Las Fuerzas Armadas Venezolanas y el pueblo venezolano están preparados para darle su merecido al invasor, para neutralizar a la quinta columna y para seguir adelante con la revolución bolivariana, contando con la solidaridad y el apoyo de los pueblos hermanos de América Latina.
“Las clases dominantes pueden temblar ante una Revolución Comunista. Los proletarios no tiene nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen en cambio, un mundo que ganar.”
(Manifiesto del Partido Comunista. Carlos Marx y Federico Engels 1847-1848)
Algunos medios de la prensa internacional e inclusive académicos de distintos países han hablado en los últimos días sobre la “crisis en Venezuela”, lo que en mi criterio es un reflejo de lo que se plantea por parte del gobierno de Estados Unidos para justificar sus acciones, presente y futuras, contra el país bolivariano.
Cuando se habla de “crisis” es necesario determinar si realmente existe, y de existir, analizar qué fue lo que la provocó, para evitar el convertirnos en una repetidora de las ideas de los que desean que realmente exista una crisis, sobre todo, porque Estados Unidos y sus seguidores han hecho todo lo posible porque surja la crisis y el gobierno de Venezuela ha trabajado, precisamente para que no tengan éxito las actividades de los que quieren provocar la crisis.
Formando parte de las provocaciones contra Venezuela, podemos señalar la orden ejecutiva firmada por el presidente Barack Obama el 9 de marzo del 2015 con la que declaró una “emergencia nacional” por la amenaza “inusual y extraordinaria” que representaba Venezuela para la Seguridad Nacional de Estados Unidos.
Si analizamos seriamente lo que firmó el señor Obama, llegaremos a la conclusión de que esta orden ejecutiva se emite para justificar la política agresiva contra Venezuela. No tiene sentido alguno declarar que Venezuela representa un peligro para la Seguridad Nacional de Estados Unidos.
Estados Unidos tiene más de 320 millones de habitantes, Venezuela tiene un poco más de 31 millones. La extensión territorial de Estados Unidos es de 9,833,517 kilómetros cuadrados, la de Venezuela es de 916, 445, prácticamente la décima parte del territorio estadounidense.
Las fuerzas armadas de Estados Unidos, que forman parte de sus mecanismos de dominación, cuentan con más de 1,5 millones de efectivos, las de Venezuela no llegan a 80.000. El potencial de los armamentos con que cuenta Estados Unidos, supera varias veces al de Venezuela, sin contar las armas atómicas estadounidenses. Venezuela no tiene frontera terrestre con Estados Unidos por donde realizar un ataque y utilizar para eso los medios aéreos y navales con que cuenta, sería un suicidio.
En cuanto a bases militares venezolanas, que pudieran estar amenazando la Seguridad Nacional de Estados Unidos, estas no existen en país alguno del mundo. En relación a las bases militares estadounidenses en América Latina, situadas en lugares cercanos a Venezuela, para no hacer un listado demasiado largo, solamente señalaremos las existentes en Colombia.
Las bases aéreas situadas en Apiay, Malambo, Palanquero, Tolemaida (una de las más grandes de Latinoamérica), Tres Esquinas, Larandía. Las bases navales de Bahía Málaga, Cartagena y el puerto de Turbo. A estas bases, existentes en un país fronterizo con Venezuela, habría que agregar otras más que Estados Unidos tiene situadas en países cercanos, en varios de Centro América, e inclusive la Base Naval de Guantánamo.
Como fuerza adicional que pone en peligro la Seguridad Nacional de Venezuela, pudiéramos agregar las que están bajo las órdenes del Comando Sur, principalmente la Fuerza de Tarea Bravo, ubicada en la Base Aérea de Soto Cano, en Honduras y los navíos de guerra que conforman la Cuarta Flota, normalmente compuesta por un portaviones y varios buques de guerra que lo protegen.
En adición a la amenaza militar que representa Estados Unidos, deben agregarse las acciones que desarrollan formando parte del mecanismo de dominación, vinculadas a la subversión político ideológica que organiza, dirige y subvenciona dicho país, utilizando personas que no están de acuerdo con la orientación nacionalista de la política interna y externa de Venezuela.
El dinero para desarrollar estas actividades y tratar de crear un clima de “ingobernabilidad” que justifique la intervención extranjera en el país se suministra por medio del Departamento de Estado, la United States Agency for Internacional Development (USAID) y la National Endowmen for Democracy (NED). De estas organizaciones, una de ellas, la NED, dispuso en el año 2015 de 1,338.381 dólares para la labor de subversión contra el gobierno de Venezuela.
Los proyectos de la NED a los que se dedicaron estos fondos fueron, $ 120,125 para “informar sobre la situación interna”, $ 470,870 para preparación a la “sociedad civil”, $ 96,400 para la difusión de ideas y valores “democráticos”, $105,000 para hacer campañas sobre la “libertad de expresión”, $92,265 para las campañas sobre “derechos humanos”, $216.053 para acciones relacionadas con la “situación política interna”, $34,962 para destacar posibles “ilegalidades”, $45,000 para fortalecer “instituciones políticas de la oposición” y $153,646 para la ayuda al Centro de la Empresa Privada.
