Fidel y Che, ellos pertenecen a la historia como paradigmas de fidelidad, respeto, hermandad y cariño, y a despecho de todas las mentiras que se han tejido jamás dejó de existir la más inconmovible identidad que se sintetizan en las conmovedoras palabras de Fidel en la velada solemne en memoria del Guerrillero Heroico
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Fuente: Cubadebate
No existió en las últimas décadas del siglo XX americano, acontecimiento histórico más tergiversado y difamado que la Revolución Cubana. Desde el mismo instante del triunfo rebelde el primero de enero de 1959 la falsificación se convirtió en uno de los instrumentos más usado por sus enemigos para destruirla pero, de todas hay una que le ha correspondido el papel de ser objeto de las campañas más sistemática y constante de todas: la relación entre Fidel Castro y Ernesto Che Guevara. Falsificaresa relación condujo al montaje de una amalgama de criterios dirigidos a dos objetivos esenciales: mancillar la figura de Fidel como líder del proceso revolucionario cubano y desmontar la significación revolucionariay ética de Che para la juventud.
Parto de que la relación que existió entre Fidel y Che sólo puede ser descritabajo la total correspondencia de la identidad de enfoques y propósitos que enarbolaron sobre la base de una entrañable admiración, amistad y afecto recíprocos. De otra manera sería dejar la objetividad para ajustarnos a razones emotivas.
Fue una fría noche del mes de julio de 1955[ii] cuando en apenas unas horas de conversación Fidel decide involucrar al Che como médico de la futura expedición del yate “Granma” y lo hizo convencido que frente a él tenía a un hombre con un alto espíritu revolucionario, madurez política, voluntad de lucha e identificación con la empresa a la que estaba siendo convocado[iii]; fue en esa misma conversación donde quedó establecido el compromiso adquirido por el jefe de la Revolución de que, llegado el momento, ninguna razón de Estado impediría que el Che cumpliera la misión para la que se consideraba destinado: llevar la revolución a su patria de origen.
“Desde que estábamos en México y se incorporó a nuestro movimiento, ─afirmó Fidel─me hizo prometerle que después de la victoria de la revolución en Cuba, se le autorizaría a volver a luchar en su patria o por América Latina. Así estuvo varios años trabajando aquí en importantes responsabilidades, pero siempre pendiente de eso. Al final, lo que nosotros hicimos fue cumplir el compromiso contraído con él, no retenerlo, no obstaculizar su regreso.”[iv]
Desde esta fecha, Che comienza a descollar como uno de esos hombres que poco a poco se convierten en espiritualmente imprescindibles y, por eso no resulta difícil comprender la decisión asumida por Fidel, de no abandonar al amigo a pesar del comprometimiento que significó para la Revolución Cubana cuando declaró sus simpatías por el comunismo al ser detenido en México. El propio Che se encargó de dar a conocer y estimar esa decisión:
“…en ningún momento perdimos nuestra confianza personal en Fidel Castro. Y es que Fidel tuvo algunos gestos que, casi podríamos decir, comprometían su actitud revolucionaria en pro de la amistad…”[v]
¿Por qué esta decisión del jefe de la Revolución?
En primer lugar, resulta importante comprender como a pesar de no tener el historial combativo de otros compañeros y ser argentino, Fidel lo designa al frente de un pequeño grupo de combatientes que se entrenaba en el Rancho Santa Rosa, en México. El propio líder del Movimiento 26 de Julio argumentaba esta decisión:
“Pero un día, por sus características de seriedad, de inteligencia, de carácter, en una casa donde había un grupo de cubanos en México, se le había designado responsable”[vi]; en la propia entrevista concedida al fraile dominico brasileño Frei Bettole expresó:“…así que cuando nosotros nos encontramos con el Che, ya era un revolucionario formado; además un gran talento, una gran inteligencia, una gran capacidad teórica […] A todo eso se unían también condiciones humanas excepcionales, de compañerismo, desinterés, altruismo, valentía personal”.[vii]
La etapa que se extiende desde el 17 de enero hasta el 28 de mayo de 1957 fue la espiral en la que demostró sus indiscutibles cualidades como soldado; capaz de cumplir las tareas más riesgosas que las circunstancias exigían y demostrar con su proverbial ejemplo, a pesar de su crónica asma, las magníficas condiciones y virtudes de combatiente que poseía.
Después del combate de El Uvero, el 28 de mayo se le responsabilizaba por su condición de médico al cuidado y protección de los heridos. Luego de cumplida la encomienda, el 17 de julio se reencontraba con Fidel y el grueso de la Columna 1. No solo regresaba con los heridos curados sino también con un pequeño grupo que si bien no era el modelo ideal de lo que es una fuerza guerrillera sí era la génesis de lo que con posterioridad se convirtió en la segunda columna del incipiente Ejército Rebelde.
