Los asaltos armados a los cuarteles Moncada y el de Bayamo el 26 de julio de 1953 fueron el inicio de la última etapa de la lucha de Cuba por la justicia social y la independencia nacional
El movimiento revolucionario responsable del ataque recurrió a la insurrección armada y no a otras posibles alternativas de cambio pacífico y electoral. Por qué? Cuáles fueron las causas? Varios factores incidieron. En síntesis, en primer lugar, se había demostrado, históricamente, que, en las condiciones de Cuba en los años 50, no existían vías civiles de lucha con posibilidades de éxito, puesto que todos los intentos fracasaron y fueron respondidos con la represión gubernamental. En segundo lugar, porque la actividad política de los partidos y politiqueros burgueses, que dominaban la arena política nacional, solamente perseguían mantener la situación imperante, de la cual se beneficiaban. Por último, aunque la guerra era la última opción, no se podía seguir esperando. La situación había llegado a un extremo insoportable debido a la fuerte represión contra cualquier discrepancia, que sufrían, incluso personas inocentes. La predominante y profunda desigualdad, la miseria y el desempleo; la rampante corrupción general y la extrema y vergonzosa subordinación nacional a los EEUU, eran ya intolerables.
Pero no resultaba nada fácil organizar la lucha armada en una situación tan compleja. Para ello había que vertebrar un movimiento potente que fuera capaz de encabezar la lucha y que se desarrollara con independencia de partidos y politiqueros corrompidos y pro imperialistas. Tenía que seguir un curso independiente, asimismo, de los movimientos de izquierda, algunos de los cuales, propugnaban la lucha armada, pero actuaban sin objetivos claros y de forma desordenada. Debían también desligarse, manifiestamente, de otras tendencias políticas que aparentaban seguir confiando en las urnas, aun cuando en Cuba ese camino estaba evidentemente cerrado. El Partido Socialista Popular, tampoco era una opción; es cierto que sus posiciones evolucionaron, finalmente, desde la desconfianza en la lucha armada, pero habían sido estigmatizados y perseguidos por el aparato represivo del gobierno.
Los ataques a los cuarteles fueron derrotados, pero ello tuvo una significación solamente táctica. Estratégicamente, aunque el resultado fue muy doloroso, el asalto fue un verdadero éxito. Esta batalla fracasó, pero la guerra no se perdió, debido a 3 razones principales. Primero, ante la dura situación existente, el pueblo vio con esperanza el acontecimiento, y con mucha admiración a ese grupo de valientes cubanos. En segundo lugar, porque durante la estancia en la cárcel, que ya ha sido calificada como “la prisión fecunda», continuaron perfilándose, precisándose, las ideas y los preparativos para la guerrilla que se preparaba como etapa sucesiva de este acontecimiento. Y tercero, porque la magistral auto defensa de Fidel Castro, en el juicio por su participación como líder de la acción armada se convirtió en el importante alegato La Historia me Absolverá. De este alegato se derivó el programa político de la lucha guerrillera, que se conoce como el Programa del Moncada.
El Programa del Moncada constituye un documento muy importante de la historia de la revolución cubana porque ofrece un análisis profundo de la situación imperante en la Cuba de entonces; contiene los propósitos esenciales de la Revolución en esa precisa etapa y expuso las medidas que tomaría el gobierno revolucionario después de la toma del poder. Constituyó el programa del movimiento denominado, de ahora en adelante 26 de julio.
Todos conocían el contenido del programa, por eso puede asegurarse que los combatientes rebeldes fueron a luchar y entregar sus vidas con la consciencia de que los objetivos finales estaban claros.
