Fidel. Por Graciela Ramírez

 

Al igual que Martí, al igual que el Che, Fidel está dentro del alma de cada cubano, de cada latinoamericano.

No hay imperio que pueda vencer ni doblegar jamás la dignidad humana. Eso es para mi Fidel, la más alta expresión de la conciencia y la dignidad del hombre.


Texto publicado en el 2006

Fuente: Cubadebate

Desde el verano del 94, tengo el privilegio de compartir la vida y la resistencia del pueblo cubano. Han sido años muy difíciles para esta isla pequeña, donde se puso a prueba casi todo. Desde la capacidad del gobierno revolucionario para sortear la situación que se le vino encima con la fuerza de un huracán, hasta la del padre de familia que tenía que dar el vasito de leche al niño que tuviera menos de 8 años. Sencillamente no alcanzaba para los mayores de esa edad. La abundancia cubana de los años 80, se transformaría en la peor escasez de su historia en los 90.

Hay que enfrentar el «Período Especial» dijo Fidel. El sabía bien porqué lo decía.

Al desaparecer la Unión Soviética, Estados Unidos arreció su criminal bloqueo con un solo objetivo: destruir a Cuba Socialista sitiándola a fuerza de hambre y enfermedades.

En la guerra soterrada y más sucia del siglo anterior y lo que va de este, EEUU decreta las leyes extraterritoriales Torrecelli y Helms-Burton. Leyes fascistas que prohíben y sancionan a las empresas de cualquier parte del mundo que intenten comercializar productos cuyos componentes sean cubanos.

En sus acápites dice una de ellas: un barco que atraque en Puerto de Cuba no podrá hacerlo en ningún Puerto de las Costas de EEUU hasta pasados 6 meses.

Se le impide a Cuba el acceso a créditos de organismos internacionales. En su comercio exterior no se pueden realizar transacciones en dólares. Fondos cubanos permanecen confiscados en EEUU y algunos son entregados a organizaciones criminales.

Los medios de comunicación en el mundo cuentan los días para la caída del «único país comunista de América Latina», ríos de tinta descalifican los enormes logros sociales alcanzados por la Revolución Cubana.

La falta de petróleo obliga al estado a racionalizar al máximo sus recursos. En los campos se vuelve a arar con bueyes. Fábricas y Centrales Azucareros se ven obligados a paralizar sus tareas. El transporte urbano queda reducido al mínimo. La prensa plana reduce la tirada de sus periódicos, los que eran diarios pasan a ser semanarios. La escasez es casi absoluta, no hay papel, falta jabón, no hay medicinas, faltan alimentos y los apagones duran más de 8 horas diarias.

La contrarrevolución trabaja sin descanso a través de la Oficina de Intereses de EEUU en La Habana. Durante el año 95 y 96 aviones provenientes de EEUU sobrevuelan la capital del país, arrojan volantes, pesticidas y realizan todo tipo de provocaciones durante 26 ocasiones.

A mediados del 97 estallan 10 bombas en hoteles y lugares turísticos de La Habana, provocando la muerte del joven italiano Fabio Di Celmo.

La Ley de Ajuste Cubano fomenta el tráfico ilegal de personas provocando la muerte de miles de cubanos. En septiembre de 1998 son arrestados por el FBI Cinco jóvenes cubanos que intentaban advertir a Cuba sobre los planes terroristas de organizaciones criminales con sede en Miami. En el año 2000 se produce el secuestro del niño Elían González.

Desde el 2001 hasta la fecha el gobierno norteamericano no ha cesado sus amenazas. Cuba es incluida en la lista de países «terroristas». Durante el 2002 y 2003 se fomenta el secuestro de embarcaciones marítimas, aéreas y terrestres. «Primero Irak, luego Cuba» dicen los carteles en las calles de Miami, en clara alusión a una invasión militar.
El presupuesto asignado por el gobierno norteamericano a los grupos mercenarios que responden a sus intereses se quintuplica.

