Transcripción del décimo capítulo del Podcast A Contracorriente, un espacio para mirar la cultura desde todas las aristas. Producción: Radio Cubana. Frecuencia: semanal (todos los sábados). Enlace principal:  https://www.radiocubana.cu/podcast-a-contracorriente/

Participantes: LLanisca Lugo González (LLG), psicóloga social y educadora popular; Omar González Jiménez (OGJ), escritor, profesor del ISRI e integrante de la REDH; Isabel Díaz González (IDG), periodista y conductora de programas en Radio Rebelde.

 

IDG: Saludos. A Contracorriente reinicia sus transmisiones. Estamos en una nueva temporada. Le doy la bienvenida, profesor. No quiere que le diga el anfitrión, pero entonces es nuestro invitado especial, el profesor Omar González.

Iniciamos también acompañados de LLanisca Lugo González, quien es educadora popular e investigadora vinculada al Centro de Investigación Cultural Juan Marinello, al quehacer del Centro Martin Luther King y a muchísimas acciones de superación, de diálogo y de articulación de los movimientos sociales. Con ella estamos iniciando una nueva temporada. Se trata de una temporada a partir de la cual tendremos invitados —lo decíamos en programas anteriores– y vamos a abrir un poco el diapasón sobre este fenómeno de la cultura, tan rico, tan amplio, tan diverso y tan necesario. A Contracorriente inicia así.

VOZ EN OFF: Esto no es un podcast, es una invitación a pensar en cómo somos. A Contracorriente, un espacio para mirar la cultura desde todas las aristas.

OGJ: Bueno, es una suerte, como decía Isabel, tener aquí a LLanisca, porque LLanisca ha dedicado buena parte de su vida al trabajo de los movimientos sociales, a conocerlos, a frecuentar sus espacios de encuentro, de reuniones, de intercambios, donde se debate mucho alrededor de la cultura, de la psicología, de la sociología, de las alternativas, del pensamiento revolucionario, de la lucha y el trabajo social. LLanisca también es psicóloga, psicóloga social. Y uno de los aspectos fundamentales de la cultura es, en sus diversas manifestaciones, esa influencia social que logra, la manera como fluye e influye y, desde luego, donde se enriquece y de donde proviene en buena medida la propia cultura, o sea, estamos hablando de la sociedad, las comunidades, los barrios; en fin, esos ámbitos de tanta riqueza, de tanta diversidad y creatividad, tan dinámicos, tan poco estáticos. No precisamente demasiado académicos, aunque también académicos. De hecho, existe un abordaje muy serio de estos asuntos fuera de la academia.

Llanisca, queríamos que tú nos hablaras un poco de la cultura en los movimientos sociales; cómo se advierte, cómo se manifiesta la cultura propia de los movimientos sociales, el discurso que se genera en los movimientos populares cómo es, cuál es su grado de complejidad, qué influencia tiene, cuáles son sus fuentes principales, y cómo evoluciona esto, de acuerdo a tu experiencia, tanto en otros ámbitos, no precisamente cubanos, como en la sociedad cubana; los movimientos que han surgido en Cuba, entre otros temas afines. Y esa complejidad, esa riqueza cómo pudiera representarse teóricamente, a partir de tu perspectiva.

LLG: Bueno, gracias Omar e Isabelita. Para mí es muy bonito estar aquí, compartiendo un poquito una experiencia que tengo con los movimientos populares en América Latina, a los que conocí cuando se había derrotado el ALCA en Mar del Plata, y se buscaban espacios de encuentro, articulación, de tejido, para seguir luchando juntos. En ese momento en el que se había logrado detener el ALCA, se había creado como un vacío de proyecto en el campo popular, para dónde vamos juntos y qué hacer.

Y se generaron espacios temáticos –recordarán la Cumbre de Río+20–, con todo ese movimiento por la justicia ambiental, o los procesos que fueron evaluando el Foro Social Mundial, como un encuentro ámbito de expansión, que fue un encuentro cultural, creo, de visión, con muchísima presencia de un pensamiento disruptivo de la realidad, y los movimientos sociales aportaban esa experiencia, una práctica disruptiva de un orden y de una cultura dominante. Intentaban, desde experiencias muy diversas, colocar una identidad, una historia, una manera de ver el mundo, que pusieron en juego allí para empezar a tejer posibilidades, posibilidades de fortalecer esa identidad. Entonces, para mí, en esa experiencia de trabajar en la articulación, en la formación, en la comunicación con los movimientos, tejiendo puentes, intentando fortalecer la unidad; en esa experiencia, decía, he aprendido que, aunque para la mayoría de la gente, o en el imaginario, el movimiento popular puede ser un sujeto de protesta o un sujeto disruptivo, es también un sujeto que intenta, sí, rompiendo con el orden, con los moldes de la cultura dominante, transformar la realidad con propuestas que impactan en los esquemas que la interpretan.

