La política militarista de EE.UU. está preparando otro escenario de guerra que amenaza la soberanía de Sudamérica.

Fuente: ALAI

Latinoamérica, privilegiada de abundantes recursos naturales, especialmente su enorme reserva de agua potable, desde hace siglos ha sido codiciada y saqueada.

La política expansionista del imperio estadounidense, aliada de algunos gobiernos latinoamericanos, incita la contrarrevolución bolivariana para derrocar al presidente Nicolás Maduro; acabar el proyecto bolivariano; detener el avance de gobiernos democráticos y progresistas; impedir la unidad de los pueblos latino y recolonizar Suramérica.

La obsesión contrarrevolucionaria está vinculada a la conservación de la sociedad estadounidense, y es necesario señalar al presidente Nicolás Maduro como polígono de la confrontación, alegando violación de los derechos humanos como excusa para entrometerse en los asuntos internos de otros países, consolidar su plan de dominio sobre las naciones latinas, poseedoras de inmensos recursos naturales y estratégicos – , petróleo, gas, aluminio, minas metálicas, y otros -.

Hay muchas razones para la obsesión contrarrevolucionaria de Estados Unidos, entre ellas, la caída del presidente de Venezuela. El imperio está seguro que un golpe de Estado pondría fin a la Revolución Bolivariana. Y después vendría la recolonización de Suramérica.

La contrarrevolución financiada por el imperio de los Estados Unidos, destruye propiedades del Estado venezolano.

No siempre el blanco de la agresión es el verdadero motivo de la confrontación. Esta invasión que se avizora se debe a las reservas de agua potable que posee Suramérica. Hay otras razones, entre ellas: el petróleo, el aluminio y el coltán – Venezuela posee las mayores reservas de petróleo y coltán a escala mundial -. Pero el agua es la dinámica obsesiva de Estados Unidos.

Surge la pregunta premonitoria sobre la crisis capitalista de los Estados Unidos, que busca superar, a través de invasiones y recolonización, su decadencia hegemónica reflejada en el proceso acelerado del agotamiento de su reserva hídrica y forestal.

Según la Dirección del Departamento de Agricultura, al finalizar la primera mitad de la presente centuria, sólo el 50% de la superficie actual de sus bosques sobrevivirá, y al mismo tiempo, el 50% de su ecosistema desaparecerá.

Al arribar el año 2.037, desaparecerá físicamente más del 28% de sus bosques. Y para 2080, se habrá acabado su última reserva selvática. Y con ella, las fuentes de agua.

Sus plantas industriales, expulsan anualmente a la atmósfera más de 100 millones de toneladas métricas de gases de sulfuro, equivalente a un volumen superior de 200 millones de toneladas métricas de CO2 de emisiones, causante de la lluvia ácida. Más del 80% del azufre presente en la atmósfera es producido por las plantas industriales de los Estados Unidos, que al mismo tiempo contaminan ríos y lagos al vaciar más de 120.000 etiquetas diferentes de síntesis químicas al ambiente.

Según informes del Departamento de Agricultura – United States Department of Agriculture -, una extensión de 769.000 km2, equivalente al 8.5% del total de la superficie de Estados Unidos, produce el 80% del agua potable, pero sus bosques no resisten la ofensiva sin tregua “anti-forestal”1.

La región biogeográfica situada sobre la cadena montañosa de los Apalaches, que recorre desde Alabama hasta Nueva Inglaterra, el 90% de la superficie ha disminuido su masa forestal, las áreas desérticas se observan como si los árboles fueron bombardeados con napalm o gasolina gelatinosa. .

En Monte Mitchell – Carolina del Norte -, toda la cumbre de la montaña despliega una extensa zona de árboles secos, en otras áreas la vegetación y ecosistemas parecen haber sido rociadas con productos químicos defoliantes, o fumigados con herbicida de alta concentración, a base de glifosato.

