La victoria estratégica. Por Alberni Poulot Cumbá / KardioPensamiento

Vuelvo a leer el libro del Comandante en Jefe Fidel, “La Victoria Estratégica”. Me anima encontrar respuestas a las múltiples problemáticas de la realidad social cubana, sobre todo a la económica y a la ideo-psicológica.

¿Qué habría hecho Fidel en las actuales circunstancias? Dos respuestas salen a luz: la primera, no rendirse. Mantener como nadie el lúcido optimismo de vencer, aún en el ámbito más insospechado. Segundo, pensar, buscar las respuestas en la historia humana. La historia es cíclica, solo cambian los escenarios y los actores.

Recuerdo que una ocasión, ante una pregunta de Ignacio Ramonet, le respondió, que mucho le sirvió la lectura del libro de Ernest Hemingway “¿Por quién doblan las campanas? La historia de lo que ocurrió en la retaguardia durante la guerra civil española, fue útil a la guerrilla y a Fidel. El saber cómo los guerrilleros republicanos en la retaguardia de las fuerzas franquistas conseguían apoderarse de las armas del ejército, le ayudó en la concepción de la lucha irregular. O sea, le ilustró sobre la existencia de una guerrilla, y como ésta puede actuar en un territorio supuestamente controlado por el enemigo. De manera que el libro se convirtió en algo familiar, al que regresó a él siempre, para consultarlo, para inspirarlo, incluso cuando ya era un jefe guerrillero.

Así me sucedió releyendo este libro de Fidel. ¿Cuántas lecciones encierra?, ¿Cuántas experiencias, métodos y herramientas se pueden extraer para comprender la realidad actual de Cuba y oferta de variantes y soluciones a nuestros problemas más acuciantes?

Estados Unidos es un Imperio oportunista, de otro modo no hubiera podido expandirse y dominar. Es la esencia de su doctrina imperialista de la “Fruta Madura”. Él creyó que, involucrándose en la guerra independentista de Cuba contra España, después del autoatentado del “Maine”, podría extraer los mejores dividendos de un conflicto desgastante de más de 30 años, pues, la historia le “premió” con el “triunfo” de la guerra. Cuba y España fueron los grandes perdedores.

Sobre esa misma lógica creyó que, después de la caída del socialismo este-europeo y el desmerengamiento de la URSS, caería Cuba. Era cuestión de tiempo y hasta hicieron “maletas” los batistianos y sus primeras proles. Para acelerar la caída (que no llegaba de manera natural), aprobaron las leyes “Torricelli, en 1992 y “Helms-Burtn”, en 1996. Siempre el cinismo y el oportunismo, la ignorancia y la arrogancia.

Después de estos fracasos, entendieron Obama, Trump y Baiden, que, con la “sonrisa”, la “zanahoria envenenada” y “olvidando la Historia”, podríamos (de acuerdo con el Presidente Negro) ser amigos, el “depredador” y la “presa”, o como se ilustra en un animado cubano de los años 80 del siglo pasado: “jugar a los abrazos” un majá y un pollito.

Trump, creyó que, con la política criminal de máxima presión, que se traduce en el recrudecimiento con 243 medidas el Bloqueo genocida contra Cuba, esta sucumbiría a los pies del Imperio. Prepotente consideración que heredó de manera complaciente y sumisa el Gobierno de Biden y que tampoco ha logrado ni logrará el efecto deseado, que es la destrucción de la Revolución.

La causa de todos los fracasos de los imperialistas del mundo, en particular los yanquis, está en la visión estratégica de Fidel, que hizo posible forjar una Revolución socialista y que nos conduce permanentemente a una Victoria Estratégica. Esto último nos obliga a reconocer que, si hay Victoria Estratégica, es porque hemos sufrido derrotas y caídas tácticas, frutos, en su inmensa mayoría a nuestros errores.

En la definición de los conceptos Revolución y Unidad hay muchas claves para explicar y para mantener estratégicamente la obra revolucionaria y sus conquistas. Del primer concepto sobresalen actuar con sentido estricto del momento histórico, que es asumir resueltamente el tiempo en que nos correspondió vivir, trabajar y triunfar. Las circunstancias nos hacen, pero somos también responsables de cambiarlas (cambiar lo que deba ser cambiado) con arduo trabajo y no pocos sacrificios, en aras de vencer las dificultades, para darnos la mayor suma de felicidad y prosperidad económica posibles, dentro de un sistema que garantice por encima de todo la dignidad humana y la justicia social.

También asumir el desafío que nos imponen poderosas fuerzas dominantes, dentro y fuera de nuestro ámbito social y nacional con nuestros propios esfuerzos y por nosotros mismos. Convencidos de que no hay fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas, siempre y cuando luchemos con audacia, inteligencia y realismo. Sin renunciar o traicionar valores en los que creemos, al precio de cualquier sacrificio, como la modestia, el desinterés, el altruismo, la solidaridad y el heroísmo. No mintiendo jamás ni violando principios éticos. Todo ello ha sido la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.

