Cuando hablamos de Fidel Alejandro Castro Ruz, el Comandante, Fidel, también lo hacemos de revolución, soberanía, antimperialismo, internacionalismo, solidaridad, Cuba, Caribe, América Latina, África, Sur.
Entre estos conceptos, destaca el de internacionalismo, uno de sus grandes legados, canalizado de forma ejemplar a través del pueblo cubano y la política exterior de la revolución, como una práctica revolucionaria fundamental para entender el desarrollo político caribeño, latinoamericano y africano de nuestro tiempo reciente.
Partimos de la trascendencia que tienen la Primera y Segunda Declaraciones de La Habana, en 1960 y 1962, respectivamente, en las que se da el primer grito firme de rebeldía contra el intervencionismo estadounidense, reivindicando el derecho a una plena independencia y al ejercicio real de la soberanía nacional. Dentro de esas definiciones históricas de la Revolución cubana, Fidel planteó una idea contundente, que marcaría el futuro de la región en muchos campos de batalla: frente a la acusación de que Cuba quiere exportar su revolución, respondemos: las revoluciones no se exportan, las hacen los pueblos. La idea de que la Cordillera de los Andes está llamada a ser la Sierra Maestra de América Latina, constituyó un elemento que inspiró a miles de latinoamericanos por el camino de la lucha armada para buscar una transformación, a la expansión de la idea del socialismo y a la lucha antimperialista.
La vocación internacionalista de la Revolución cubana impulsada por Fidel también se materializó en el apoyo a las luchas de liberación nacional en África, particularmente las de Angola, Namibia, Zaire, Guinea, Cabo Verde y el Congo, a través de la presencia, en diferentes etapas, de más de 300 000 combatientes y 50 000 civiles entre 1960 y 1990. Miles ofrendaron su vida en esa misión solidaria.
En la actualidad, decenas de miles de cubanos se encuentran en misiones sociales, repartidos por países latinoamericanos, caribeños y africanos. Fundamentalmente son doctores, alfabetizadores, trabajadores sociales y técnicos deportistas. Su acción internacionalista resulta un ejemplo contundente de la vocación humanista inspirada por Fidel, dejando sin sustento las críticas históricas de las oligarquías latinoamericanas que siempre han señalado el peligro que supuestamente representa Cuba para nuestros pueblos.
El 25 de noviembre de 2016, partió físicamente el último de los grandes del siglo XX y el primero del XXI, pero no su pensamiento y su legado. Fidel ocupa un lugar único en la historia de América Latina y el Caribe. Fue un creador de ideas de cambio y revolución, y de senderos para llevarlas a la práctica, aún en los contextos más adversos y complejos.
Fue un constructor al servicio de los pueblos, más allá de lo discursivo, en la práctica concreta, un referente de la auténtica solidaridad fraterna y del internacionalismo que hoy tanto hacen falta para salir de la crisis civilizatoria que puede terminar con el fin de nuestra especie. Por eso, el pensamiento, el ejemplo y el legado de Fidel resultan imprescindibles para librar las batallas necesarias en defensa de la humanidad.