Fidel Castro se refirió directamente a su pensamiento como inspirador de la revolución, diciendo: «El 26 de julio de 1953 reanudamos la lucha por la independencia, que José Martí había iniciado el 10 de octubre de 1868; de él habíamos recibido los principios éticos sin los cuales no puede concebirse una revolución. De él recibimos también un inspirado patriotismo y un elevado concepto del honor y la dignidad humana como nadie en el mundo pudo enseñarnos… El día de su caída, el 19 de mayo de 1895, Martí se inmoló por el derecho a la vida de todos los habitantes del planeta”.
José Martí está considerado uno de los más grandes escritores del mundo hispánico, pero su importancia y relevancia histórica derivan de la universalidad de su pensamiento atemporal. Dedicó su vida a la causa de la independencia de Cuba de la corona española y al sentimiento nacional de no volver a caer bajo un nuevo régimen colonial. Convencido de que la libertad del Caribe era fundamental para la seguridad de América Latina y para la confrontación en pie de igualdad con los países del mundo, Martí dedicó su talento intelectual y político a forjar el destino de Cuba. Sus enseñanzas y su pensamiento fueron guía y mentor del pueblo cubano.
No se puede soslayar en absoluto la peculiaridad del período histórico concreto en que se desarrollaron sus obras, sus ideas y su acción revolucionaria. Nos encontramos en la segunda mitad del siglo XIX, caracterizada por grandes transformaciones económicas y sociales en todo el mundo».
No se trata de crear cortocircuitos teóricos o cronológicos, sino porque hay confluencias objetivas sobre el discurso de la cultura popular y la revolución como un profundo acto de amor hacia el pueblo, hacia los que te dan la vida, hacia los «camaradas» de lucha antiimperialista. Un ejemplo es el multipolarismo también moral como rechazo a la dictadura cultural o a la ideología del capital. Que en el pensamiento de Gramsci y Martí podemos ver puesto como conflicto en la dialéctica violenta de la oposición con un Internacionalismo, donde la clase de los excluidos, los hijos de los explotados son reconocidos universalmente como el pueblo de la nueva humanidad.Hoy, a estos dos grandes nombres, Martí y Gramsci, añadiría sin duda a Bolívar, Guevara y los dos comandantes eternos Fidel Castro y Chávez. Recuperar hoy su pensamiento es importante, como batalla por la liberación antiimperialista. Ahora seguimos sometidos a la dominación del Imperialismo, como lo demuestra la resistencia heroica del pueblo de Venezuela y de los pueblos de Cuba, Nicaragua y Bolivia, que tratan de luchar contra el bloqueo infame y la agresión que reciben todos los días». Martí había teorizado la Nueva América, así como contra el Imperialismo y el Colonialismo, al igual que Gramsci había planteado el problema de la redención de clase del Sur, que no es una perspectiva meramente «geográfica», sino que es una dimensión más general que Gramsci refiere a nuestro Sur del multicentrismo.
Las revoluciones independentistas en lo que él llamaba Nuestra América -que nosotros, para definirla mejor, llamamos a menudo Indoamérica- no activaron una verdadera transformación de la época colonial en toda su extensión. Su aspiración era llevar a Cuba a la independencia, a la realización de una república diferente de la que había conocido. La Cuba con la que sueña es una sociedad donde «reine la igualdad, la justicia social para las grandes masas populares. A favor de los pobres, a favor de los humildes, en la que la distribución de los bienes naturales ya no sea tan desigual, como ocurría no sólo en Cuba, sino también en los propios Estados Unidos.
Combinando las ideas de Martí y Gramsci, podemos pensar en el Sur como el Sur de los oprimidos del multicentrismo que lucha contra el Norte imperialista, ya sea el estadounidense, el italiano o el europeo. La cuestión del Sur es una cuestión supranacional que se combina con el concepto de soberanía nacional y soberanía de clase desde los Cuadernos de Gramsci, y todo ello pasó por la creación de los Partidos Comunista y Revolucionario.
