¿Porque son fascistas las políticas migratorias de Donald Trump? Por Yoselina Guevara López

El secuestro y deportación de 238 migrantes venezolanos por parte del gobierno norteamericano a inicios de marzo, ha arrojado luz no solo sobre el talante netamente fascista de la administración Trump, sino también del intrínseco fascismo  que está detrás de todo un sistema creado contra la migración sustentado en la criminalización de los migrantes, con la reclusión en centros de detención donde son tratados peor que animales, los abusos policiales sistemáticos y la persecución constante solo por el hecho de ser extranjeros.

Esta es una realidad, llena de abusos y violaciones a los derechos humanos fundamentales que no solo la viven los migrantes en los Estados Unidos, sino también en Europa; que hemos visto que no termina en las fronteras exteriores, sino cuyo sistema lleva hasta la periferia. Es una constante donde Washington utiliza a El Salvador, y Europa a los Balcanes, con modelos que se repiten, hechos a la medida contra los migrantes, como el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) en Centro América, y la cárcel de Balkova en la República Checa.

            Regresando a Donald Trump el tema de la migración ilegal fue uno de los caballos de batalla de su campaña electoral, cabalgando sobre el miedo de los votantes a la delincuencia de las bandas criminales, que paradoxalmente la primera potencia del mundo no ha podido controlar, así como tampoco no ha sabido promover la integración y la inserción en el campo laboral de una manera justa y organizada a los miles de migrantes que a diario cruzan las fronteras para entrar en los Estados Unidos.

Analizando las políticas contra la migración impuestas por el actual mandatario estadounidense podemos distinguir una serie de rasgos que son netamente fascistas, pero subrayamos que su núcleo central se encuentra en la búsqueda de convertir a los migrantes en el “chivo expiatorio”, el culpable de los daños, las carencias, el desempleo, la injusticia en la distribución de la riqueza, la falta de acceso a beneficios sociales, la inseguridad que viven los ciudadanos norteamericanos.  Escondiendo que son las altas finanzas y los gobiernos belicistas los que están sumiendo al mundo en una crisis, donde los migrantes pobres son el eslabón más débil de la cadena.

Nacionalismo exacerbado, el enemigo extranjero

El fascismo se caracteriza por un fuerte nacionalismo que puede llevar a la demonización de los «otros». El estribillo constante en los mítines republicanos fue sin duda el de la deportación masiva, es decir, la repatriación de las personas que residen ilegalmente en suelo estadounidense, pero que se ha extendido hasta quienes habían alcanzado un estatus migratorio legal con algunos beneficios o quiens esperaban regularizarse en los Estados Unidos. Aunque ciertamente Trump no ha sido el único presidente en adoptar estas medidas, pero el número y volumen de las repatriaciones ya lo ha enfatizado el mandatario estadounidense que será mucho mayor que en el pasado.

De hecho por ejemplo con la eliminación del Parole humanitario que permite la deportación de cerca 530 mil cubanos, haitianos, nicaragüenses y venezolanos que lograron ingresar legalmente a Estados Unidos durante el gobierno de Joe Biden se enfrentaran ahora a la posibilidad de ser detenidos y deportados. Asimismo la aplicación de la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798 y la deportación de migrantes pueden reflejar un nacionalismo extremo que busca supuestamente “proteger la identidad nacional” a expensas de los derechos humanos y la dignidad de los extranjeros.

Supresión de derechos civiles, trato indigno a los migrantes

La aplicación de las leyes que permiten la deportación y el encarcelamiento sin juicio, como la Ley de Enemigos Extranjeros, son un ataque claro y rampante a los derechos civiles. Aunado a las órdenes ejecutivas emanadas por la Casa Blanca donde se dan instrucciones claras y precisas a las patrullas fronterizas estadounidenses para que ignoren las solicitudes de asilo de los indocumentados y los expulsen de la frontera.