En el 2004 y 2005, Colin Powell, ex Secretario de Estado, crea el «Comité de Asistencia para una Cuba Libre». Los planes de restauración capitalista, escondidos detrás de la palabra «transición» se repiten una y otra vez hasta el cansancio.

En el transcurso del 2006 la Oficina de Intereses de EEUU en Cuba no ha cesado de ejercer provocaciones con el objetivo de echar por tierra los acuerdos migratorios y provocar una confrontación con el gobierno cubano.
 
Más allá del acoso y las enormes privaciones que ha vivido este pueblo durante todos estos años, jamás se cerró una escuela ni un hospital: «si no hay libretas escribiremos en papel de cartucho» decía Fidel. Jamás durmió un niño en la calle o se dieron muertes por malnutrición. Ninguna madre o anciano quedó desamparado. Ni un solo niño sin sus modestos zapatos, su aula, su maestro y su comida diaria garantizada.

Nunca, en todos estos años se quemó una bandera norteamericana o se arrojó una piedra a las oficinas que representan los intereses de EEUU en Cuba. Por el contrario un monte de banderas

En medio de esta guerra no declarada pero que se ejerce cotidianamente desde hace 47 años, donde la CIA y cada gobierno de turno ha intentado más de 600 veces el asesinato de Fidel, me he preguntado muchas veces como ha sido posible salir adelante, resistir y vencer. Afirmo la palabra vencer en su expresión más profunda, porque cada día de existencia de esta Revolución Cubana es un día de derrota para el imperialismo que a sangre y fuego y desde todos los lugares posibles ha intentado hacerla desaparecer.

Este pueblo culto, laborioso y alegre, cuyo ejemplo de solidaridad internacional es inigualable, este pueblo que celebra la alfabetización de los más pobres de nuestra América, el pueblo que devuelve la vista a los humildes y lleva las manos sanadoras de sus médicos a restañar las heridas a cualquier parte de la tierra, ha vencido heroicamente en una batalla totalmente desigual.

Ha podido hacerlo, no solo por su altísimo nivel de conciencia, su amor a la Patria, su educación y cultura. Cuba ha vencido porque el Fidel que aseguraba: «ahora sí vamos a ganar» luego del desembarco del Granma, cuando solo quedaban 7 hombres con 12 fusiles rodeados por 10.000 batistianos, es el mismo Fidel del Moncada, el de la Sierra Maestra, el de la crisis de Octubre. El que aguantó las lágrimas por el crimen de Barbados y hasta el día de hoy sueña que conversa con el Che.

Es el mismo Fidel que hoy le dice al imperio, vestido de verde olivo con su bandera cubana en la mano «no podrán derrotarnos jamás». La clave de esta resistencia que no tiene parangón en la historia de lucha de nuestros pueblos es Fidel.
 
Si esta pequeña isla, ha podido vencer tanta adversidad, sacar adelante su economía, restablecer el valor de su moneda, volver a abrir sus Fábricas y Centrales de Azúcar, realizar, en medio de esta guerra, planes de desarrollo imposibles para el resto de América Latina. Si esta isla sitiada, ha podido levantarse como el ave fénix para ejemplo y asombro hasta de sus enemigos, la clave es Fidel.

El mismo Fidel al que se le posaron las palomas en el hombro cuando entró con su ejército rebelde triunfante a La Habana.

El hombre más rico de la tierra que no posee un centavo en su haber, porque todo, absolutamente todo lo ha dado a su pueblo y la humanidad.

Fidel es la honestidad, la verdad, la firmeza, el orgullo, la valentía, la nobleza, la humildad y la confianza en el futuro de la humanidad.
Fidel es el valladar moral de nuestra historia y la certeza de la victoria.

Al igual que Martí, al igual que el Che, Fidel está dentro del alma de cada cubano, de cada latinoamericano.

No hay imperio que pueda vencer ni doblegar jamás la dignidad humana. Eso es para mi Fidel, la más alta expresión de la conciencia y la dignidad del hombre.

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