El reconocimiento popular significa «asumir los sentimientos de pertenencia nacional y de autodeterminación a través de una cultura de ruptura pero que lleva en sí un profundo sentimiento de amor revolucionario». Debemos retrotraer este pensamiento a lo que está ocurriendo hoy por ejemplo en Cuba, en Venezuela, en los países del ALBA que con sus diferencias están viviendo sin embargo transiciones al Socialismo que caminan en un modo de aplicación y con culturas diferentes a la de nosotros los comunistas occidentales, pero a las que estamos unidos en la esperanza de poder transformar no sólo nuestro marxismo eurocéntrico sino construir una nueva humanidad llena de amor revolucionario. Los comunistas que vivimos en Europa no existiríamos sin Martí, Gramsci, Mariatequi, Guevara, Fidel, Chavez no sólo, y no tanto, por razones teóricas, sino por la capacidad de mantener vivo un faro revolucionario antiimperialista que une a todos los Sur y a todas las latitudes de los Sur.
Incluso en Occidente, es necesario abandonar un enfoque occidental-centrista de la visión marxista del Norte y abordar también la lectura y aplicación del decir y hacer de la Tricontinental de Guevara, a partir del pensamiento y la acción de Martí».Un gran revolucionario, un gran intelectual militante. La obra escrita y práctica de Martí, como la de Gramsci, Fidel, Chavez, desgraciadamente no es conocida en Italia y en Europa en general. Al menos no lo suficiente en relación a la importancia histórica, teórica y práctica de estos grandes revolucionarios.
Las disciplinas del conflicto de clases, así como los procesos revolucionarios, no pueden vivirse en compartimentos estancos, no pueden vivirse en términos puramente pedagógicos, sino en términos de pedagogía revolucionaria. Sin entrar en polémicas con otros partidos, con otras estructuras, pero debemos representar un punto de vista diferente, no sólo en el análisis económico y político de la crisis capitalista, sino también en la coordinación del pensamiento teórico desde Marx a Lenin, a Fidel a Chávez pasando por Gramsci y Guevara .
Por eso nuestro análisis teórico y nuestro trabajo y acción política se relacionan y tienen que ver directamente, ahora también aquí en Europa, con la dimensión del internacionalismo de clase, con el posicionamiento político internacional de todo movimiento, organización y partido de la izquierda alternativa y de clase, comunista, en el seguimiento de un marco y modelo pluripolar en la conciencia de que nuestro reto «aquí y ahora» es mantener viva también en la realidad europea de la crisis sistémica la idea y la práctica de la superación revolucionaria del modo de producción capitalista. Esto en términos de una perspectiva programática real para ir más allá de la solidaridad política, pr Nuestra tarea es actualizar este pensamiento como continuación del pensamiento marxista, martiano y gramsciano. No se trata en absoluto de hierros viejos. Basta utilizar la inteligencia, la capacidad de actualización, el coraje y el reconocimiento popular para volver a proponer como materia viva el análisis concreto de los mismos en la educación de nuestros jóvenes, para formar subjetividades capaces de cuestionar el orden existente, el orden imperialista y capitalista.
acticando experiencias políticas de clase como parte de una dimensión internacionalista del anticapitalismo y las transiciones concretas del socialismo posible y necesario ya en el campo en varias partes del mundo.
Los desafíos del socialismo en y en el siglo XXI -y esto es lo que enfrentan las revoluciones en Cuba y Venezuela, es decir, las relaciones internacionales entre pueblos y gobiernos progresistas democráticos y revolucionarios en la dimensión internacional multicéntrica, frente al capitalismo agresivo, luchando contra una crisis estructural de más de treinta años y con la elaboración de una estrategia sistemática de guerra imperialista- son complejos, sobre todo porque es necesario retomar -después de 1989- el camino de la construcción de una sociedad socialista para que desaparezcan las viejas referencias internacionales.
Los revolucionarios comunistas, martianos y gramscianos han guiado y guían la acción de hombres y mujeres que creen firmemente en la idea no sólo antiimperialista de la autodeterminación, sino de una patria libre de dominación.