En la Región de los Grandes Lagos; los de la zona este; los que cubren tierras boscosas de las montañas de Andirondack y 420 lagos ubicados en Washington, Montana, Dakota del Norte, y Minnesota, tienen un pH inferior a 5 – nivel al que muere toda vida acuática y sub-acuática. Otros 19 mil reciben contaminación. Pero no sólo están contaminados, se están secando pavorosamente.

 Sectores que son objeto de preocupación en los Grandes Lagos

En 1960, el congreso de los Estados Unidos aprobó el acta “Clean Water Act”, cuando descubrió la elevada concentración de fósforo presente en los lagos Erie, Ontario y Míchigan. Pero los reportes científicos son menos halagadores, prevén que sus glaciares se descongelarán entre 2035 a 2039. Y antes de finalizar la primera mitad del presente siglo, el 80 % de los glaciares desaparecerán a ritmo de 41cm anual, y con ellos, las vertientes hidrográficas. Ejemplo clásico; Los glaciares de Alaska desde 2000 a 2017, han retrocedido más de nueve metros.

Sus industrias liberan anualmente a la atmósfera más de 160 millones de toneladas métricas de gases de sulfuro, equivalente a un volumen superior de 250 millones de toneladas métricas de CO2 de emisiones, responsable de la lluvia ácida. Más del 85 por ciento del azufre depositado en la atmósfera es producido por los Estados Unidos, que al mismo tiempo contamina ríos y lagos a través de más de 140.000 etiquetas diferentes vertidas al entorno ambiental.

Las zonas de mayor concentración industrial, son las más productoras de lluvias ácidas, y registran máximos niveles de dióxido de azufre a escala mundial. Cada año originan lluvias ácidas. Ejemplo clásico: En Kone, zona industrial de Pittsburgh – Pensilvania -, han caído lluvias ácidas como el ácido acético. En Wheeling – Virginia Occidental -, se precipitó una lluvia con pH casi equivalente al ácido de batería de arranque.

Ante esta dramática realidad, Estados Unidos tendrá que perforar sus espacios de aguas subterráneas para garantizar a corto plazo, la vida de cien millones de estadounidenses, habituados al derroche diario de 90 galones de agua por habitante. El imperio desperdicia 160 billones de galones de agua al año, pero no podrá hacer nada para evitar la sequía que se abate como ave agorera sobre su población, que podría verse obligada a abandonar su país natal, rumbo hacia un lamentable, trágico y amargo exilio.

Un estudio realizado por el gobierno estadounidense durante la era Clinton, concluyó que gran parte de las regiones de los Estados Unidos se están quedando sin agua potable. El informe presagia un desastroso apocalipsis de su población amenazada de sed. Según la predicción oficial, 39 estados de los 50 entidades sub-nacionales, padecerá a partir de 2022, las consecuencias de escasez de agua potable. En Georgia, millones de personas sufrirán una sequía sin precedentes.

En el estado de Florida, su abastecimiento ya es insuficiente para satisfacer una población que crece anualmente. Los niveles de reserva de agua del Estado de New York, disminuyeron a indicadores preocupantes jamás alcanzados.

El suministro de agua es alarmante en el estado de California, en la cordillera The high – Sierra Nevada –, su principal aprovisionamiento, la nieve está desapareciendo mágicamente, hasta tal extremo, que Jack Hoffbuhr, director de la Asociación Americana de Agua – AWWA –, declaró a la revista Time que Los Estados Unidos debe prevenirse para enfrentar la alarmante e inminente crisis de agua potable. Mientras la Asociación Mundial del Agua – GWP -, organismo patrocinado por el Banco Mundial, alertó al gobierno de los Estados Unidos diciendo que en 2025, todos sus ríos, lagos y fuentes de agua potable colapsarán. Pero el reportaje publicado por NRDC en marzo del 2004, titulado Swimming in Sewage – “Nadando en Aguas Negras” -, alerta un futuro sombrío, nefasto y dramáticamente incierto: “las aguas usadas de Estados Unidos, está creando una crisis ambiental donde ningún ciudadano podrá sobrevivir”.

