en el contexto del siglo 21, y que la contradicción nación vs imperio, de la que tanto nos habló el maestro Ricaurte Soler, continúa siendo una ecuación dialéctica de la realidad mientras existan potencias con sed incontrolada de poder y mientras que a lo interno, se apoye dicha hegemonía en sectores amanuenses articulados, material y psicológicamente, a la dependencia. Este balance que hacemos no es una elucubración neutra. Busca ser un razonado aporte al llamamiento firme en pro de la salvaguarda de nuestra independencia como estado nación.
Fuente: Donald
Análisis general en defensa a la soberanía panameña.
Las recientes declaraciones y primeras acciones ejecutivas del magnate Donald Trump, ya en su condición de presidente de Estados Unidos de Norteamérica en ejercicio, en las que profiere severas amenazas expansionistas contra la dignidad, integridad territorial y soberanía de diversos estados del continente americano, específicamente, contra la estabilidad de Panamá, México, el territorio insular de Groenlandia (gobernado por Dinamarca), de la mano al restablecimiento de la engañosa declaratoria a Cuba como supuesto patrocinador del terrorismo, manteniendo así la hostilidad hacia la Isla practicada por 60 años.
En su conjunto es una cadena de discursos y anuncios que parecen ser los prolegómenos de un golpe de tablero geopolítico de agresión combinada, híbrido, de concatenación cognitiva, política, económica y militar, que busca ejecutar la nueva administración de la Casa Blanca, con el objetivo de reafirmar mediante la guerra psicológica, procedimientos militares brutales y sanciones económicas, la hegemonía imperial de Estados Unidos, caracterizada hoy por su espiral de declive como potencia suprema a consecuencia del incremento de la colaboración multipolar, la maduración del estado nacional en las zonas ex coloniales, la autonomía ganada por los pueblos en la gestión de sus fuerzas productivas locales y la potenciación de nuevos competidores estratégicos en el globo.
Esta renovada agenda de agresión constituye un clásico cuadro de prepotencia imperialista, un atentado agudo a la paz y una apología delictiva contra el ordenamiento jurídico internacional, el cual se fundamenta en el respeto a la autodeterminación de las naciones. Las posturas del señor Trump y de la derecha bipartidista estadounidense deben ser rechazadas por las mentes sensatas de Panamá y del mundo, y en función a ello, concitarse la más amplia unidad plural y de acción posible, con apego a las diferencias o contradicciones que existen, que sea capaz de frenar las apetencias voraces de Estados Unidos contra sus vecinos.
Las amenazas esgrimidas por el presidente de Estados Unidos no son expresiones individuales, ni bromas personales, pensarlo así es propio de ignorantes de la historia y la geopolítica, o en todo caso, obra de operadores de batalla cognitiva en redes sociales desde granjas de bots, o de personas alevosas o sospechosas de filo yanquismo.
La invasión a la pequeña isla de Grenada en 1983 permitió a Estados Unidos un despliegue de fuerza militar e imagen de poder a pocos años de acontecimientos que marcaron reveses fundamentales en su hegemonía, tales como la derrota norteamericana en Vietnam, las consecuencias de la lucha anti colonialista del pueblo panameño el 9 de enero de 1964, la firma de los Tratados Torrijos Carter, el estallido revolucionario en Centroamérica, y el derrocamiento del Sha de Irán, en 1979.
En la actualidad, en 2025, observamos algo similar, cuando ante la progresiva pérdida de hegemonía global ante la irrupción de las potencias emergentes del BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Suráfrica y otros), la elite de Estados Unidos con Trump en la presidencia, pretende afanosamente recuperarse de su declive atacando la independencia de los pueblos de América, en una ofensiva delirante de agresión relámpago de discursos amenazantes e injerencistas, resaltando la advertencia sistemáticamente planteada por Trump, de retomar militarmente el Canal de Panamá, vulnerar nuestra soberanía y cancelar la liberación nacional abonada en sangre mártir por Ascanio Arosemena y nuestro pueblo en históricas jornadas durante más de siglo y medio, desde el Incidente de Tajada de Sandía, en 1856.
