La conversación telefónica del martes 18 de marzo entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, parece dirigida a marcar un punto de inflexión en las relaciones internacionales. Con independencia de los resultados preliminares alcanzados sobre la guerra proxy de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia en el territorio de Ucrania, de la conversación parece emerger un Nuevo Orden Mundial multipolar, que, tendencialmente, según la visión de la administración Trump, estaría protagonizado por las tres grandes potencias con soberanía real (no ficticia), que suman, además, poder económico, militar, territorial, demográfico y cuentan con recursos naturales, intelectuales, tecnológicos y culturales: Estados Unidos, China y Rusia.
Según se deriva de la información emanada de la Casa Blanca y el Kremlin, más allá de la evolución que siga el conflicto en Ucrania, a corto plazo Trump, Putin y sus equipos negociadores priorizarán la cooperación bilateral para alcanzar una suerte de pacificación en Medio Oriente y el mar Rojo.
La llamada entre ambos mandatarios estuvo precedida por una serie de hechos que tuvieron como eje el conflicto entre Ucrania y Rusia.
Trump, Putin y el caldero de Kursk
En un mundo enmarañado y en extremo cambiante y dinámico, signado por la niebla de guerra, el diversionismo ideológico y jugadas simbólicas, el pedido de clemencia de Donald Trump a Vladimir Putin, el viernes 14 de marzo, para que el ejército ruso no extermine a miles de soldados ucranianos atrapados en el gran caldero de Kursk, exhibe que Estados Unidos y la OTAN parecen haber perdido la guerra por delegación en Ucrania y el régimen de Zelensky tiene los meses contados.
Dos días antes, Putin había anunciado que la provincia de Kursk está bajo control del ejército ruso, por lo que las tropas ucranianas solo tendrían dos caminos: “Rendirse o morir”. Luego, tras el “encarecido” pedido de Trump para que “les perdone la vida”, el mandatario ruso señaló que “en caso de que depongan las armas y se rindan, se les garantizará la vida y un trato digno de conformidad con las normas del derecho internacional y las leyes de la Federación de Rusia”. Pero advirtió que los soldados ucranianos “cometieron numerosos crímenes contra la población civil en la zona de invasión”, clasificados por la Fiscalía General rusa como “terrorismo”. También recordó que los mercenarios extranjeros no están protegidos por la Convención de Ginebra de 1949, que refiere al trato debido a los prisioneros de guerra. A la vez, enfatizó que para implementar eficazmente el pedido “humanitario” de Trump, “es necesaria la orden correspondiente del liderazgo político-militar de Ucrania para que sus unidades militares depongan las armas y se rindan”.
El pinpón diplomático entre Washington y Moscú estuvo precedido por las “negociaciones” entre el enviado especial de Trump, Steve Witkoff, y el gobierno de Ucrania en Yedá, Arabia Saudita, el martes 11, donde el régimen de Kiev aceptó un alto al fuego temporal de 30 días con Rusia. Estados Unidos, por su parte, reanudó la asistencia militar y de inteligencia a Ucrania. Un día después, el secretario de Estado, Marco Rubio, confirmó que en Yedá se planteó, que, como parte de cualquier acuerdo de paz, Kiev tendrá que ceder territorio a Rusia y Europa deberá decidir sobre las sanciones y los activos rusos congelados e involucrarse en la “disuasión” contra futuros ataques a Ucrania.
En ese contexto, no es un dato baladí el señalamiento del periodista Tucker Carlson, conocido expresentador de Fox News que integra hoy el círculo íntimo de Trump, quien en un video el lunes 10 argumentó que la capacidad de EU de “proyectar poder” a través de sus fuerzas armadas era mucho menor de lo que se pensaba. Dijo: “No pudimos ganar (la guerra) a Rusia. Ellos vencieron”. Agregó que muchos senadores de EU aseguraron que Rusia era “una gasolinera con armas nucleares”, y “nos pasaron por encima”. Según Carlson, Rusia superó en municiones a EU y la OTAN cuatro a uno, y después de tres años, por “el deseo de la política exterior estadunidense de estar en guerra con Rusia”, Ucrania está destruida.