El programa representa un hito fundamental en el proceso continuo de la lucha por la liberación nacional que se inició en 1868 con el inicio de las guerras de independencia contra el colonialismo español. Marca el principio de su última etapa. El propio Programa del Moncada, y las concepciones que le sirvieron de base, son el germen a partir del cual evoluciona, crece y madura el proceso político cubano que culminó en el establecimiento del socialismo. Esto se explica por el condicionamiento histórico existente y, precisamente, porque, desde entonces, la conducta, los enfoques, y las decisiones de las tácticas y estrategias de lucha descansaban en la ideología y posiciones políticas predominantes del grupo dirigente, que se conformaron a partir de una ética e ideología martianas, marxistas y leninistas; así como por el ideario y experiencias que se desprendieron de todas las luchas patrióticas precedentes.
Este era el pensamiento del liderazgo, sin embargo el programa del Moncada es democrático popular, no socialista; se concentró en lograr la concreción de las más importantes aspiraciones de transformación socio-económico y política posibles, en la coyuntura nacional en aquel momento. Habría que esperar todavía para arribar a la concepción de un programa profundo de desarrollo socialista
La imposibilidad de promover un programa socialista se debió a varios factores, que tienen que ver con la composición del movimiento en su totalidad, por un lado, y con la situación nacional e internacional vigente, por el otro
La dirección del movimiento estaba integrada por Fidel y un pequeño grupo de compañeros decididos iniciar la guerra. Fidel y Raúl, los líderes principales, procedían de las luchas universitarias y de clases adineradas, pero rompieron radicalmente con sus ataduras y ambos compartieron influencias martianas y marxistas. El Che, quien se incorporaría después en Mexico, estaba ya identificado con estas doctrinas
Sin embargo, por otra parte, las filas del movimiento y sus simpatizantes se nutrieron, esencialmente, por combatientes y personas que procedían de los sectores más humildes y explotados de la sociedad, los que el programa del Moncada consideró como “pueblo”, formado, principalmente, por obreros de la ciudad y el campo, profesionales, campesinos y pequeños comerciantes. Esta concepción facilitó la aglutinación de muchos sectores de la población alrededor del movimiento.
Estos combatientes de fila y los simpatizantes, es decir el “pueblo”, según la noción del Programa del Moncada, además de la tragedia nacional, estaban sometidos a la poderosa influencia de otras variables de la coyuntura interna e internacional, que se expresaban por una marcada influencia del anticomunismo en la población promovida por EEUU y la oligarquía nacional dependiente y el influjo, también desfavorable, de la coyuntura internacional, ya que se vivía, entonces, la época de la llamada “Guerra Fría“ y la URSS era todavía particularmente débil.
En tal contexto, habría que destacar que, sólo entre 1952 y 1955, siete gobiernos latinoamericanos fueron derrocados como parte de la estrategia yanqui para consolidar su hegemonía política, económica e ideológica en América Latina. Precisamente, en esa línea se produjo en Cuba el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, que detona el asalto al Moncada.
Fidel dijo una vez que pensaba que si hubieran liquidado al batistato en 1953, el imperialismo los habría aplastado, no habrían sobrevivido.
Por eso, la política fue no intentar imponer ninguna ideología ni concepción filosófica para movilizar el respaldo de la población; No era necesario, ni oportuno. Sobre esas bases, todas las convocatorias políticas abogaron por la unidad sobre la base de la inclusión con un sentido de completa amplitud ideológica. El objetivo unificador fundamental, de amplia convocatoria fue derrocar a la tiranía por la vía armada y cumplir con las promesas humanistas, de democracia, justicia social e independencia nacional. Muchos se sumaron a la lucha, sobre esas bases comunes que se sostenían por fundamentos programáticos y principios éticos esenciales.
Como parte de esta concepción, se sustentaron acciones tácticas importantes como el propio cambio de nombre del ejército revolucionario del movimiento 26 de julio por el de Ejército Rebelde, donde todos tenían cabida. En los comités de huelga, que seguiría al ataque, se integraron todos los sectores, sin discriminación; se respetó la independencia de todas las organizaciones revolucionarias y no se abogó por construir un organismo único, o subordinar a las diferentes organizaciones al Movimiento 26 de julio.
