Fidel: lo que los enemigos no dicen. Por Gabriela Cultelli

 

Fidel era el que hablaba por los pueblos, por las y los más humildes, el que se enfrentaba al imperio, como su pueblo y todas y todos nosotros queríamos. Ahí estuvo siempre recordando sin miedo el sacrificio de tanta sangre joven en Nuestra América, o mejor como él mismo decía: “Ahora, en todo caso, los que mueran, morirán como los de Cuba, los de Playa Girón, morirán por su única, verdadera, irrenunciable independencia”.


 

“Y no dicen que a pesar de todos los pesares…esta Isla sufrida pero porfiadamente alegre ha generado la sociedad latinoamericana menos injusta.

Y sus enemigos no dicen que esa hazaña fue obra del sacrificio de su pueblo, pero también fue obra de la tozuda voluntad y el anticuado sentido del honor de este caballero que siempre se batió por los perdedores, como aquel famoso colega suyo de los campos de Castilla” (Galeano, 2011, pág. 387)

Porque Fidel Castro superó fronteras y tiempos, atravesó gran parte del siglo corto[1] (Hobsbawn, 1998) y más. Tiene (no “tuvo” sino “tiene”, en presente y no en pasado) además la cualidad de consolidarse en el futuro, marcando el paso de aquella “América de color, sombría, taciturna” como él mismo la definiera en la 2da. Declaración de la Habana de 1962 (Castro, 2024). Fidel es, una parte crucial de nuestra historia personal, colectiva y social, nadie pudo, ni puede, para bien o para mal, ignorarlo. Pasaron 21 gobernantes desde 1959 en este país (Uruguay) salvo los últimos y alguno más, el resto para recordar su nombre hay que buscarlos en algún libro, o en el facilitador Wikipedia, y ni que hablar de otros de la región o el mundo. A Fidel basta nombrarlo.

En Birán, una localidad que hoy no llega a los 4 mil habitantes, en el municipio de Cueto, Provincia de Holguín que por aquellos años se llamaba Oriente, está la finca en que nació Fidel un 13 de agosto. Fue 3 años antes de la gran depresión, o crisis económica mundial más grande del siglo XX. En 1945, ya con 19 años ingresaba a estudiar Derecho en la Universidad de La Habana. Con el latino americanismo martiano pegado a fuego, Fidel Castro con 21 años de edad estaba en Bogotá en un congreso estudiantil y sumándose a la rebelión. Él mismo cuenta en una entrevista: “Cuando vimos al pueblo sublevado, nos sumamos al pueblo sublevado. A miles de km de mi familia, sin que nadie supiera los peligros que yo estaba corriendo, sin embargo, me mantuve allí en primera línea junto con los colombianos” (Cultelli, 2022). Intentó la defensa del Cerro Monserrate al frente de 9 hombre, con un fusil Mauser y 14 balas. Los lazos del, años después, comandante cubano y el pueblo colombiano tuvieron a partir de allí la irrompible unión de la lucha. Él impulsó directa o indirectamente todos los diálogos de paz que se produjeron en los últimos tiempos con las guerrillas como el ELN, el M-19 y las FARC, al punto que el propio Petro declaró que “se convirtió en una especie de ayudante de todos los procesos de paz en Colombia”. Su amistad de varias décadas con el escritor Gabriel García Márquez (“el hombre de la palabra escrita” al decir de Petro) lo ligó aún más a Colombia, y la victoria popular del domingo 7 de agosto del 2022 fue también suya (Cultelli, 2022). Aquella violencia desatada a raíz del crimen contra Gaitán, llegó hasta nuestros días, y la lucha por la paz costó a Cuba una nueva excusa para arreciar el bloqueo con la inclusión injusta en una lista de países patrocinadores del terrorismo que diseña el mayor terrorista del mundo, EEUU, y a pesar de las demandas del actual gobierno de la propia Colombia. Aunque, de hecho, es posible pensar sin margen de error, que si el imperio no hubiera utilizado esa excusa, hubiera utilizado cualquier otra, como lo ha hecho siempre que se trató de cualquier crimen de lesa humanidad, como lo hizo con el lanzamiento de las dos bombas atómicas en agosto de 1945 en Hiroshima y Nagasaki tras los bombardeos de Pearl harbor, o el apoyo al genocidio palestino tras los hechos del 7/10/2023.

