Señor Emperador, creo que cumplo con un deber ciudadano cuando trato, desde esta plataforma, de darle una necesaria y oportuna lección de Historia Universal para que comprenda usted los desafíos a que se enfrenta con la puesta en ejecución de leyes que intentan, desde una posición supuestamente democrática, dar cumplimiento a sus sueños hegemónicos.
Qué poco nos conoce, señor, y qué engañado lo tienen sus asesores quienes no buscan otra cosa que engordar sus cuentas: las públicas y las secretas, en nombre de la “liberación del pueblo de Cuba” y cuyo resultado va a ser, a la larga, el sacrificio ante el Tribunal de los Pueblos de quien encabezó este crimen contra el Derecho Internacional, es decir, Usted, Señor Emperador.
La ley que su gobierno acaba de reactivar no es otra cosa que un pulseo más en el intento de doblegar a un pueblo que hace mucho decidió labrar su propio destino, decisión más que demostrada en lo que ustedes han dado en llamar “La Crisis de los Misiles” por ejemplo y, créame, la decisión sigue siendo la misma por más de una razón.
Esa misma Ley que da derecho a expropietarios de bienes en este país, descendientes de quienes se beneficiaron con el trabajo, el sudor y la sangre de sus esclavos, a reclamar ante tribunales la devolución de los mismos en perjuicio de los que hoy los utilizan como bien social, nos da el derecho moral a los descendientes de quienes con su sudor y su sangre labraron las fortunas de los posibles demandantes, a reclamar; por nuestra parte, lo que se nos debe desde la esclavitud. Porque fueron nuestros ancestros los que hicieron posible que los grandes magnates de la burguesía cubana y española tuvieran las riquezas que poseían al triunfo de una revolución que pretendió, desde sus inicios, elevarnos a la condición de ciudadanos poniendo esos bienes (que ahora trata su administración de arrebatarnos) en función de todos. Pero eso Usted no lo sabe, o no quiere saberlo, ensimismado en una controversia inútil entre lo que desea Ud y lo que desean los cubanos que vivimos y sufrimos esta isla.
Hubo un tiempo en que, cansados del abuso contra ellos cometidos por el Imperio Español, mis ancestros se alzaron en el monte para desde allí luchar por su independencia, y desde allí se erigieron en la fuerza principal que engrosó las filas del Ejército Libertador. De allí viene la sangre cimarrona que me corre por las venas. Tengo, Señor, presto el machete que empuñaron mis bisabuelos, el mismo machete que enfrentó las balas de fusil y la artillería española y que se mostró vencedor ante los quintos bien armados del Ejército Colonial. Esta vez no va a ser diferente. Es la misma historia que se repite desde una nueva dimensión. Habrá, desde luego, malos cubanos que lo hayan olvidado y hoy aplaudan su decisión de reinaugurar un capítulo de la historia que el buen sentido y pragmatismo que caracterizan a los estadounidenses debió dejar atrás hace mucho tiempo. Habrá quienes lancen improperios contra mis palabras desconociendo que mi denuncia va dirigida a preservar la vida de mis compatriotas, independientemente de sus posiciones políticas, porque lo que se intenta con esta ley es castigar a los cubanos por su espíritu rebelde, sumiéndolos en la miseria más abyecta. Habrá quien me satanice por hacer lo que dicta mi conciencia, ¡NO ME IMPORTA! Mi lucha es contra “panchos” y “rayadillos”
Ud, Señor Emperador, está atentando contra mi gente y eso ¡no lo perdono!. Si Usted declara la guerra a mi pueblo, me la declara mí; y yo, acepto el reto. La historia por venir pondrá la corona de laureles al vencedor (una vez más). Recuerde: los imperios más poderosos del mundo cayeron producto de sus propios desmanes y por comenzar la guerra equivocada, ¡¡¡EL SUYO NO SERÁ LA EXCEPCIÓN!!!.
Firmado por todos los cimarrones de este palenque que se llama: ¡¡¡CUBA!!!
Omar Valentín Herrera Díaz (1957) poeta y narrador, miembro de la Uneac. Miembro del Grupo de Creación Poética de la Fundación “Nicolás Guillén”, del “Movimiento Poetas del Mundo” y “Poetas Por la Paz”
Fuente: Blog El poeta teje las estrofas