Es un sujeto que trata de calar en la manera en que vemos la realidad. Tiene otra perspectiva porque viene de una identidad impugnada, de una identidad de siglos de colonización, de una relación de dependencia, criminalizada en muchos países, y esa identidad impugnada, que está en resistencia permanente, se fortalece. Siempre plural, porque es un sujeto diverso. Porque el movimiento social popular es un sujeto diverso. Una identidad siempre colectiva, porque un sujeto individual que protesta no es un movimiento social. Y en el tiempo encuentra formas de organización que también en sí mismas intenta que la práctica anticipe, anuncie, ponga en práctica ese horizonte que defiende.

IDG: Llanisca, dentro de esa diversidad, me dabas una pauta, y te interrumpo y la tomo, para ir marcando. Hemos hablado de unidad, has mencionado articulación, diálogo y cultura. Una colectividad, pero dentro de esa colectividad, qué elementos o qué rasgos nos permiten caracterizarlo, unificarlo a partir de que es un sujeto, pero dentro de una colectividad que es la que necesita o la que se requiere, precisamente, para llamarlo así, caracterizar a los movimientos populares que estabas mencionando ahora.

Entonces, ¿qué rasgos pudiéramos resaltar a partir de lo que he tomado e interpretado, o sea, de unidad, identidad, cultura?

LLG: Mira son muy diversos, pero efectivamente sí hay cosas que permiten identificarlo como movimiento social popular. Aunque después podemos hablar un poquito de la diferencia que puede haber entre ellos.

Son formas de acción colectiva que tratan de impactar estos esquemas de interpretación de la realidad, la visión del mundo, la concepción del mundo, de romper la hegemonía. Intentan, aun con propuestas reivindicativas o con experiencias de defensa de identidades determinadas, siempre hay un potencial disruptivo en la práctica de los movimientos populares. No son emergencias que aparecen y desaparecen instantáneamente o en el momento. Tienden a permanecer en el tiempo. Entonces, por ejemplo, una movilización grande que paraliza una ciudad es una movilización de protesta, pero no es un movimiento social, porque genera espacios de encuentro, puede derivar o puede producir allí movimientos sociales o en ella coincidir varios movimientos sociales, pero no necesariamente se trata de un movimiento social. Los movimientos tienen una forma de permanecer en el tiempo, independientemente de si logran, con su acumulado y con su movilización de masas, gobiernos progresistas o no; independientemente de esa relación que puedan establecer con el gobierno, permanecen en los territorios.

Entonces, la lucha en los territorios, la construcción colectiva, la organización que es tensionada por la centralización y la descentralización, las prácticas horizontales de construcción de la política, una manera que intenta ensayar en el propio sujeto la liberación. De ahí que el movimiento social tenga claro que no se lucha con métodos que el capital reprodujo porque le venían bien para su reproducción y que con esos métodos vamos a encontrar la libertad. El movimiento popular entiende que los mismos métodos de lucha, los mismos métodos con los que estamos tratando de lograr la expansión de las transformaciones culturales que proponemos, tienen que darnos cuenta de un proceso de liberación.

Mientras luchamos, también nos liberamos. Y no es o no quiero idealizarlos, porque también se ha idealizado el movimiento social, y hay un cierto mesianismo al pensar que en el movimiento social vamos a encontrar todas las respuestas, y ese mesianismo fue utilizado por ciertas ONGs o actores o cierta institucionalidad que hizo como el juego a que se podían conquistar todas las transformaciones que queríamos en una sociedad sin disputar el poder, solamente con posiciones contrahegemónicas, sin intentar operar en la institucionalidad del Estado. Yo creo que el movimiento popular ha sido sagaz y ha sabido sortear esta tendencia, y hoy es un movimiento que aunque no es totalmente visibilizado y que en su diversidad no se expresa con toda la potencia que tiene –muchas veces los medios no conocen, no hay un discurso, un relato del movimiento popular con la grandeza o el alcance que puede tener–, sí poseen un acumulado, incluso una teorización de sus prácticas, muy interesante para proponer elementos fundamentales a un proyecto de izquierda que hoy está en crisis.

IDG: Son fenómenos muy presentes en América Latina. Y quizás desde tu experiencia como educadora popular, de alguien que investiga acerca de estos temas, se puede hablar de una cultura propia de estos fenómenos sociales, de estos movimientos sociales y populares. ¿Pudiéramos asumirlo así como concepto?

OGJ: Sí, cómo la cultura se articula –la cultura sin la concepción estrecha de bellas artes solamente–, cómo la cultura se da en los movimientos populares, partiendo de que todo lo que tú has dicho es cultura, y que se trata de una forma nueva de encarar la realidad o, al menos, de una forma diferente. Yo veo que en los movimientos sociales prevalece la cultura siempre, no de manera utilitaria, la cultura va y se genera y regenera ahí adentro del movimiento- En fin, ¿cómo crees que el movimiento social influye en el cambio cultural?