En el concepto Unidad, la Victoria Estratégica se asegura compartiendo el combate, los riesgos, los sacrificios, las estrategias y objetivos de la nación; convocando y confiando en el pueblo, para que sea capaz de analizar, desde la diversidad de criterios y opiniones, los más complejos y estratégicos temas nacionales. Discutir hasta la saciedad, no evitar la polémica por muy escabrosa que sea, y no importen los cuestionamientos que genere. Polemizar desde los medios de alcance nacional hasta en el barrio, el centro estudiantil o laboral.

A la Unidad se llega argumentando, contrastando razones, persuadiendo, convenciendo, comprometiendo movilizando las fuerzas de las mayorías. No olvidemos que, también es lucha común contra vendepatrias y anexionistas.

La solidaridad, es hacia lo interior y exterior la más reconocida virtud cubana. El aprendizaje martiano de que Cuba no anda de pedigüeña por el mundo, sino que anda de hermana, y que, al salvarse, salva, da blindaje a la estratégica victoria de la nación frente al más profundo y extendido egoísmo mundial. Se añade a ese valor, el principio, también martiano, de que quien se levanta hoy con Cuba, se levanta para todos los tiempos.

En la visión estratégica de Fidel para salvar la Patria, la Revolución y el Socialismo, de enemigos externos y errores internos, está el precepto de que lo primero que hay que salvar es la Cultura, definida por él como escudo y espada de la nación. Su estrategia, incluye la política cultural del país, trazada desde sus discusiones con artistas y la vanguardia intelectual de la Cuba del segundo año de la Revolución en el poder, pasando por concebir el sistema de enseñanza artística del país, convirtiendo en conquista y derecho del pueblo el acceso masivo, gratuito o subvencionado, de una obra cultural de prestigio, reconocimiento y calidad universales, hasta los programas de desarrollo de una Cultura General Integral. Tampoco olvidamos que, desde su condición de Educador Social incluyó de manera intencionada, consciente y dirigida la formación y educación popular de una Cultura de Resistencia y Resiliencia, de Emancipación y Descolonización.

El desarrollo científico-tecnológico, es en mi modesta opinión el acto más audaz de su concepción de Victoria Estratégica. Concebir tempranamente, desde el 15 de enero del propio 1959, de que el futuro del país tenía que sostenerse desde la ciencia y el pensamiento de sus mujeres y hombres, es más que un acto visionario, un acto de audacia y confianza en las potencialidades de un pueblo (semianalfabeto en más del 80% de su población) y en las fortalezas de la Revolución, a la que se le encargaría la encomienda de formar ese valioso capital humano, en las condiciones de un país subdesarrollado y agredido por la mayor potencia capitalista de la Historia humana.

Fue esa inversión y apuesta, al desarrollo científico, el que nos “sacó” del Período Especial, pero más aún, nos salvó de la pandemia de covid-19 y de la pandemia del egoísmo y el cinismo imperialista.

En su visión estratégica para alcanzar sucesivas victorias, no deben faltar el valor y papel del ejemplo. Definió en 1989, que el Socialismo es la ciencia del ejemplo. Las masas se compulsan desde el ejemplo. Las luchas se encabezan desde el ejemplo. Este país nunca se hubiese mantenido sin el ejemplo. Duele cuando falla o falta, pero nuestro pueblo acostumbrado a ese sagrado valor, se sacude de quien o quienes no lo ejerzan.

A los jóvenes, especialmente, les recomendó exigencia máxima y disciplina férrea, sin ambición al poder, autosuficiencias ni vanaglorias. Que se cuidaran de métodos y mecanismos burocráticos. Trabajar alejados de simplonas y desmovilizadoras consignas. Ver en los procedimientos burocráticos y dogmáticos el peor de los obstáculos. Usar la ciencia y la conciencia, sobre todo las relacionadas con la informática e internet (hecha para los revolucionarios), alejados del manejo de lenguajes tecnicistas e incomprensibles para las masas a dirigir con entusiasmo y fe en la vitoria. Sed de saber, constancia, ejercicios físicos y también mentales.

Concluyo estas reflexiones con dos recomendaciones que les hiciera al “Mejor Amigo” de Cuba, a través de una conversación íntima: la primera es sacar provecho político a todo lo que hagamos como dirigentes y revolucionarios. La gente tiene que saber el valor de los esfuerzos, de las conquistas, de la justicia. Que en el Socialismo muchas cosas son gratis o subvencionadas, pero cuestan y mucho. Que construir una revolución socialista en las condiciones de Cuba y el mundo, no es fácil ni es camino conocido. Que implica mucha valentía, asumir riesgos, errores y equivocaciones, caídas y retrocesos; pero siempre tiene que estar la capacidad autocrítica y la suficiente modestia para reconocer la equivocación y rectificar.

La otra recomendación, es que hay que hacer hasta lo imposible para que el pueblo y clase trabajadora se mantengan en el poder, conserven el poder político, económico, militar y cultural. Evitar a toda costa, a ultranza si es preciso, que no llegue al poder nuevamente en Cuba ni el imperialismo ni sus lacayos de la contrarrevolución.

Con todo esto y más, Fidel nos ha asegurado la Victoria Estratégica del país.

 

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