Lejos de resolver los conflictos que azotan hoy al mundo como ha fanfarroneado con bombos y platillos, el mandatario de EE.UU., Donald Trump, ha exacerbado la beligerancia internacional que tiene a nuestro planeta tierra al borde de una muy peligrosa conflagración global.
En un alarde propio de su personalidad y creyéndose ser el gendarme de la humanidad, Trump aseguró a su regreso a la Casa Blanca, a principios de este año, que en pocos días u horas acabaría con las confrontaciones que se escenifican actualmente, entre ellas las del convulso Oriente Medio, y la de Ucrania con Rusia.
Sin embargo, lo que ha hecho en realidad y hace el jefe de Washington es patrocinar el genocidio y exterminio por Israel de los palestinos, y alentar la ocupación ilegal de las tierras de ese masacrado pueblo árabe.
Un ejemplo de la conducta perversa del gobernante de EE.UU. fue proclamarse a toda pompa firmante de otro reciente acuerdo para un alto el fuego entre la organización Hamas y Tel Aviv, que pocas horas después fue violado por el régimen sionista.
Está más que claro que para Washington su mayor aliado internacional es Israel, su punta de lanza en el Oriente Medio, por lo que siempre juega las cartas en su favor.
Similar actuación ha tenido el inquilino del despacho Oval ante su peón Ucrania, que utiliza para intentar debilitar a Rusia, una de las potencias mundiales que, al igual que China, la Casa Blanca considera entre sus principales contrincantes.
Es cierto que Trump sopapea al mandatario inconstitucional ucraniano, Vlodomir Zelenski, pero al mismo tiempo incrementa sanciones económicas y financieras a Rusia, en una apuesta por dañar su notoria influencia global, como también hace con China.
La guerra arancelaria desatada por el ocupante de la Casa Blanca es otra de sus estratagemas dirigidas a conseguir recuperar el dominio unipolar de EE.UU., enterrado con el multipolarismo que impera hoy en nuestro planeta.
Forman parte de esas mañas, la militarización actual del Mar Caribe y las intimidaciones de agresiones a Venezuela y Colombia, en particular, y a las naciones de América Latina, en general, alegando una mentirosa lucha contra el narcotráfico.
Con esa justificación y burlándose de las normas internacionales y de sus propias leyes nacionales, el presidente estadounidense ha ordenado atacar lanchas en las aguas caribeñas asesinando a sus ocupantes.
Son muchos más los hechos, en poco menos de un año, que demuestran que por causa del repitente gobernante de Washington el mundo está al borde del abismo.
Trump es una pandemia mortal, y como la de la Covid-19, necesariamente hay que frenarla con todas las fuerzas, antes que provoque la desaparición de la especie humana.