Otros fondos destinados a la guerra contra el gobierno constitucional de Venezuela fueron los otorgados por la NED, $ 465,000 a la ACILS para trabajar en lo relacionado con la “libertad de Asociación”, $ 380,000 a la propia organización para el trabajo en Venezuela y Colombia. $645,000 para el Instituto Internacional Republicano y $750,000 para el Instituto Nacional Democrático para las Relaciones Internacionales.
Todas esta acciones, no pueden más que se calificarse como injerencias en los asuntos internos de Venezuela, condenadas por las leyes internacionales, por los estatutos de la Organización de Naciones Unidas, las cuales Estados Unidos no tiene derecho alguno a realizar.
Cómo otro de los mecanismos de dominación, la política de aislamiento ha sido parte de los intentos de Estados Unidos contra Venezuela. Lo mas evidente de esto, ha sido la posición adoptada por el señor Luis Almagro, Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), que en distintas oportunidades y sin éxito, ha tratado de que se apruebe una resolución de condena a Venezuela.
El llamado “Ministerio de Colonias de Estados Unidos” como lo denominó Raúl Roa, ha fallado en su intento gracias a que un buen número de países miembros se han opuesto a que esto se realice. Debemos tomar en consideración que la OEA ha sufrido un cambio político y aunque los países miembros son prácticamente los mismos de hace veinte años, algunos de los gobiernos que en estos momentos los representan tienen una posición distinta, de mayor independencia y soberanía en cuanto a las posiciones que deben adoptarse.
Las presiones de Estados Unidos no han resultado efectivas en todos los casos, de ahí que se valen de otros mecanismos que ya han utilizado con anterioridad, para incluir a Venezuela y muchos de sus dirigentes en listas, “MADE IN USA”, donde les imponen sanciones que además se internacionalizan debido al control estadounidenses sobre bancos y otra instituciones financieras de terceros países.
Este mismo procedimiento se aplica a Cuba con frecuencia, lo que origina algunas empresas sufran multas millonarias, tal y como pudiera sucederle a las que realicen transacciones con las personas o entidades venezolanas “sancionadas” por Estados Unidos.
Todo parece indicar que el gobierno venezolano está buscando una solución democrática a la situación en Venezuela, las medidas que ha propuesto como la Asamblea Constituyente daban la oportunidad para que todos, incluyendo la oposición participaran, sin embargo la oposición determinó no participar, lo que en mi criterio es un error político. Le dejó el campo libre a las fuerzas de Maduro, que ahora son los delegados a la constituyente, después de un proceso electoral reconocido como normal, donde participaron más de 8 millones de personas.
Quizás la oposición venezolana, que escucha todo lo que dice Trump, consideró que Maduro no llevaría a cabo la votación para la asamblea Constituyente, pues Trump dijo que: “Estados Unidos no se quedaría mirando” y que “»Si el presidente Maduro realiza una Constituyente el 30 de julio, Estados Unidos tomará fuertes acciones económicas» (28). Lo que la oposición no tomó en cuenta fue, que esas palabras de Trump no asustarían a Maduro y sus seguidores, que a pesar de las amenazas, llevaron a cabo la consulta popular. La referencia al inicio de este artículo, sobre lo que se escribió en el Manifiesto del Partido Comunista, nos explica la posición de Maduro y el pueblo venezolano.
La Constituyente es la máxima autoridad de la nación, puede hacer cambios trascendentales y el que la oposición no esté presente le impide participar en ellos y tratar de que los mismos afecten lo menos posible a sus intereses políticos y económicos.
Ahora se acaban de convocar las elecciones para Gobernadores, que se efectuarán en el mes de Octubre, si la oposición no participa los resultados no pueden calificarse de anti-democráticos. En la casi totalidad de las elecciones estadounidenses, tanto las presidenciales, como las llamadas de medio término, ha dejado de participar más del 50 por ciento de los que tenían derecho al voto y esa, según ellos, es la mayor democracia del mundo.
En las elecciones presidenciales estadounidenses del año 2012 tenían derecho al voto 312.8 millones de personas y votaron 129.0, el 41.2 por ciento, en las del 2016 tenían derecho al voto 324.3 millones y votaron 137.0, el 42.2 por ciento. Si en Venezuela no participa la oposición en las elecciones, de acuerdo con los resultados de la elecciones estadounidenses, también podemos calificar al país como una democracia.
Considero que Maduro y los que junto a él gobiernan Venezuela, desearían la mayor integración posible de todos los venezolanos en la vida política, económica y social de la nación. Eso sería lo más conveniente para todos, el gobierno desarrollando sus planes de defensa, manejo de los recursos naturales de la nación y sociales, para mejorar el nivel de vida del pueblo. El sector privado desarrollando los suyos, en función de prestar más y mejores servicios, hacer los mejores negocios posibles dentro del propio sector privado y con el sector gubernamental y que la elevación del nivel de vida de la población le reporte más negocios, más ventas y más utilidades.
