En un contundente discurso en la Cumbre de los Pueblos, celebrada en julio en Bruselas, el presidente de Cuba, Miguel Díaz Canel, se refirió al apóstol de la revolución, José Martí, para reiterar el “concepto lleno de revolución”, heredado de Fidel. “Revolución es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, base de nuestro patriotismo, de nuestro socialismo y de nuestro internacionalismo. Con esa frase – dijo – termina el concepto de Revolución que nos legó el Comandante en Jefe Fidel Castro. Con todo el concepto le respondemos a quienes esperan que claudiquemos”.
A setenta años del asalto al Cuartel Moncada, lo que más nos enseña Cuba es la continuidad, la importancia de la memoria histórica en la construcción del presente y del futuro. La importancia de poner el sacrificio individual al servicio del proyecto colectivo. “Vivo para mi patria y para su libertad real, aunque la vida no me ha de alcanzar para gozar del fruto de mis labores, y que este servicio se ha de hacer con la seguridad, y el ánimo, de no esperar por él recompensa”.
La frase de José Martí, el «autor intelectual” del asalto al Moncada, como dijo Fidel, aparece en el Manifiesto n. 1 de 26 De Julio 1953, dirigido al «Pueblo de Cuba». Sus ideas, que habían formado a varias generaciones de cubanos, fusionaron las reivindicaciones revolucionarias de liberación nacional, como parte esencial de la tradición patriótica cubana, con las de transformación social basadas en el marxismo-leninismo.
Recursos fundamentales hoy que las clases dominantes, valiéndose nuevamente del fascismo, lideran un ataque frontal a los principios del socialismo, y al mismo tiempo imponen una red de chantajes para impedir conceptos y categorías capaces de mostrar el conflicto de clase, el enemigo y los aliados en causas comunes.
Un ejemplo explícito lo dio el Parlamento Europeo, que aprobó (con 359 votos a favor, 226 en contra y 50 abstenciones) una vergonzosa resolución impulsada por la derecha y la extrema derecha, llamando formalmente a sancionar a quienes considera “responsables de violar los derechos humanos”, incluido el presidente Miguel Díaz Canel.
El episodio da la dimensión del ataque frontal decidido contra la revolución cubana, la proporción del chantaje y el objetivo que se persigue: la desaparición pura y simple del sistema de gobierno, elegido por el poder popular, y confirmado desde 1959. La cancelación, también, de quienes, como Venezuela, se refieren al socialismo y por ello están acusados de análogas “atrocidades”.
Tres puntos de la resolución son centrales en este sentido, y vale la pena destacarlos:
“Considerando que el sistema comunista impuesto paulatinamente en Cuba excluye cualquier perspectiva de cambio democrático, ya que el artículo 5 de la Constitución cubana establece que el “Partido Comunista único marciano, marciano, fidelista, marxista y leninista de Cuba” es la fuerza política dirigente de la sociedad y del Estado, mientras que los artículos 4 y 229 definen el actual sistema político como irreversible; que el artículo 3 de la Constitución cubana establece que un sistema basado en un solo partido político se declara «irrevocable»; que el artículo 224 prohíbe a las generaciones actuales alterar la futura irreversibilidad del socialismo, así como el actual sistema político y social; que el sistema político actual de Cuba es incompatible con las solicitudes de la UE de celebrar acuerdos de cooperación; Considerando que el respeto de los derechos humanos, civiles, políticos, económicos, sociales y culturales es fundamental para la UE y es uno de sus principales objetivos en sus relaciones con otros países; la resolución «condena, deplora, desaprueba» e insta a la UE a «suspender de inmediato el diálogo político y el acuerdo de cooperación entre la UE y Cuba».
El Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación entre la Unión Europea y Cuba, firmado en diciembre de 2016 y en aplicación provisional desde el 1° de noviembre de 2017, contiene una serie de guanteletes, que ahora se reactivan.
Un ataque frontal que requiere una respuesta frontal y decisiva de las fuerzas de transformación, en torno a ese “concepto pleno” de revolución, reafirmado por el presidente cubano en la Cumbre de los Pueblos.
“Aquí estamos por principio, por convicciones, porque este es un espacio verdaderamente plural, abierto y participativo. Este es un sitio de encuentro entre los representantes de la sociedad civil latinoamericana, caribeña y europea. Por tanto, esta es la mejor de las cumbres, porque aquí hablan los pueblos”, dijo Díaz Canel. Aquí – continuó – “se promueve un modelo alternativo de desarrollo sostenible, basado en la cooperación y la integración. Un espacio donde decimos no a la exclusión, donde decimos no al consumismo, que degradan y depredan”.
Es esta Cumbre de los Pueblos – añadió- “donde se reclama un mundo más justo y solidario para enfrentar la profunda crisis sistémica del capitalismo, indisolublemente asociada al injusto orden económico internacional imperante. Y es aquí donde los participantes hacen suyo el mayor, más largo y más justo reclamo de nuestro pueblo”.
La referencia era, obviamente, al criminal bloqueo que, precisó el presidente cubano, por sus efectos ligados a la extraterritorialidad, agravados por la entrada en vigor del Título III de la Ley Helms-Burton, afecta también a ciudadanos y empresas europeas. Un bloqueo económico, comercial y financiero, que “no es moral ni ético, ni humanamente aceptable, en primer lugar, porque constituye una violación flagrante, masiva y sistemática de los derechos humanos de todo un pueblo: el pueblo cubano”.
La Cumbre de los Pueblos ha decidido instalar un Tribunal Internacional contra el bloqueo a Cuba, que se reunirá en noviembre en Bruselas, también para rechazar la odiosa inclusión de Cuba en la lista de países “que patrocinan el terrorismo”. En cambio, terrorismo es el que ejerce el imperialismo contra la revolución cubana desde los primeros años de su existencia.
Así lo recordó Fernando González, uno de los Cinco Héroes, ahora presidente del Icap, citando documentos desclasificados de la CIA, contenidos en el libro de Manuel Evia Frasquieri, Cuba, un golpe blando fallido. Ya en 1961, un año después de que Fidel proclamara el carácter socialista de la revolución cubana -dijo González-, el gobierno de Estados Unidos ya describía las características de la guerra sucia contra Cuba y los propósitos del bloqueo que, como analiza el volumen, han seguido inspirando intentos desestabilizadores como los de julio de 2022, y su relato tóxico.
En continuidad con Martí, Fidel y Raúl nunca han ocultado la dureza del conflicto y sus consecuencias: de la preparación del 26 de julio a la de la resistencia, en la difícil fase de transición, que les tocó a los revolucionarios tras la caída de la Unión Soviética. Setenta años después del asalto al Moncada, y 64 del triunfo de la revolución cubana, vuelve a los pueblos de Europa la exhortación contenida en las palabras de Fidel: “Como marciano –escribió el 7 de julio de 1953- pienso que ha llegado la hora de tomar los derechos y no pedirlos, de arrancarlos en vez de mendigarlos”.