LLG : Mira, durante la campaña por los 500 años de resistencia indígena, negra, popular, que marcó la toma de conciencia de lo que en América Latina había significado la colonización, la conquista, los movimientos sociales y populares se armaron de herramientas para defender la identidad y la memoria histórica de esos procesos, como un hecho mismo de lucha y resistencia frente a lo que significa una modernidad que repliega a un sujeto indígena, a un sujeto campesino, a la mujer, al estudiante, o cómo el movimiento social popular intentó apropiarse de valores que, por ejemplo, la lucha es una lucha también por la alegría y en las movilizaciones del movimiento popular, a diferencia a veces de una izquierda más tradicional, siempre hay tambores o hay consignas o hay canciones, porque hay una estética que creo que es la estética de la inquietud, la estética de la pregunta, una estética que incomoda y que puede ser, digamos, disruptiva también en sus formas, no solo en su mensaje. El movimiento popular asume la movilización como una muestra de sus raíces, de dónde viene ese sujeto originario, de dónde viene ese territorio de afrodescendientes, de dónde vienen las mujeres que han cuidado las comunidades, de dónde viene la fuerza y resistencia al capital en esa comunidad que reproduce la vida en otra lógica, y eso se expresa desde el movimiento más reciente urbano que lo hace en grafitis o con música, y que también busca un discurso que conecte con la gente más joven. Hasta las tradiciones indígenas que dicen tenemos un saber ancestral, con una potencia cultural muy fuerte y con un mensaje muy fuerte para enfrentarnos a esta modernidad. Todo eso es recuperado por el movimiento popular, y creo que hay una academia que se quiere apropiar de eso, y eso es algo interesante, quiere apropiarse de eso, quiere ponerle a eso un discurso que lo suavice, le quite filos, le quite bordes, para asumirlo dentro de la dominación. Y entonces puede haber encuentros de movimientos indígenas, incluso, dirigidos por la academia con preguntas académicas que al final no resultan ni respetan ni profundizan en las transformaciones que en una cultura significan la fuerza del movimiento, del pueblo originario, porque se intenta cooptar esa inquietud, esa pregunta, eso que realmente quiere romper con la lógica sacrificial del capital, que no se puede ver sin la colonización y sin el patriarcado.

El movimiento popular, yo creo que ha sido de ahí que ha brotado la comprensión de lo que significa la dominación múltiple, o sea, lo que significa el patriarcado, el capitalismo y la colonización para dominar, adoctrinar, disciplinar a un sujeto para que le sirva y siga la ley del mercado, y se someta con tranquilidad y, además, ahora sintiéndose exitoso en su lugar de subordinación, a la lógica del mercado. El movimiento popular quiere que el capital no sea el que domine la sociedad. La mayoría de los movimientos populares, y aquí voy a cerrar con esta idea: no todo movimiento social es un movimiento popular, hay movimientos sociales de todo tipo, pero hay movimientos sociales de la derecha también, y hace unos años tuvimos una reflexión de qué sería un movimiento popular en América Latina hoy. Un movimiento popular, primero, colocado en lo que significa la defensa de las soberanías de la región, la defensa de la soberanía de los territorios, no puede desconocer la historia de ocupación y de invasión del imperialismo en la región. Un movimiento popular no puede ser anticapitalista, incluso con una visión antisistémica, y no tener ninguna posición política en los procesos nacionales que viven en las disputas políticas que se dan. Un movimiento popular está estrictamente ubicado en el pueblo, y esto no es “basismo”, o sea, como que el pueblo siempre tiene razón. El movimiento popular está al lado del pueblo, entendido como clase subalterna que lleva siglos, por condiciones culturales históricas, en situaciones de opresión. Entonces, el movimiento social popular se ubica aquí para disputar esa nueva cultura. No es total la acción transformadora, no es posible cambiar totalmente la cultura, nunca es total. La lucha por la hegemonía, ni siquiera cuando el gobierno es progresista, ni siquiera cuando triunfa una revolución, la hegemonía revolucionaria es total. Pero el movimiento popular, en pequeños testimonios, anuncia y trata de colocar la profecía que construye en las brechas de ese sistema, para ampliar las posibilidades de transformación. Por eso es que la cultura es un territorio tan importante del movimiento popular.

IDG: Me quedo con la última reflexión. Creo que el mensaje final lo ha expresado muy bien Llanisca. El sentido que hemos querido transmitir en esta primera emisión de esta segunda temporada. Ha sido una nueva jornada de A Contracorriente, esta vez sobre cultura, procesos, unidad, articulación en los movimientos sociales y populares. Trataremos de ampliar en próximas emisiones. Dejo hecha la invitación a encontrarnos en un próximo capítulo de nuestro podcast.

 

Por REDH-Cuba

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