A su vez, fue significativo, que cuando el 12 de marzo Putin se reunió en la línea del frente en la provincia de Kursk, con el jefe del Estado Mayor del ejército y viceministro de Defensa ruso, Valeri Guerásimov, vestía uniforme militar. Según el vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, el atuendo castrense era una señal de la “determinación” de Putin de liberar la región a corto plazo. Por su parte, el filósofo y geopolítico ruso, Aleksandr Dugin, cercano al mandatario, señaló que la vestimenta era “un símbolo de cómo serán las negociaciones con Washington”. A su juicio, dado que EU está en guerra con Rusia (a través del régimen de Zelensky), si quiere firmar la paz, es positivo que el enviado de Trump a Moscú, Witkoff, haya escuchado las reiteradas posiciones de Putin: cambio de régimen en Kiev y reconocimiento de los territorios constitucionales. Asimismo, juzgó como un movimiento “agresivo y fuerte” desde el punto de vista militar, aunque “políticamente débil”, la reanudación de ayuda en inteligencia y armas de Trump a Ucrania. Dugin dijo que el Kremlin ya estaba en guerra con EU “hasta el último ruso”, que el país está movilizado y que el uniforme castrense de Putin confirma que Rusia “aún no ha comenzado a luchar en serio”.
Siete meses atrás, los estrategas militares de EU, Gran Bretaña y la OTAN sobre el terreno en Ucrania, habían diseñado la sorpresiva invasión de las tropas de Kiev mil 200 kilómetros adentro en la provincia de Kursk, como un punto de partida estratégico para su uso posterior como moneda de cambio en las posibles negociaciones con Rusia. Según Zelensky, uno de los objetivos era intercambiar después territorios ocupados. Pero ese objetivo fracasó y 10 mil soldados ucranianos −según distintas fuentes− están hoy rodeados. Como dijo Trump, el “corrupto” Joe Biden metió a EU en un “lío” con Rusia.
Peskov aseguró que Crimea, Sebastopol, Jersón, Zaporozhie, Donetsk y Lugansk, son regiones de Rusia, inscriptas en la Constitución. A su vez, tras dialogar con Witkoff, Putin reiteró que cualquier propuesta de paz debe tener en cuenta la situación militar real sobre el terreno; lo que ratificó el domingo 16 de marzo, en entrevista con ABC News, Mike Waltz, asesor de Seguridad Nacional de Trump, al defender la “diplomacia itinerante” de su jefe, atacada en Europa. Putin también demandó garantías para Rusia en cuanto al cumplimiento de la tregua, si se concreta. Y formuló algunas preguntas que, dijo, podían ser “analizadas juntos” (entre él y Trump, cuando hablaran por teléfono la semana siguiente). Entre ellas, ¿cómo se usarán los 30 días del alto al fuego? ¿Los militares ucranios (rodeados en Kursk) se retirarán sin combatir y debemos dejarlos ir después que cometieron infinidad de crímenes contra la población civil? ¿Se usará la tregua para que Ucrania se rearme y la movilización forzada siga en curso? ¿Para que los nuevos soldados se entrenen? ¿Cómo y quién verificará que se respete el cese de hostilidades en un frente de casi dos mil kilómetros?
La portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova, afirmó entonces que Moscú no aceptará “bajo ninguna circunstancia”, el despliegue de unidades militares de otros Estados en Ucrania bajo cualquier bandera, ya sean bases militares o un contingente extranjero para operaciones de mantenimiento de paz. Y el sábado 15, Peskov advirtió que la propuesta de Putin (para que los soldados ucranianos se rindieran) seguía siendo válida, “pero su tiempo se agota como una piel de zapa”. Trump tenía ahora la palabra, y lo único seguro era que no habría otro “Minsk 3” para engañar a Rusia; Moscú sabe que EU no cumple los acuerdos.
El día después
Finalmente, Trump y Putin se comunicaron el 18 de marzo, en la que se convirtió en la llamada telefónica más larga sostenida jamás entre dos presidentes de EU y Rusia; duró poco más de dos horas. Según destacó CNN, ambos dignatarios acordaron terminar la guerra en Ucrania con “una paz justa”. Al igual que la cadena británica BBC News, la estadunidense CNN reseñó, también, como el principal logro, la pausa de 30 días en los ataques a las “infraestructuras energéticas” de Ucrania y Rusia, y el inicio de negociaciones técnicas sobre la implementación de un alto el fuego marítimo en el mar Negro, seguido de un cese al fuego total y una paz permanente. Como si formara parte de un mismo guion, siguiendo la lectura de la llamada de la Casa Blanca, ambas agencias consignaron el inicio de negociaciones inmediatas sobre Medio Oriente, “una región con potencial de cooperación para prevenir futuros conflictos”.
