Una vez más el presidente de EE.UU., Donald Trump, y su secretario de estado, Marco Rubio, actúan como dos psicópatas contra Cuba, al insistir en su empeño de asfixiar a la mayor de las Antillas con medidas de máxima presión violatorias de los Derechos Humanos y de las leyes internacionales.
Trump, alentado por su colaborador terrorista Rubio, suscribió el martes un nuevo Memorando que arrecia aun más la guerra económica absoluta y despiadada que le impone Washington al decano archipiélago del Caribe.
La directiva de los gobernantes de la Casa Blanca establece la prohibición total del turismo estadounidense hacia Cuba, restableciendo las restricciones de visitas de placer e imponiendo auditorias rigurosas a los viajes durante al menos cinco años.
Además impide todas las transacciones financieras con empresas de la isla, e incluye instrucciones para que el régimen de Washington se oponga sistemáticamente a cualquier resolución en la ONU que busque levantar el bloqueo.
El memorando sigue a una serie de medidas destinadas a doblegar al pueblo cubano, victima durante 65 años de un verdadero genocidio.
La conducta de Trump y de su amiguete Rubio es similar a la de dos psicópatas criminales ensañados en estrangular sin escrúpulo alguno a los habitantes de la nación caribeña.
Pero vuelven a equivocarse esos enfermos mentales de la Casa Blanca porque Cuba continuará resistiendo, y al mismo tiempo denunciado la política cruel de EE.UU. en la Asamblea General de la ONU, ante las organizaciones internacionales y en cuanto foro mundial se celebre.
También erran con esa postura asesina porque mientras más intensifiquen el cerco a la isla antillana, será mayor la solidaridad global con su pueblo.
Cuba tiene hoy muchos amigos en los cinco continentes que la ayudarán a resistir y vencer definitivamente a su furibundo vecino del norte.
Los actuales gobernantes de EE.UU. siguen chocando con la misma roca, y terminarán como sus predecesores: en el basurero de la historia.