Us Pirg’s Clean Water – Agua Limpia de Piratas-, informó que el 62 por cien del complejo industrial, descargó 5.6 trillones de metros cúbicos de agua ácida y sedimento tóxico al mar, lagos y ríos, durante el período 2003 – 2004. A ese ritmo, al arribar 2025, 100 millones de estadounidenses no tendrán agua potable.

El Ogallala – del Siux: agua abundante -, cubre una superficie de 392 Km2 que lo convierte en el mayor acuífero de Estados Unidos, cuyo volumen es equivalente a la masa o cuerpo de agua del lago Hurón, suministra la irrigación de 6.5 millones de hectáreas dedicadas al maíz, sorgo, soya y trigo, consumen 160% la tasa de recarga del acuífero que disminuye su nivel de forma impresionante. De continuar esta tendencia en estos 36 estados, cuya población doblará en los próximos 15 años, según las proyecciones, las reservas de agua subterránea se agotarán y dejará en riesgo la actividad agrícola.

Según informó la FAO en 2003, entre los veinte principales productos agrícolas producidos en los Estados Unidos, figuran: Maíz, 256.904.993; Soya, 65.795.300, Trigo, 63.589.820 toneladas métricas.

Ejemplo clásico: dice la FAO, que el comercio de maíz en 2017-2018, presagia una disminución anual del 2,2%, mientras la producción de trigo decrecerá un 2,2 en 2017/ a partir de julio. Se prevé que el comercio de cereales secundarios caerá a 173 millones de toneladas en 2017/18, aproximadamente un 3 % menos que en 2016/17. El indicador más expresivo de la escasez de agua por pérdida de su cobertura boscosa, se refleja en la producción de tabaco disminuida en un 60% en 2003, y el menor ritmo dinámico de las tierras y praderas agrícolas, especialmente las de Nebraska, California y Texas. En consecuencia, la producción agrícola caerá 33,33% en los próximos siete años; disminuirá sensiblemente la ganadería en la región Media Oeste del país; los granjeros, debido a la reducción de subsidios agrícolas desviados hacia la guerra, duplicaran los precios de los cereales, cuyas consecuencias, causará enfermedades relacionadas con la nutrición de los niños.

Finalmente, éxodos masivos de millones de campesinos, migrarán hacia arrabales urbanos. El lago Mead, embalse construido en el río Colorado, es una de las mayores reservas de agua, su nivel se ha reducido 40 metros por debajo del mínimo registrado históricamente. Estudios científicos estiman que el Mead en los próximos 18 años, será un árido desierto.

La cordillera de los Apalaches; la cadena montañosa de las Rocosas; las llanuras centrales y del este; la red hidrográfica que drena en la Bahía de Hudson. La cuenca de los ríos más grandes de Estados Unidos: Misisipi- Misuri- Ohio, y la región de los Grandes Lagos, han disminuido su caudal, proporcional a la retirada de los glaciares y la tala de bosques.

El futuro Armagedón2 de los Estados Unidos incita el ánimo de invadir Suramérica, usando Venezuela como pretexto.

Por su abundante y variada reserva natural, América Latina ha sido una región atrayente, codiciada y saqueada por el imperio, que desde la era Monroe en 1825 incluyó en su agenda el dominio del agua – “América para los americanos-“3, y control hegemónico de la vida terrestre.

Estados Unidos, para apropiarse de las reservas de agua de América Latina, necesita derrocar la Revolución Bolivariana, utilizando como polígono de confrontación al presidente Nicolás Maduro. Pero el objetivo es el agua. Es el agua, no el presidente Nicolás Maduro, eso es lo que estoy diciendo.

La Amazonía es un complejo territorio. La región biológica más diversa, el sistema hidrológico más vasto del planeta.

El acuífero Guaraní, es el mayor curso de agua dulce bajo tierra. Con un área total de 1,2 millones de km², se extiende bajo el subsuelo de los Estados de Goiás, Mato Grosso do Sul, Minas Gerais, São Paulo, Paraná, Santa Catarina y Río Grande do Sul.