Esta es una característica del fascismo la erosión de las libertades individuales y los derechos humanos fundamentales, amparados en una legislación que justifique este tipo de aberraciones; así como también el uso represivo del poder estatal para controlar a la población, particularmente a aquellos considerados como «amenazas».

Estigmatización y criminalización de los migrantes

El fascismo y en primera instancia el nazismo ha usado históricamente una retórica para justificar la deportación y la detención de migrantes la cual  frecuentemente incluye elementos que estigmatizan a estos grupos como peligrosos o indeseables.

Es la reproducción de la estigmatización que sufrieron los judíos, los comunistas, los gitanos, que al no ser de la llamada “Raza aria” o al estar en contra del fascismo y el nazismo eran enviados a campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Trump reproduce esta política de criminalización, sobre todo de los venezolanos, a quienes asocian a bandas delictivas como el Tren Aragua, pero que no tiene misura ni una razón legal  al producir deportaciones de ciudadanos solo por el hecho de tener un tatuaje.

Esta táctica de estigmatización y criminalización es común en regímenes fascistas que buscan crear un enemigo interno para consolidar el poder y desviar la atención de los problemas internos, que en el caso de los Estados Unidos se han ido desbordando llevando al colapso a la población.

Uso del «Miedo» como herramienta política

Tanto la Ley de Enemigos Extranjeros como las actuales políticas sobre migración que se aplican en los Estados Unidos, pero también en Europa pueden ser vistas como el uso del miedo para justificar acciones drásticas; en dos direcciones por una parte hacia los ciudadanos norteamericanos haciéndoles creer que son víctimas de una invasión de extranjeros delincuentes y por otra parte sobre los migrantes quienes viven en una situación de limbo legal, incertidumbre y angustia.

Trump ha anunciado que es posible que recurra al uso del ejército, sin especiales implicaciones legales, aunque no puede desplegarse con fines policiales a menos que la medida esté autorizada por el Congreso. Sin embargo, el presidente podría declarar el estado de emergencia nacional y recurrir a la Ley de Insurrección de 1807, que establece que el ejército puede ser movilizado en caso de emergencia.

En el pasado, varios presidentes recurrieron a esta ley, por diferentes motivos, entre ellos Lincoln, Eisenhower y Kennedy. Es ampliamente documentado que en contextos fascistas, el miedo se utiliza para movilizar el apoyo popular para lograr el consenso en la aplicación medidas que restringen libertades y derechos.

Desigualdad y discriminación

Las políticas que afectan negativamente y desproporcionadamente a ciertos grupos étnicos o nacionales reflejan la puesta en práctica de una ideología que se alinea con los principios fascistas, donde se privilegian ciertos grupos sobre otros basándose en características arbitrarias como la nacionalidad o la raza.

La discriminación y desprecio que sufren en los Estados Unidos los venezolanos, pero también todos los latinoamericanos es la manifestación fehaciente del fascismo histórico, que no tiene nada de nuevo, que se basa primero en la construcción de una narrativa publica negativa en torno al migrante como “delincuente” y que ve su punto más álgido en la aplicación de políticas de rechazo, deshumanización, opresión, persecución, maltrato, violencia, secuestro  y deportación de los migrantes, que promueve la administración de Donald Trump.

Yoselina Guevara López: comunicadora social venezolana, analista política, articulista en diferentes medios internacionales, cuyo trabajo ha sido traducido al inglés, gallego, italiano, griego y sueco. Actualmente se desempeña como articulista en el Diario VEA, Venezuela, Lybia 360, Canadá, y el Portal Información al Desnudo, Nueva York, Estados Unidos. Fue ganadora del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2022 (Venezuela), mención especial Opinión; Premio Nacional de Periodismo Aníbal Nazoa 2021 (Venezuela); I Concurso Memoria Histórica Comandante Feliciano 2022 (El Salvador) Tercer lugar. Es autora del libro “Fascismo y nazismo: evolución de la violencia hasta nuestros días”.

Shares