En realidad, la definición ideológica y la unidad se fueron forjando progresivamente. En ello intervinieron el propio proceso de la lucha y la labor política de los dirigentes; el contacto personal con la problemática nacional, que fue una gran maestra; el humanismo de los jefes rebeldes, y la influencia crucial del carácter justo de las medidas y transformaciones revolucionarias que se operaban en el territorio liberado, Fue de esta manera que fue creciendo la conciencia del “pueblo”, antes del triunfo revolucionario y se confirmó el indiscutible liderazgo de Fidel, no solo por el sentido de la lealtad y admiración hacia su persona, que fue muy importante, sino también por la identificación de todos con las ideas y los objetivos de la Revolución. Fue un proceso de maduración y definición.
Sin embargo, los cubanos no llegamos, finalmente, al socialismo, sino después del triunfo de 1959, por diferentes razones. Entre ellas, por la acción sobre nuestra inteligencia y nuestra conciencia de la propia lucha contra la cruel dictadura, contra el régimen de explotación clasista predominante en el país y contra la humillante subordinación nacional; gracias a los magistrales discursos masivos, sistemáticos y didácticos de Fidel y, especialmente, como resultado de los cambios revolucionarios radicales tangibles introducidos por la Revolución, que beneficiaron a la gran mayoría de la población. Muchas medidas de justicia social de todo tipo fueron introducidas en la educación, la salud, la cultura, el empleo, la vivienda, la explotación de la tierra, etc. La educación y la cultura, en particular, no solamente tuvieron importancia como medidas de justicia social en sí mismas, sino que elevaron los niveles de comprensión consciente por el pueblo de los procesos sociales y políticos nacionales e internacionales.
Un factor, particularmente importante, fue la conquista definitiva por la Revolución de la tan ansiada independencia de los EEUU. Es decir se pudo identificar socialismo con independencia y dignidad nacional. Igualmente, se estableció una relación de identidad entre socialismo, pensamiento martiano y solidaridad internacional.
Ha de señalarse que el propio apoyo solidario a otros pueblos ha tenido un carácter interactivo al acentuar la convicción del pueblo cubano en el ideal socialista. El contacto con otras realidades y tragedias humanas en diferentes países, que contrastan con la situación de justicia social, que distingue a Cuba, ha contribuido al desarrollo de las convicciones socialistas y al estimulo de la sensibilidad del pueblo cubano ante las tragedias que viven otros seres humanos. Ha sido una relación de mutuo beneficio.
Un gran detonador y catalizador del proceso político fue la continuada y creciente agresividad de EEUU. Nos fueron arrinconando con las constantes agresiones y la edificación del cruel e injusto bloqueo económico, comercial y financiero. Ello tuvo especial significado en un mundo dividido por la llamada Guerra Fría que, para entonces, nos brindo una salida, gracias a la existencia de una URSS fortalecida.
El intento de invasión través de Playa Girón fue el momento culminante en el que Fidel declaró públicamente el carácter socialista de la Revolución, frente a una masiva manifestación del pueblo de La Habana indignado por el inminente ataque artero.
Puede asegurarse, por eso que los “milicianos” cubanos (combatientes integrados por el pueblo) fueron a combatir en Playa Girón a los mercenarios pagados y respaldaos por Estados ahora con la plena convicción de que estaban defendiendo al socialismo.
Un lema popular de principios de la Revolución. Decía asi: “Si Fidel es comunista que me pongan en la lista que estoy de acuerdo con el”.
Lo que se produjo fue un tránsito de la conciencia del pueblo hacia el socialismo a partir del importante papel del liderazgo de Fidel y de lo que estaban demostrando los propios logros de la Revolución en el ámbito de la justicia social y la independencia nacional.
Pero el punto de partida, el inicio de esta última etapa de la guerra de liberación, que comenzó en 1868, fueron los trascendentales sucesos del Moncada que cumplen este año su 70 aniversario.