De igual manera, valiente aparecía en La Habana de 1949 junto a otros dirigentes estudiantiles y frente a la embajada de EEUU indignado por la afrenta que marines yanquis habían cometido contra el monumento del apóstol que, en placa de bronce a su pie, señala la amistad inquebrantable con el Uruguay. Eran tiempos de finalizada la Guerra Civil española y la segunda Guerra Mundial con el surgimiento del Campo Socialista y en los albores de la Guerra de Corea, preámbulo o comienzo de la Guerra Fría. Para las elecciones de 1952, Fidel presentaba candidatura legislativa por el Partido Ortodoxo. “Vergüenza contra dinero” era la consigna, que, al cerrársele la puerta con el golpe de estado de Batista, obligó a organizarse para el asalto al Moncada, donde ya las y los combatientes advertían en él al líder indiscutido.

Tal vez Fidel y aquellos luchadores sociales no tenían exacta medición de su hazaña histórica, que, hasta hoy, a 71 años, continúa sembrando aires de libertad por nuestro continente. Si algo no compartimos con algunos historiadores cubanos, es que el asalto al cuartel Moncada fue un punto de inflexión para la revolución cubana. El asalto al cuartel Moncada culminó siendo un punto de inflexión para todo el continente, planteando la posibilidad de formas nuevas de lucha en contextos que luego, con la crisis del modelo de sustitución de importaciones, se fueran generalizando. Aquella epopeya derivó 5 años y medio después (enero 1959), en la primera revolución socialista triunfante del continente, y no hay veterano de las luchas de los 60’ que no hable de lo que significó aquella revolución en su toma de conciencia, ya sea en Uruguay o en cualquier otro lugar del continente. De allí que la acción del Moncada trascendiera las fronteras cubanas, incluso el propio Fidel expresaba en relación a esa fecha que no sería trascendente sino albergara la esperanza de los explotados y humildes del continente, “¡Esta fecha tiene valor no como hecho que se proyecta hacia el pasado, sino como hecho que se proyecta hacia el porvenir!” (Discurso pronunciado durante la conmemoración del X aniversario del ataque al Moncada en la Plaza de la Revolución. La Habana, 26 de Julio de 1963).

Más que un alegato, la autodefensa de Fidel Castro (octubre de 1953) fue una contundente denuncia y un programa revolucionario, donde por demás desarrolla el concepto de PUEBLO, que para América Latina continúa con total vigencia. Conceptualizó como “Pueblo”, a los desempleados, a los obreros del campo o zafrales, a los obreros industriales, a los jubilados, a los pequeños agricultores, a los maestros y profesores, a los pequeños comerciantes, a los intelectuales. El marxismo latinoamericano aquel que se pensara desde Mariategui o el cubano Mella, volvía a renovarse en el fragor de estas luchas, y desde allí nuevamente el carácter continental de las mismas.

Luego la cárcel y el exilio, para regresar al frente de la expedición del Yate Granma, de la guerrilla en la Sierra Maestra y conducir al pueblo a la Revolución que triunfó el 1ro. de enero de 1959. Sobre aquella Revolución “de los humildes, por los humildes y para los humildes” dijo “estamos dispuestos a dar la vida” (discurso 16 de abril de 1961), y como todo lo que decía, también lo cumplió; pero no como el enemigo de clase y el imperio querían tras los más de 600 intentos de magnicidio pertrechados contra él, sino de muerte natural rodeado por su familia y su pueblo a los 90 años de edad (2016). (Cultelli, ¿Vamos bien Fidel?, 2020)

Aquella Revolución, lidereada por este gigante y según Hobsbawm (Hobsbawm, 2018) supo tener desde sus inicios un apoyo popular interno abrumador con un 88% que en encuestas marcaba un apoyo total o incondicional a Fidel y el gobierno, cifra que en los campos se elevaba al 94%, entre los jóvenes del 91% y las y los trabajadores un 92% para 1960. Apoyo creciente que puede compararse con los resultados de las votaciones de la constitución de 1976 y las diferentes legislaturas donde Fidel era una y otra vez llevado por su pueblo al legislativo y su asamblea nacional, y luego según correspondía, proclamado Presidente.

El papel de Fidel en los procesos revolucionarios del llamado tercer mundo en las décadas de los 60 y los 70, fue deslumbrante. Sobre epopeyas épicas como la conocida crisis de los misiles, decía el Che en su carta de despedida “Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días”. Su concepción de Patria Grande y el apoyo a nuestras luchas, su visita a Chile en tiempos de Allende, aquella carta inolvidable (Castro, Carta del Comandante Fidel Castro al Presidente Salvador Allende, 1973) y el furor de las masas ante su palabra cálida y esperanzadora. El internacionalismo y la solidaridad que en él se interiorizaban bajo la concepción martiana de “Patria es humanidad”, la guerra de Angola, las luchas contra el apartheid y la hermandad con la justa causa palestina, la deuda impagable en la década perdida para todo un continente en los años 80. “¡Fidel seguro, a los yanquis dale duro!” rezaba la consigna como antimperialista y por tanto anticolonialista y antifascista que era, dedicando su vida a la lucha por la paz y el socialismo, porque un mundo mejor es posible.

