El pasado 28 de julio cumplió 70 años el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías y hoy, 13 de agosto, arriba a sus 98, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. No hay homenaje mejor que mantenerse en lucha, con el rumbo de la brújula bien definido del lado de los pueblos, con la lucidez de quienes no claudican ideológicamente, ni se dejan confundir por la retórica liberal, colonizadora, fascista y anticultural del imperialismo, del occidente geopolítico o las ultraderechas serviles que pretenden eternizar la injerencia y la dominación en nuestros países y que cada día, perpetran genocidios como el que ahora mismo acontece contra el pueblo de Palestina.
En enero de 1959, la marea de pueblo que acudió a recibirlo, los montes abruptos, el chasquido del agua de los manantiales sobre las piedras, las espesuras vegetales, los profusos cerros en las cercanías de la capital venezolana, tanta estirpe y naturaleza propicias para guerrillerear, impactaron el ánimo del Comandante Fidel Castro Ruz al llegar a Caracas, la ciudad del Libertador, allí donde el viajero José Martí se acercó a la estatua de Simón Bolívar sin quitarse el polvo del camino. Fidel meditó que la guerra de liberación en Cuba habría sido mucho más breve si La Habana hubiera estado rodeada de montañas y florestas, como ocurría en el valle de Caracas, una impresión que develó en sus palabras a los pobladores del país en numerosas oportunidades, durante su primera visita a Venezuela tras el triunfo de la Revolución Cubana, cuando además vislumbró que en el futuro también una Revolución tendría lugar allí.
Fidel pudo en 1994, desde el arribo a Cuba del protagonista de la insurrección cívico-militar del 4 de Febrero de 1992 en Venezuela, aquilatar de cerca la dimensión de un líder como el Comandante Chávez. Una vez, incluso, afirmó que lo había intuido, porque Fidel consideraba que, cuando el momento histórico lo requiere, surgen los líderes que encarnan la vida y los sueños de los pueblos. En aquella oportunidad percibió en él, rediviva, la idea bolivariana de la integración de Nuestra América y la búsqueda de una segunda y verdadera independencia para el continente latinoamericano y caribeño. Chávez era un inspirado en las ideas del Libertador y un apasionado de la historia. Fidel percibió también su sencillez: Chávez expresaba su voluntad de merecer con su vida futura, los honores a que ya era acreedor sin percatarse.
En 1999, al asistir a la primera toma de posesión de Chávez como presidente del país, Fidel analizó en el discurso pronunciado en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, las condiciones en que se ponía en marcha una aspiración popular largamente acariciada en Venezuela y lo que ello significaba como afronto al imperialismo. Vislumbró las dificultades por venir, ponderó el papel de Venezuela en la geopolítica regional y universal, le atribuyó un rol esencial en las posibilidades que podrían abrirse a nuestros pueblos, recordó a Bolívar y anticipó la agresividad del imperio para el renacer venezolano. La historia probó con creces todas sus reflexiones de entonces. Enarboló allí, con honestidad y rigor, sus reflexiones:
“Esta vez las esperanzas están por delante, veo en ellas un verdadero renacer de Venezuela, o al menos una excepcional oportunidad para Venezuela. Lo veo no sólo en interés de los venezolanos, lo veo en interés de los latinoamericanos y lo veo en interés de los demás pueblos del mundo, a medida que este mundo avance, porque no va a quedar otro remedio, hacia una globalización universal”.
Luego reconoció un problema, “una preocupación concreta que tengo -dijo- es que se ve, y es natural, que han levantado muchas expectativas en Venezuela con motivo del extraordinario resultado de las elecciones ¿A qué me refiero? A la tendencia, natural, lógica, en la población de soñar, desear que un gran número de problemas acumulados se resuelvan en cuestión de meses. Como amigo honesto de ustedes, y por mi propia cuenta, pienso que hay problemas que no se van a resolver ni en meses, ni en años. (Aplausos).
“Nadie está en las condiciones de ustedes para luchar por algo tan importante y prioritario en este instante difícil, por la unión, la integración, digamos por la supervivencia si quieren, no solo de Venezuela, sino de todos los países de nuestra cultura, de nuestra lengua y de nuestra raza.”
Más adelante afirmó: “Hoy más que nunca hay que ser bolivariano; hoy más que nunca hay que levantar esa bandera de que patria es humanidad, conscientes de que solo podemos salvarnos si la humanidad se salva…”.
“Bolívar, el Libertador, que fue siempre para mí el más grande entre los grandes hombres de la historia… Bolívar llevaba en su mente todo un universo repleto de ideas justas y sentimientos nobles. Por eso admiro tanto a Bolívar. Por eso considero tan enorme su obra. No pertenece a la estirpe de los conquistadores de territorios y naciones, ni a los fundadores de imperios que dio fama a otros; él creó naciones, liberó territorios y deshizo imperios”.
Finalmente, Fidel señala el camino para luchar y triunfar. Se pregunta y responde y su voz es vaticinio y certeza: “¿Cuáles serán las armas esenciales? Las ideas; las conciencias. ¿Quiénes las sembrarán, cultivarán y harán invencibles? Ustedes. ¿Se trata de una utopía, un sueño más entre tantos otros? No, porque es objetivamente inevitable y no existe alternativa. Ya fue soñado no hace tanto tiempo, solo que tal vez prematuramente. Como dijo el más iluminado de los hijos de esta isla, José Martí; “Los sueños de hoy serán las realidades de mañana”.
Por estos días, cuando son agredidos la soberanía de la República Bolivariana de Venezuela, la ética que es tradición chavista, la dignidad de las instituciones democráticas basadas en la participación protagónica del pueblo, y la voluntad popular en las urnas, que concedió de manera rotunda la victoria al candidato del Gran Polo Patriótico, Nicolás Maduro Moros, resulta admirable la determinación de las masas revolucionarias y de su recién electo presidente de vencer la conjura fascista con la aplicación estricta de la Ley y la justicia, lo que me lleva a recordar una vez más las enseñanzas de Fidel, que siempre consideró vital la aplicación de la justicia para lograr una paz justa y definitiva, porque la aplicación de la justicia a su vez, garantiza un proceder limpio, ético, caballeresco dado solo a quienes tienen de su lado la verdad y la razón en la historia.
Unidad cívico-militar, Revolución pacífica pero armada -como expresó Chávez- pueblo movilizado en torno al liderazgo chavista, pueblo conciente y combativo, es la respuesta de la Revolución Bolivariana que ya está venciendo, que vencerá. Con ella, nos resteamos los que somos fieles a Chávez y a Fidel.