Todo esto funcionará si el pueblo está convencido de que no se entregará la nación a un poder extranjero y que las riquezas del país se utilizaran en el beneficio de sus ciudadanos. Cuando repasamos algunas palabras de Chávez en relación con el Socialismo del Siglo XXI, nos parece interpretar que sus ideas se ajustan en cierta medida a lo que he planteado.
La posición de los países latinoamericanos debería ser de apoyo total a Venezuela. El gobierno de Maduro puede ser un experimento importante que otros quisieran seguir, la integración de todas las fuerzas de la nación en tratar de lograr el avance de la misma en beneficio general y la mejoría de aquellos ciudadanos que siempre han sido los relegados.
Sin embargo, los países latinoamericanos no son homogéneos, cada país tiene sus características y no se podrán aplicar a los mismos fórmulas pre determinadas, la situación social y política de cada uno presenta diferencias. En estas diferencias influyen la historia del país, la idiosincrasia, la composición de su población, el nivel de desarrollo industrial y agrícola, el nivel cultural, los valores y cultura del mismo, las religiones que se practican, los recursos minerales, hidráulicos y de todo tipo que posea y el nivel de penetración imperialista al que ha sido sometido.
Otros factores, en este caso negativos pueden influir en las posiciones de los países en relación con Venezuela y con el futuro de su propia nación son, la corrupción, las ganancias que obtengan sus funcionarios del tráfico de drogas, personas, armamento, el juego ilícito y otras actividades ilegales. Los beneficios económicos privados que se obtiene al entregar los principales recursos del país a entidades extranjeras.
Todo esto nos explica el porqué, los gobiernos de algunos países de América Latina adoptan una posición inadecuada en relación con Venezuela. Priman en sus gobernantes los intereses personales, no los nacionales y temen que un gobierno de ese corte se implante en la nación a la que ellos pertenecen y cambie totalmente la vida de la misma.
En mi criterio, la posición de Estados Unidos en esta situación, no les ofrece mucho margen de acción. El gobierno estadounidense ha organizado una oposición, la cual sufraga y apoya, a la que ha hecho promesas, que la oposición espera cumpla. No es tan importante si las promesas la hizo Obama y ahora el presidente es Trump, es el mismo imperio con los mismos intereses. Para analizar cuál puede ser la posición de Estados Unidos no podemos pasar por alto la situación de Trump como presidente de la nación.
El problema de la capacidad nuclear de Corea del Norte, que en mi criterio, tiene mucho de lo que los propios Estados Unidos, en este caso el Pentágono y el Complejo Militar Industrial, han utilizado, para crear pánico y que se aprueben los presupuestos solicitados para el próximo año. La situación en Siria, donde ha planteado que acabará con el Estado Islámico. El conflicto con Rusia, la otra potencia nuclear de importancia, a la que se le han aplicado sanciones que de acuerdo con la ley, él como presidente no puede dejar sin efecto. Las elecciones de medio término en el 2018, que requieren toda su atención para trabajar en función de que sean electos republicanos que no lo traicionen. El conflicto con Irán y las sanciones que se han intercambiado. La situación interna en Estados Unidos, no solamente por los brotes racistas en Virginia, sino también por los problemas con la prensa, la reforma de impuestos que debe discutirse casi de inmediato y las secuelas de la ley contra el Obamacare, los inmigrantes y la contaminación ambiental.
Todo esto aumenta el peligro, de que en un momento determinado, para mostrar su fuerza como presidente y demostrar es capaz de castigar a los que se revelen contra su autoridad, ordene una operación militar contra Venezuela. Aquí pudiera manejar dos opciones:
Una invasión, donde los especialistas del Pentágono ya deben haberle informado a Trump la cantidad de estadounidenses que morirían en la misma y seguramente él no quiere cargar con eso, pues perjudicaría las aspiraciones electorales de su partido y sus aspiraciones presidenciales futuras.
Un bombardeo aéreo táctico, similar a lo realizado por ellos en Libia, antecedido por una advertencia a Maduro que debe abandonar el poder, o se tomarían medidas de carácter militar contra Venezuela. Terminado el bombardeo se llevará a cabo la invasión por una fuerza “regional conjunta”, una “operación humanitaria” donde participarán, además de Estados Unidos, Colombia, Brasil, Chile y Panamá. La famosa “Operación Martillo” de la que habló John Kelly cuando era jefe del Comando Sur
La propia situación en que se encuentra Estados Unidos, tanto externa como interna, pudieran ser determinantes para tomar la decisión de agredir o no a Venezuela. Un fracaso en otro aspecto de la política exterior, la no aceptación de alguna de las leyes que está proponiendo, el incremento de los virulentos ataques de la prensa o una situación desfavorable para sus intereses en las próximas elecciones de medio término, pudieran ser el detonador, que inicie un tipo de agresión de mayores proporciones contra Venezuela.
Las Fuerzas Armadas Venezolanas y el pueblo venezolano están preparados para darle su merecido al invasor, para neutralizar a la quinta columna y para seguir adelante con la revolución bolivariana, contando con la solidaridad y el apoyo de los pueblos hermanos de América Latina.
15 de agosto del 2017
– Dr. Néstor García Iturbe