Vivir en sus tiempos, nos permitió agradecer su altura de gigante latinoamericano. Era el hombre que, al escucharlo en una radio, una muchacha uruguaya contaba que, en aquellas inundaciones de 1959 en el interior, preguntó qué estaba diciendo, y quedó para siempre enamorada del hombre que le respondió; o el que hacía dudar a un jovencito cuando lo escuchaba en Radio Carve como si fuese un monstruo por declarar el carácter socialista de la revolución; o el que un guerrillero intentaba oír en onda corta inventando antenas que de alguna manera mágica lograban sintonizar Radio Habana Cuba; o el que la madre decía “si lo dijo Fidel, así debe ser”, o el que le dijo a la niña “ningún latinoamericano es extranjero en Cuba” y le preguntó por su padre preso en estos lares del mundo. Fidel era el que vimos más de una vez hablando con los obreros de cascos blancos del barrio habanero Alamar, o con los vecinos en el nuevo jardín de infantes. Fidel era el que hablaba por los pueblos, por las y los más humildes, el que se enfrentaba al imperio, como su pueblo y todas y todos nosotros queríamos. Ahí estuvo siempre recordando sin miedo el sacrificio de tanta sangre joven en Nuestra América, o mejor como él mismo decía: “Ahora, en todo caso, los que mueran, morirán como los de Cuba, los de Playa Girón, morirán por su única, verdadera, irrenunciable independencia” (2da. Declaración de La Habana 4/2/1962).

Atilio Borón, a un año de la partida física de Fidel decía, y es totalmente aplicable al hoy, que “lo recordamos como ese Prometeo continental que aborda el Granma para arrebatarle la llama sagrada a los dioses del imperio que predicaban la pasividad y la sumisión para que, con ella, los pueblos de Nuestra América encendieran el fuego de la Revolución y abrieran una nueva etapa en la historia universal” (Borón, 2020)

¡Qué falta nos hace Fidel! Que al decir de Bouteflika (ex presidente argelino), iba al futuro y volvía para contárnoslo. No serán estos tiempos de preguntar, al igual que él hacía con Camilo Cienfuegos al inicio de la revolución: ¿voy bien, Fidel?

Bibliografía

Borón, A. (2020). Bitácora de un navegante. Teoría política y dialéctica de la historia latinoamericana. Buenos Aires: CLACSO.

Castro, F. (29 de julio de 1973). Carta del Comandante Fidel Castro al Presidente Salvador Allende. (M. Amargo, Ed.) La habana. Recuperado el 12 de agosto de 2024, de https://www.mateamargo.org.uy/2023/09/14/carta-del-comandante-fidel-castro-al-presidente-salvador-allende/

Castro, F. (12 de agosto de 2024). Biblioteca virtual CLACSO. Obtenido de chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20191016113426/Segunda_declaracion_de_La_Habana.pdf

Cultelli, G. (17 de agosto de 2020). ¿Vamos bien Fidel? (M. Amargo, Ed.) Montevideo, Uruguay. Obtenido de https://www.mateamargo.org.uy/2020/08/17/vamos-bien-fidel/

Cultelli, G. (2020 de agosto de 2022). Mariposas Amarillas: Desde Gaytán a Petro, con un Fidel que vibra en la montaña. (M. Amargo, Ed.) Montevideo, Montevideo, Uruguay. Recuperado el 12 de agosto de 2024, de https://www.mateamargo.org.uy/2022/08/31/mariposas-amarillas-desde-gaytan-a-petro-con-un-fidel-que-vibra-en-la-montana/

Galeano, E. (2011). Espejos. Una historia casi universal. La Habana: CASA.

Hobsbawm, E. (2018). Sobre América Latina. !VIVA LA REVOLUCIÓN! Buenos Aires: Crítica.

Hobsbawn, E. (1998). Historia del Siglo XX. Buenos Aires: Crítica.

Notas:

[1] Según Eric Hobsbawm 1914-1991 relacionándolo con la primera guerra mundial como reparto imperial del mundo, la caída del imperio otomano, alemán, austrohúngaro y la revolución rusa del 17 y todo lo sucedido después en ese movido siglo XX, hasta el colapso de la URSS

 

Gabriela Cultelli, Licenciada en Economía Política (Universidad de La Habana), Mag. en Historia Económica (UdelaR), escritora, columnista y Directora de Mate Amargo. Coordinadora del Capitulo uruguayo de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (REDH) y de su Colectivo Feminista Libertadoras.

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