Reserva 1.175.000 km3. Es tal su capacidad que podrá abastecer 6.000 millones de personas durante 200 años.

Ubicación del Acuífero Guaraní.

El acuífero de Puelche – Argentina -, alberga 300 billones de litros de agua, divididos entre 6 mil millones de humanos que poblamos la tierra, obtenemos 200.000 litros por persona, lo equivale al 33% más del agua que una persona consume en toda su vida. Con esta cifra en mente, el lenguaje lacónico de los números es infalible. La anterior ecuación matemática calcula que los dos acuíferos pueden abastecer la actual humanidad durante 350 años.

El control del acuífero, es objeto de desesperada preocupación de EE.UU, un reto a su propio dilema: hacer frente en el futuro a la airada espiral de violentas protestas sangrientas y/ o conquistar militarmente las fuentes hídricas. Según el informe secreto del consejero del pentágono, Andrew Marshall: “EE.UU. debe prepararse para estar en condiciones de apropiarse de este recurso estratégico allí donde esté y, cuando sea necesario”.

Tierra de Derechos – Organización de Derechos Humanos – advirtió: una sociedad organizada debe estar alerta ante las posibles estrategias diseñadas por EE.UU.”

La demanda de agua se duplica cada 20 años y, son muchas las variables para saber que Estados Unidos no alcanzará calmar la sed de sus habitantes. Partiendo de estas reflexiones, considera el agua como energía y es parte de su doctrina de seguridad. Lo cierto es que está buscando nuevos recursos hídricos, pero el gobierno de Washington lo niega.

El documento Santa Fe IV, preparado por el partido republicano en 2.000, a fines del gobierno de Bill Clinton, plantea la doctrina geo- estratégica, vigente para la seguridad nacional de los Estados Unidos en el siglo XXI, “garantizar que los países del hemisferio provean los recursos naturales, especialmente el agua”.

En estrecho vínculo, hay otro punto en el documento de los ex asesores de Rehagan, Clinton y Bush, que explica por qué es prioritario que los países latino americanos promulguen legislaciones favorables a los intereses del imperio. Dice el documento: “los EE.UU. debe asegurar que los recursos naturales del hemisferio estén disponibles para responder a nuestras prioridades nacionales…esta prioridad requiere de aliados confiables de EE.UU.”

En febrero de 2.004, se filtró al diario británico The Guardian un informe secreto del consejero del pentágono, Andrew Marshall, que advertía al presidente Bush de los desastrosos efectos del calentamiento global en el planeta a corto plazo, entre ellos, la falta de agua potable. Allí se sugiere que “EE.UU. debe prepararse para estar en condiciones de garantizar este recurso estratégico allí donde esté y, cuando sea necesario”.

En este fenómeno climático de sed global, el imperio considera el agua de sur América, un botín que debe obtener por fuerza utilizando el mismo pretexto que usó contra Sadam Husein para invadir Irak y apropiarse del petróleo. El mismo libreto pretende ahora aplicarlo contra el presidente Nicolás Maduro para apropiarse de los recursos de Venezuela, y del agua de sur América. La 7 bases militares de la OTAN emplazadas en Colombia, bajo la “justificación” de la lucha contra el movimiento armado de las FARC_EP, el narcotráfico y el fantástico informe de la CIA que contempla células terroristas de Al Qaeda, de Hamas y de Hezbollah en las fronteras del acuífero Guaraní y en la República Bolivariana de Venezuela, es el libreto más adecuado para recolonizar América latina e impedir la unidad Bolivariana.

Desde 2001 hasta 2006, la CIA ha hecho caso omiso a las reiteradas declaraciones del Departamento de Estado de EE.UU, al declarar públicamente que no hay presencia de células terroristas en la región.