A su vez, en un comunicado, el Kremlin destacó que durante la conversación, ambos dirigentes realizaron un intercambio de puntos de vista detallado y franco sobre la situación en Ucrania, y el presidente ruso dijo estar “dispuesto a trabajar junto con sus socios estadunidenses en un examen exhaustivo de las posibles vías de una solución, que debería ser global, sostenible y a largo plazo” y debe tener en cuenta los legítimos intereses de seguridad de Rusia y la “necesidad incondicional de eliminar las causas profundas de la crisis”.
Consignó, además, que en el contexto de la iniciativa de Trump de introducir un cese al fuego de 30 días, Putin señaló “una serie de puntos esenciales relativos al control efectivo de un posible alto el fuego a lo largo de toda la línea de contacto, la necesidad de detener la movilización forzosa en Ucrania y el rearme de las Fuerzas Armadas ucranianas”. Asimismo, la parte rusa expresó su preocupación por “los graves riesgos asociados a la falta de compromiso por parte del régimen de Kiev, que ya ha saboteado y violado repetidamente los acuerdos alcanzados”.
Según el comunicado de Moscú, Putin subrayó que la condición clave para evitar una escalada del conflicto y empujar el trabajo sobre su resolución por la vía de las negociaciones, debería ser “el cese completo de la ayuda militar extranjera y del suministro de información de inteligencia a Kiev”, en implícita alusión a los suministros de EU, Gran Bretaña y la OTAN a lo largo del conflicto. En torno a la agenda internacional, el documento se refirió a la situación en Oriente Medio y la región del mar Rojo: “Se realizarán esfuerzos conjuntos para estabilizar la situación en los puntos de crisis, establecer una cooperación en materia de no proliferación nuclear y cuestiones de seguridad mundial”. Putin confirmó que está dispuesto a cumplir la petición de Trump y preservar la vida de los militares ucranianos cercados en la provincia rusa de Kursk si se rinden.
El tema de Crimea y los territorios que pertenecían a Ucrania antes del lanzamiento de la Operación Militar Especial rusa, no fue mencionada por la Casa Blanca ni el Kremlin.
El 19 de marzo, Vladímir Putin comunicó que las Fuerzas Armadas de Rusia habían llevado a cabo una serie de “operaciones rápidas, muy audaces y eficaces” y estaban completando la derrota de un grupo de tropas enemigas en la provincia rusa de Kursk. Al mismo tiempo, reiteró que los soldados ucranianos y los mercenarios extranjeros que cometieron crímenes contra la población civil en el territorio de Rusia “son considerados terroristas” de acuerdo con la legislación del país. En ese contexto, dio instrucciones a los fiscales militares para que identifiquen, registren e investiguen las −presuntas− atrocidades de las tropas ucranianas en territorio ruso. Subrayó: “Todos estos criminales, castigadores, los que dieron órdenes criminales y amedrentaron a ciudadanos pacíficos deben ser identificados y en el futuro deben recibir un castigo justo”.
A su vez, el Ministerio de Defensa ruso denunció que la madrugada del miércoles 19 de marzo, Ucrania atacó una instalación de la infraestructura energética de Rusia ubicada en la región de Krasnodar. La instalación atacada “se encarga del transbordo de petróleo desde vagones cisterna de ferrocarril al sistema de tuberías de la empresa internacional de transporte de petróleo Consorcio del Oleoducto del Caspio”, informó el ministerio. El organismo precisó que el ataque, realizado con tres drones, tuvo lugar horas después de que concluyera la conversación entre Trump y Putin, donde se había tomado la decisión sobre el cese temporal de ataques contra las infraestructuras energéticas. “Está muy claro que se trata de otra provocación especialmente preparada por el régimen de Kiev para frustrar las iniciativas de paz del presidente de EU”, indicó la cartera de Defensa.
Por su parte, al comentar el ataque ucraniano, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, afirmó que puede considerarse como un intento de Kiev de sabotear los esfuerzos para solucionar el conflicto.
(*) Carlos Fazio, escritor, periodista y académico uruguayo residente en México. Doctor Honoris Causa de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Autor de diversos libros y publicaciones.