Las posturas de Trump son la reedición de las ideas históricas de dominación de la clase social burguesa que controla el poder en Estados Unidos de Norteamérica, que sueña con prevalecer por encima de todos los pueblos del orbe y especialmente, contra las naciones y territorios de su entorno más inmediato de proyección hegemónica, a saber: el Mar Caribe (Mediterráneo mare nostrum romano), lo cual incluye a Panamá, además, las ambiciones petroleras norteamericanas sobre el Golfo de México, así como las pretensiones de expansión territorial, y proyección económico-militar en el Polo Norte (Canadá y Groenlandia). El escenario de las amenazas permite, al mismo tiempo, identificar las alianzas internacionales con las fuerzas socio políticas y gobiernos que sean necesarias para resistir y contrarrestar de forma efectiva la embestida del coloso.
Los discursos de Trump contra Panamá han provocado rechazo generalizado en el mundo, y representan una contradicción al propio discurso imperial, demagógico, en que tanto invocan al orden jurídico internacional. Desde el punto de vista del Derecho Internacional Público, las declaraciones de Trump contra nuestro país atentan contra el espíritu el orden jurídico contemporáneo, basado en la solución de conflictos por medios pacíficos, además, sus palabras (de Trump) van contra lo establecido en el artículo 2 de la Carta de las Naciones Unidas, la cual establece que los estados deben evitar el uso de la fuerza en sus diferencias.
Así mismo, el artículo 5 de la Carta de la Organización de Estados Americanos, OEA, señala que es una obligación de los firmantes el respetar la integridad territorial de los demás estados. De concretarse las amenazas de Trump, se trataría de un delito de carácter internacional, porque una invasión a Panamá sería legalmente guerra de agresión, pues sería ilegal, sin el protocolo de aprobación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, ni tampoco sería una acción militar de legítima defensa pues Panamá no posee ejército.
A lo interno del país, en respuesta a esta situación de peligro, está el nacionalismo burgués, que en tanto fuerza social económica y expresión subjetiva a nivel de las formas ideológicas, ha rechazado de manera un tanto conservadora, mediante comunicados y declaraciones mediáticas, las amenazas de Trump. Los intereses de clase social y forma de pensar de la burguesía panameña y sus seguidores, los convierte en entes propensos a la tibieza y claudicación.
En cambio, el nacionalismo popular, el de los de abajo, auténtica fuerza ideológico socio política motriz, profunda, que con sus luchas echó a andar las ruedas de las grandes batallas soberanistas y transformaciones estructurales, tales como el Movimiento Inquilinario de 1925 y Enero de 1964; está hoy en 2025 encarnada como clase-pueblo en los y las trabajadores, estudiantes, campesinos, profesionales, mujeres y originarios, históricamente llamados a acometer, objetiva y subjetivamente, el peso movilizador de la tarea de la resistencia nacional contra el agresor externo. Corresponde también precisamente a la clase trabajadora, la misión de democratización del Canal, como parte de la lucha más general por un estado de nueva democracia política, económica y social.
El desafío que proviene de las entrañas imperiales reafirma la vigencia pertinente del patriotismo panameño, la importancia de sostener y adaptar las ideas antimperialistas en el contexto del siglo 21, y que la contradicción nación vs imperio, de la que tanto nos habló el maestro Ricaurte Soler, continúa siendo una ecuación dialéctica de la realidad mientras existan potencias con sed incontrolada de poder y mientras que a lo interno, se apoye dicha hegemonía en sectores amanuenses articulados, material y psicológicamente, a la dependencia. Este balance que hacemos no es una elucubración neutra. Busca ser un razonado aporte al llamamiento firme en pro de la salvaguarda de nuestra independencia como estado nación.
El Movimiento Popular Patriótico, que emana de las catacumbas del pueblo, y que es el eje más orgánico de la lucha, crecido en número contando hoy con más formación y experiencia logrados en los últimos años de lucha por la justicia social y liberación nacional, sabrá desarrollar la dinámica de acciones y relacionamientos para la victoria. Viva Panamá!
Panamá, 22 de enero de 2025.