Transcripción del quinto capítulo del Podcast A Contracorriente, un espacio para mirar la cultura desde todas las aristas. Producción: Radio Cubana. Frecuencia: semanal (todos los sábados). Enlace principal:  https://www.radiocubana.cu/podcast-a-contracorriente/

Participantes: Omar González Jiménez (OGJ), escritor, profesor del ISRI e integrante de la REDH, y Erick Méndez Díaz (EMD), periodista y realizador en Radio Rebelde y Telesur, miembro de la Asociación Hermanos Saíz.

VOZ EN OFF DE EMD: Esto no es un podcast, es una invitación a pensar en cómo somos. A Contracorriente, un espacio para mirar la cultura desde todas las aristas.  

EMD: Bienvenidos a A Contracorriente, un podcast pensado para hablar y también para entender la cultura desde diferentes miradas y también desde diferentes aristas. Soy Eric Méndez Díaz y me acompaña el profesor Omar González. Profe, bienvenido.

OGJ: Muchas gracias.

EMD: Profe, dejamos en spoiler, dejamos pendiente en el tintero, en el capítulo anterior, un tema y son las industrias culturales. Es un concepto que está en boga por estos tiempos.

Se habla mucho de industrias culturales en la época contemporánea. Incluso, importantes eventos culturales de nuestro país se han dedicado últimamente a ello. Pienso, por ejemplo, en Romerías de Mayo, que en su edición número 32 se dedicó justamente a las industrias culturales a favor del arte joven cubano. Y entonces salta la duda, ¿no? ¿Qué entendemos por industrias culturales?

OGJ: Bueno, ese es un concepto que, como el de diplomacia cultural, que vimos aquí en otro capítulo, es relativamente joven. Es un concepto que data de 1944. Ahí, en la etapa de la guerra y de la posguerra, cuando lo que se conoce como la Escuela de Frankfurt, sus integrantes, emigran prácticamente todos a distintos países, principalmente a Estados Unidos. Y Teodoro Adorno y Marx Horkheimer, particularmente, emigran a Estados Unidos, y escriben un ensayo, no muy extenso, que titularon Industria cultural. Hablaban del iluminismo y el misticismo de las masas. Allí ellos exponen una tesis, que después Walter Benjamin va a desarrollar o ampliar de una manera mucho más profunda; me refiero a la idea de la obra de arte en la época de la reproductibilidad mecánica.

Ahí entra el concepto de todo lo que son los originales múltiples, la reproducción de la obra de arte ya con carácter industrial, pues, como se conoce, inicialmente la obra de arte tenía un carácter único. Aparece el grabado en madera, la xilografía, a finales del siglo XIV, y luego las diferentes técnicas de reproducción y serialización de la obra de arte, de las artes visuales en particular. Pero, como parte de ese proceso, surge o había surgido la imprenta, llamémosla, occidental, pues en China, tanto el papel como la reproducción de cuerpos verbales, ya existía, y aparece, tal como lo conocemos, el libro, que le va a conferir a este proceso una dimensión única, múltiple, masiva, con el curso de los años. Otras formas de socialización de la cultura le aportan a este devenir un carácter también múltiple. Lo hacen masivo, si bien no precisamente popular. Pero no había alrededor de ese fenómeno una teorización como la que Adorno y Horkheimer emprenden. Y a partir de ahí se empieza a introducir el concepto de industrias culturales en el ámbito académico, económico y mediático. Las industrias culturales no son más que esto: la reproducción, con carácter industrial, de los contenidos, de los diferentes contenidos, formas y alcances de las diversas manifestaciones de lo que se entiende hoy por cultura.

Y esa ampliación, esa extensión ilimitada de los contenidos, formatos, géneros y subgéneros, va a dar lugar a lo que es la cultura de masas, donde resultan determinantes el mercado y los medios masivos de comunicación, en una permanente construcción de hegemonías.

El principio de las industrias culturales es que están asociadas a las leyes fundamentales del capitalismo, a la reproducción del capital, a la acumulación del capital, de la ganancia. Por eso se habla de ese carácter industrial cada vez más monopolista. Las industrias culturales no es un concepto que se aviene muy bien, de una manera coherente, orgánica, natural, con el socialismo. Es un concepto que parte de esa otra realidad. Adorno y Horkheimer pusieron en este asunto mucho interés desde el punto de vista teórico. Fueron muy críticos del fenómeno. Partieron del estudio del nazismo, de lo que hacía el nazismo con la cultura, la manipulación de la cultura mediante los medios, valiéndose de los medios, manipulando a las masas, y qué hacía el capitalismo con la cultura en Estados Unidos. Estudian este fenómeno en Estados Unidos, donde alcanzó, donde llegó, donde continúa llegando, al paroxismo. Con las verdaderamente industrias culturales, con Hollywood, que va a irrumpir con una fuerza sin precedentes, con la radio, con el disco, con la industria musical, con las industrias de la reproducción mecánica en las artes gráficas, en las artes visuales. Con todo. Con todo, porque lo que va a entrar en el concepto de industrias culturales es todo, hasta lo más sagrado; en fin, se van ampliando cada vez más.

Aparece el fenómeno de la cultura de masas, que, como dije ahorita, es condicionado por los medios, pero también irrumpe en la economía de lo cultural. Y la economía de la cultura incluye, por supuesto, a las industrias culturales.

