En el mundo capitalista de Trump los buenos son los ganadores y los malos los perdedores. Por tanto, lo peor y más ofensivo que se le puede decir a un terrorista es que es un perdedor, no importa que quienes más hayan perdido –la vida– sean las víctimas de los atentados
Fuente: El Diario
Obsérvese que el empresario, de todos los posibles calificativos, y a pesar de su carácter lenguaraz, elige «perdedores». Ni criminales, ni asesinos, ni hijoputas, y hasta evita el de monstruos; su peor calificativo es el de «perdedores». Vale la pena reflexionar sobre ello. La estructura mental del empresario neoliberal no se mueve dentro de coordenadas morales sino en un marco de competitividad, es decir, de ganadores y de perdedores. Es el marco conceptual que diría George Lakoff.
En su absurda ceguera neoliberal, el presidente de Estados Unidos no entiende que si hay algo que despierta el odio entre el terrorismo islámico es la sensación de que lo han perdido todo por culpa de Occidente y que lo ganarán gracias al paraíso prometido por el Islam. Ese terrorista que explotó en Manchester llevándose otras 22 vidas lo hizo sabiendo ya que era un perdedor y su miserable consuelo era conseguir convertir a unos adolescentes inocentes en perdedores como él. De modo que llamarle perdedor es solo recordarle a algunos el motivo por el que nos odian.