
(…) al fascismo no se le derrotó en el pasado con lamentos ni con frases almibaradas, ni concesiones. Se le derrotó con lucha.
Fidel Castro Ruz
Los más recientes acontecimientos en el mundo nos confirman que el fascismo en los últimos años se ha quitado el velo que cubría su rostro. Resulta de extrema preocupación, por su peso político, económico e influencia internacional la aparición en Estados Unidos de personajes como Donald Trump, John Bolton o Elon Musk, quien dejó inmortalizado para la historia el saludo nazi que realizó en enero de 2025.
La exaltación a los símbolos del fascismo en Ucrania, antes y después del inicio en 2022 del conflicto con Rusia; el homenaje en septiembre de 2023 en el parlamento canadiense a un veterano nazi de la Segunda Guerra Mundial; el fortalecimiento de partidos que promueven un nacionalismo extremo en importantes países de Europa como España, con el caso de VOX, o Francia con Agrupación Nacional; o el ascenso al poder en América Latina de Mauricio Macri y Javier Milei en Argentina, Jair Bolsonaro en Brasil, o Nayib Bukele en El Salvador, por solo citar algunos ejemplos, evidencian un fenómeno de mayor profundidad y complejidad, más allá de lo visible en la escena mundial.
El fascismo, ideología surgida en la Europa del siglo XX, específicamente en Italia con el ascenso de Benito Mussolini en 1922, tuvo un impacto significativo en el último siglo, y contribuyó de manera decisiva al exterminio de millones de ciudadanos, principalmente los judíos, y al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Se caracteriza, entre otros rasgos, por su anticomunismo, militarismo, autoritarismo, rechazo a la democracia liberal y nacionalismo extremo.
El fin de la última conflagración mundial no enterró al fascismo por completo, este resurgió en diferentes regiones del planeta y con nuevas características. Si bien el neofascismo tiene puntos en común con su predecesor, presenta importantes diferencias con este.
El auge del fascismo y otras manifestaciones similares representa uno de los mayores peligros de la contemporaneidad, sus posturas irracionales constituyen una amenaza para la dignidad humana y la propia supervivencia de la especie. Ante este desolador panorama, recurrir a las ideas humanistas más avanzadas de nuestro tiempo y a la acción oportuna y unida de todos los hombres y las mujeres de buena voluntad resultan antídotos indispensables para salvarnos a tiempo de la irracionalidad.
De los líderes políticos del mundo, uno de los que más reflexionó profundamente, denunció y combatió el fascismo u otras expresiones similares fue Fidel Castro Ruz, no solo desde el campo de las ideas, sino también desde el terreno político, diplomático y militar. Su pensamiento humanista lo llevó a posicionarse contra una de las mayores amenazas de nuestro tiempo.
El fascismo es contemporáneo con la vida del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana; la ausencia de un sistema de ideas y estudios profundos y de larga duración acerca de este fenómeno para el momento en que él llegó a la vida política–como ocurría con los estudios sobre el Capitalismo, la esclavitud, religión, etc.- no fue impedimento para que lo comprendiera en toda su magnitud, inmerso en la época de los acontecimientos que intentaba comprender y denunciar.
De la amplia y copiosa documentación generada por Fidel Castro a lo largo de su vida, son múltiples las referencias y reflexiones en torno al fascismo; no obstante, resulta llamativo que desde el primer documento que se conoce ya tomara un posicionamiento contra este.
En la carta al presidente Franklin D. Roosevelt, en noviembre de 1940, el adolescente de 14 años además de felicitar al presidente por su victoria electoral, -la cual se desarrolló en medio de la invasión nazi a Europa y marcada por el apoyo norteamericano a los Aliados-, lo convida en las pocas palabras de su posdata a explotar las minas de hierro de Mayarí, para la construcción de barcos.
If you want iron to make your ships I will show to you the biggest (minas) of iron of the land. They are in Mayarí. Oriente Cuba.
Esta información, aparentemente ingenua, confirma el interés con el que el adolescente siguió la campaña presidencial, quien enarboló como una de sus principales políticas el cumplimiento del Acuerdo de destructores por bases, firmado el 2 de septiembre de 1940 con Inglaterra y que consistió en la entrega acelerada de barcos de guerra para proteger la isla europea de una eventual invasión de la Alemania Nazi. Para ello se necesitaba con inmediatez acero y así lo expresó Roosevelt en su campaña.
En los siguientes años el joven Fidel Castro se involucró de a lleno en la política nacional, y si bien en el periodo prerrevolucionario son escasas las referencias al fascismo y su impacto en el mundo, esto cambió radicalmente luego del triunfo de la Revolución en 1959. La irrupción gradual y pujante del proyecto cubano en el escenario internacional así lo exigía.
Las escalonadas agresiones imperialistas y el empleo de métodos fascistas contra Cuba fueron decisivas en la radicalización del proceso político en la Isla y en la denuncia por parte de Fidel de estos métodos.
Contra Cuba se han aplicado los más perversos métodos fascistas con el objetivo de implosionar una sociedad que mayoritariamente respalda el proceso revolucionario; desde invasiones militares, guerras mediáticas, económicas, biológicas, hasta acciones terroristas, se han puesto en práctica contra la Isla. Cada una de ellas contó con la denuncia enérgica y oportuna del Comandante en Jefe, por lo que entender el engendro del fascismo se le hizo una necesidad para comprender el tiempo que le tocó vivir.