Sin embargo, aparece un nuevo concepto, esta vez en Inglaterra, un concepto aún más reciente, en los años 60, que es el concepto de industrias creativas. Y la Unesco se apropia de él, lo ha hecho suyo –hasta cierto punto, porque en la Unesco tampoco existe una coincidencia plena, un consenso de los Estados con respecto a la nomenclatura que se está utilizando–. Pero ya las industrias creativas incluyen a las industrias culturales. Es linealmente como debe ser, como la academia lo reconoce.

Las industrias creativas dan paso a la economía creativa, que incluye a todas las economías relacionadas propiamente con la creación cultural. Hay una diferenciación en la que se insiste mucho, y es que la industria cultural tiene que ver con la producción seriada, la producción amplia, la más comercial, las editoriales, las disqueras, la industria cinematográfica, todo eso.

EMD: La tecnocracia también…

OGJ: Y que la industria creativa es la producción individual, en la que no media ese proceso de socialización de la misma manera y que está más reducida al individuo, al creador, a la manifestación en sí misma artística, sin que medie ese carácter comercial, tan devastador a veces.

Porque en aquel primer ensayo de Adorno y Horkheimer se insistía en cómo el artista perdía la autonomía sobre su obra. Como resultado, ¿no? Pues a partir de las industrias culturales era que se perdía la autonomía del arte, y además se creaba cierto conformismo en el espectador. Ese espectador que va diariamente a la fábrica y que regresa a su casa y necesita desligarse –lo que hoy llamamos “desconectarse”–, y entonces cae en manos de las industrias culturales. El amusement –creo que esta era la palabra en alemán–, la copia empobrecida de la realidad, lo toma en sus brazos, lo va moldeando, modificando, manipulando y convirtiendo en un ser que se mueve a su antojo. Ve esta telenovela, ve esta película, baila de este modo, usa y confórmate con esta forma de vestir, lee este libro. En fin, todo, masiva y adocenadamente, para recrearse, para reponerse y al otro día entregarle el valor de su fuerza de trabajo al capitalista, al dueño. Pero durante la noche o en el momento en que ese individuo está en la fase en que necesita eso que se llama entretenimiento, en ese preciso momento, cae en manos de otro capitalista, que es el que posee o controla la industria cultural.

Nosotros debemos tener cuidado con estas denominaciones, con estas categorías que recibimos por lo general acríticamente, y a veces de una manera muy ingenua. Debemos buscar nuestras propias categorías, y encontrarlas y difundirlas, hasta lograr que se comprendan y se posicionen. Yo creo que la de industrias creativas, de economía creativa, es un poco menos vulgar, menos burda en tanto fenómeno de la cultura. Cuando se hable de industria cultural, pensemos siempre, siempre, en Hollywood, que es lo que más conocemos. Hollywood como fábrica de dinero y como fábrica de ideología.

Hoy, con Internet, esto no tiene comparación posible; ha alcanzado límites siderales, con lo que se difunde a través de las distintas plataformas.

EMD: Incluso estas industrias culturales también contribuyen a, de una u otra manera, a la colonización y a hacernos pensar y querer ser como lo que nos muestran esos productos. Y creo que es un tema que viene y sobre el que también vamos a dialogar en uno de estos episodios

OGJ: Se crea el escenario, se acondiciona el escenario directamente. Ahí es donde se va a producir ese acto de colonización y dependencia, y estas no son herramientas cualesquiera, estas son plataformas muy poderosas con las que verdaderamente se conquista y se doblega la voluntad de los seres humanos.

EMD: Mecanismos que actúan directamente para eso.

OGJ: Con una violencia tremenda. Por cierto, Adorno también habló de este tipo de violencia. Adorno fue un filósofo que trabajó mucho la sociología de la cultura, un pensador que resulta polémico en algunas de sus vertientes, pero justificadamente recurrente.

Las fuentes nutricias de la Escuela de Frankfurt, como se sabe, fueron Marx, Hegel y Freud. Entre sus integrantes estaban Walter Benjamin, como dije, Adorno, Horkheimer, Marcuse, Habermas y otros. Estaban distintos filósofos, distintos pensadores, con diferentes orientaciones. Pero todos lograron una simbiosis, una síntesis indiscutible, sin perder sus respectivas identidades.

Entre ellos los había más marxistas que otros, como era el caso de Benjamin, o el propio caso de Adorno. Pero ellos insistieron mucho en ese tema de la manipulación. No llegan a plantear o desarrollar el concepto de la colonización cultural, pero sí lo esbozan, lo advierten, lo infieren e inducen con una originalidad indiscutible. Es un concepto al que van a arribar y van a desarrollar y sistematizar después otros pensadores, sobre todo de este lado del mundo, en América Latina.

EMD: Pues, bueno, queda servida la mesa para el próximo episodio. Hablaremos justamente de colonialidad del ser y del pensar.

OGJ: Todo es muy rápido, Erick, es mucho más complejo, y apenas si le dedicamos tiempo. Pero los podcast son así, breves.

EMD: Es una forma también de provocar la investigación, de buscar otras aristas y de presentar un tema que puede ser interesante.

OGJ: Aquí nos quedamos nada más que en Adorno, no hablamos de los pensadores latinoamericanos más recientes, como García Canclini, por ejemplo, que ha trabajado tan profusamente el tema de las industrias culturales. Para nosotros, en Cuba, también es un tema estudiado y sobre el que se han realizado importantes aportes, sobre todo en lo relacionado con la economía de la cultura en una sociedad como la nuestra.

EMD: Pero tenemos tiempo para hablar de todo eso en una próxima oportunidad, para seguir hablando, pensando, entendiendo la cultura de esta forma, a contracorriente.

Por REDH-Cuba

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