El imperio prevé que en 2025, dos tercios de la humanidad no tendrán acceso al agua potable, por lo que plantea una lucha en torno a quien va a controlarla. Ante la intentona golpista contra el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, se contrapone la visión de largo alcance del presidente Maduro que, al vislumbrar el mayor conflicto geopolítico del siglo XXI, defenderá el razonamiento de Hugo Chávez: “…El imperio viene por gas, petróleo, vegetación y agua”.

Un informe del pentágono de fines de febrero de 2004, coincide con el pronóstico de Naciones Unidas y el análisis del presidente Venezolano. Dice el informe del pentágono: “el gobierno de Estados Unidos debe desplegar sus Fuerzas Armadas por todo el planeta, para tomar el control de sus recursos naturales, especialmente el agua, donde quiera que se encuentre, por ser vital para la supervivencia de Estados Unidos como potencia rectora del mundo…su hegemonía tendrá continuidad, en la medida que controle el abastecimiento de agua dulce”. Léase documentos de Santa Fe IV, – traducido al español.

En enero 10 de 2017, Rusia Today publicó un artículo de Ariel Noyola Rodríguez titulado Sudamérica bajo amenaza: EE.UU. instalará una nueva base militar en Perú.

Dice el periodista que, el Comando Sur de Estados Unidos – U.S. Southern Command – instaló “una nueva base militar en Perú, camuflada bajo el nombre de Centro de Operaciones de Emergencia Regional (COER) de Amazonas. Un intervencionismo disfrazado de ayuda humanitaria”, desembarca de un portaviones, 3200 soldados.

La política militarista de EE.UU. está preparando otro escenario de guerra que amenaza la soberanía de Sudamérica.


1 de septiembre de 2015: Tropas de EE.UU. próximas al área del perímetro del acuífero Guaraní. Fuente fotográfica: Enrique Castro-Mendivil / Reuters

Continúa diciendo el articulista: “antes de establecer esta nueva base militar en el Departamento de Amazonas, el Comando Sur de Estados Unidos ya se había establecido en las regiones de Lambayeque, Trujillo, Tumbes, Piura, San Martín y Loreto”.

Las progresivas invasiones militares de Estados Unidos en la región tras la llegada de Mauricio Macri a la presidencia de Argentina, y de Michel Temer de Brasil, están acompañadas por los negoció celebrados con las transnacionales, entre ellas Nestlé y The Coca-Cola Company.

Los manantiales del acuífero Guaraní. Para realizar la venta de los manantiales, el futuro gobierno de Temer recibió financiación de estas empresas para adelantar la conspiración parlamentaria que destituyó a Dilma Rousseff en un proceso iniciado el 2 de diciembre de 2015, que coincidió con el día que el equipo de Temer y las transnacionales celebraron la negociación de los manantiales.

Impedir la expansión del mercado geográfico y la influencia estratégica de China, Rusia e Irán, ha sido la justificación de EE.UU, que pretende emplazar otra base militar en Argentina, próxima de la frontera con Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, área donde exactamente está el acuífero Guaraní.

La aventura golpista y el apoyo a la contrarrevolución venezolana de extrema derecha terrorista y fascista, convoca la solidaridad incondicional para defender, rodilla en tierra, la Revolución Bolivariana, revolución de América latina.

Resumen Latinoamericano 12 de enero 2017

El Proyecto de Protección Ambiental del Sistema Acuífero Guaraní –SAG-, de la ANA, fue creado para garantizar el agua de las generaciones presentes y futuras. Después que los gobernantes neoliberales llegaron a Brasil y Argentina, desconocieron los derechos que asiste a sus pueblos a acceder soberanamente al consumo de agua, defendidos por Dilma Rousseff y Cristina Fernández.

En 2003, la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Banco Mundial, con su Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF), implementaron el proyecto de Protección Ambiental y Desarrollo Sustentable del Acuífero Guaraní, sin embargo en cada uno de los países la sociedad civil organizada debe comenzar a luchar por la protección de esta reserva.

 

 2 Salmo 22

Ramón Alcides Ávila Peralta

 

 

Por REDH-Cuba

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