En octubre de 1976, al denunciar uno de los actos más brutales y fascistas perpetrados contra Cuba como el Crimen de Barbados expresaba:
El imperialismo, el capitalismo, el fascismo, el neocolonialismo, el racismo, la brutal explotación del hombre por el hombre en todas sus formas y manifestaciones, se acercan al ocaso en la historia de la humanidad, y sus enloquecidos servidores lo saben; por eso sus reacciones son cada vez más desesperadas, más histéricas, más cínicas, más impotentes. Solo eso puede explicar crímenes tan repugnantes y absurdos como el de Barbados.
Fidel comprendió que el fascismo fue un instrumento creado por el imperialismo, encaminado al exterminio del comunismo y la Unión Soviética.
A criterio de este investigador, el principal aporte de Fidel a los estudios sobre el fascismo fue el de haberse percatado y denunciar la relación coherente e incondicional entre el imperialismo y el fascismo y sus manifestaciones similares.
Para el estadista cubano, el binomio imperialismo-fascismo eran inseparables, pues considera que el fascismo no constituye un elemento ajeno al capitalismo, sino un fenómeno que le es consustancial, donde el imperialismo, en su proceso de mayor radicalidad, deviene inevitablemente en la aplicación de métodos fascistas.
En fecha tan temprana como marzo de 1961 nos advertía de esta relación:
¿Son feroces los imperialistas, tan feroces como los nazis? Sí, es que el nazismo no era más que una consecuencia del imperialismo; el nazismo, como el fascismo, son la meta o el fin de los regímenes imperialistas; y lo que alimentó aquella sed de sangre, aquellos crímenes espantosos, aquel exterminio de pueblos enteros, era el mismo afán de dominio, de explotación y de riquezas que domina los cerebros morbosos de los guerreristas yankis.
Con la sagacidad que lo caracteriza, Fidel no solo entiende que las ideas del fascismo no murieron con el fin del régimen nazi en Alemania en 1945, sino que estas estaban resurgiendo en el mundo estimuladas por el imperialismo norteamericano. En enero de 1962 denunciaba las acciones del imperialismo de “apoyar el neofascismo en aquellos países donde el fascismo fue derrotado”.
Resulta llamativo el empleo del término neofascismo en una época en el cual no existía un consenso claro ni definitivo entre los académicos sobre su denominación, y menos aun se encontraba incorporado en los discursos políticos de los líderes mundiales. Ello pudiera ser un reflejo de cuánto interés le prestaba al fenómeno del fascismo y cuán actualizado estaba sobre los debates académicos respecto al tema.
Sobre las diferentes manifestaciones de neofascismo se pronunció en reiteradas ocasiones el Comandante en Jefe. Fueron profundas sus reflexiones en torno al franquismo, el sionismo, el apartheid o las dictaduras en América Latina; con respecto a estas últimas desentrañó y denunció el apoyo del imperialismo en el sostenimiento de cada uno de estos engendros, porque para Fidel “el fascismo era la expresión más acabada del pensamiento reaccionario burgués e imperialista”.
Con el desarrollo del internet y las redes sociales, desde finales del siglo XX la humanidad sufre de una nueva modalidad de fascismo, aunque sin modificar su esencia: el fascismo digital. Si bien los métodos de Goebbels se mantienen vigentes para las élites fascistas, en la contemporaneidad se le ha sumado este nuevo escenario. En nuestro continente países como Cuba, Venezuela y Nicaragua son víctimas de permanentes operaciones fascistas de guerra cognitiva.
Aunque Fidel no pudo ver en toda su magnitud el auge de las redes sociales sí reflexionó sobre el papel que desempeñan los medios masivos y el internet en manos del imperialismo. A pesar de ser casi un octogenario, su pensamiento antidogmático lo llevó a comprender que “internet es un instrumento revolucionario” si es empleado con fines instructivos, es por ello que en julio de 2001 explicaba la política de la Revolución ante el nuevo escenario: “Utilizaremos exhaustivamente internet para la educación y la cultura”.
Tal postura de la Revolución intenta convertirse en un antídoto contra las amenazas que representa la globalización de la banalidad y de las ideas más retrógradas de la humanidad.
En noviembre de 2005, en uno de sus últimos discursos y más memorables reflexionaba sobre el camino que habían tomado los medios en manos del imperialismo y sus aliados:
(…) los medios masivos se apoderaron de las mentes y gobernaban no solo a base de mentiras, sino de reflejos condicionados. No es lo mismo una mentira que un reflejo condicionado: la mentira afecta el conocimiento; el reflejo condicionado afecta la capacidad de pensar. Y no es lo mismo estar desinformado que haber perdido la capacidad de pensar (…)
Ante la nueva oleada del fascismo mundial, nuestros pueblos tienen el sagrado deber con las futuras generaciones de luchar hasta las últimas consecuencias, porque al decir de Fidel:
(…) al fascismo no se le derrotó en el pasado con lamentos ni con frases almibaradas, ni concesiones. Se le derrotó con lucha. Tomar conciencia de las realidades, advertirlas a tiempo, denunciar y combatir resueltamente esa política demencial, es uno de los caminos para evitar el holocausto. Hay que demostrarle que al mundo de hoy no se le puede intimidar por la amenaza y el terror ni imponerle semejante política; que no habrá Munichs ni concesiones indignas; que la oposición será resuelta y que los pueblos resistirán, si fuera necesario hasta la muerte, sus criminales pretensiones.
Frente al injusto e irracional escenario que nos ha impuesto el imperialismo y el fascismo, ¿qué hacer…? y nuevamente encontramos la respuesta en Fidel:
¡Sembrar ideas! ¡Sembrar ideas! ¡Y sembrar ideas! ¡Sembrar conciencia! ¡Sembrar conciencia! ¡Y sembrar conciencia!