El 21 de julio de 1957 y a solo cuatro días de haberlo nombrado capitán [viii], Fidel “de modo informal y casi de soslayo”[ix]lo asciende a comandantedel Ejército Rebelde. Es el primero en alcanzar ese grado. Extraordinaria debió ser la impresión que causó en el jefe de la Revolución al ascenderlo de ese modo, a pesar de ser un extranjero que vino como médico en el “Granma” y por encima de otros combatientes cuyo historialrevolucionario se remontaba a los inicios de la lucha el 26 de julio de 1953.
A partir de esos momentos el proceso de organización del destacamento guerrillero adquiere un nivel cualitativamente superior. La formación de la Columna 4, encargada de operar al este del Turquino y de la cual el Che fue su conductor constituye el inicio de la formación de un ejército semirregular, destinado a extender territorialmente la zona de operaciones y la búsqueda de un asentamiento fijo en las propias entrañas de la Sierra Maestra. Primero El Hombrito, luego La Mesa, fueron el preámbulo de ello y no se puede escribir la historia de la lucha insurreccional sin hacer mención a estos dos lugares que definen el papel precursor de Che en la creación de una base estable de operaciones que,aunque en sus inicios no tuvo fuerzas suficientes que le permitiera defenderla, si le sirvió a Fidel de patrón para lo que más tarde se desarrolló en la comandancia de La Plata.
Un momento de peculiar trascendencia en las relaciones entre Fidel y Che lo fue la firma por miembros del 26 de Julio del llamado Pacto de Miami en octubre de 1957. La tensión y desconfianza que momentáneamentese originó por el desconocimiento de los pormenores de la firma de ese documento sirvió para que Che, con su proverbial sinceridad dejara manifiesta su posición al respecto. La dilucidación de este momento, coadyuvó, más que a todo, a fusionar y compenetrar aún más a ambos combatientes.
Ilustremos esos instantes con algunos pasajes extraídos de documentos facsimilares de ambos revolucionarios.
El 13 de diciembre Fidel le escribe a Che:
“Yo no sé si tú puedas pensar que yo haya sido capaz de cometer la estupidez de suscribir ese pacto que tan profundamente me hiere, no solo mis sentimientos de luchador que no vaciló un instante en afrontar esta lucha tan difícil para venir a renunciar ahora a toda su gloria cuando hemos andado ya más de la mitad del camino, sino incluso mi autoridad como líder del Movimiento 26 de Julio”. [x]
Por su parte Che le responde:
“En este momento llega el mensajero con tu nota del 13. Te confieso, que junto con la nota de Celia, me llenó de tranquilidad y alegría. No por ninguna cuestión personal, sino por lo que significa para la Revolución ese paso(…) Por eso, la noticia confirmada de un pacto de ese tipo me dejó frío, pero antes de hacerme una opinión definitiva esperé tu carta, que como te dije, fue un gran bálsamo para mí.”[xi]
Como cierre del cruce de cartas entre ambos revolucionarios y colofón de la situación dada respecto a la firma del Pacto de Miami las palabras que a continuación se transcriben son una hermosa expresión de esa peculiar admiración de Che por Fidel cuando conoce del documento [xii] enviado por el líder del Ejército Rebelde a los firmantes del Pacto de Miami.
Para acabar quiero repetirte la felicitación por el documento. Alguna vez, planteándote mis dudas sobre tu futuro, te dije que siempre tendrías el mérito de haber demostrado la posibilidad de lucha armada apoyada por el pueblo, en América. Ahora vas por el otro camino más grande de ser uno de los dos o tres presidentes de América que llegarán al poder por una lucha armada multitudinaria; conseguido esto, solo te queda un pequeño pro para quedar único en la cima (pero al parecer terrible, porque nadie lo dio) serle fiel al pueblo. La gente que se ha formado a tu lado en más de un año de lucha abierta tiene derecho a pedirte este último paso, por el bien de todos”. [xiii]
Transcurrido tres meses, en abril de 1958, ocurre el fracaso de la huelga general convocada como golpe decisivo al régimen batistiano y que colocó al movimiento revolucionario en una coyuntura muy difícil. Fidel decide analizar la situación creada en lo que será de hecho su primera alocución por la Radio Rebelde y es revelador el siguiente mensaje que le envía a Che días antes de trasladarse a La Mesa para hablar por la emisora de radio: “No sería malo que nos viéramos antes de perfilar definitivamente el discurso”[xiv]. Clara referencia a la confianza que depositaba en su compañero como hombre político.
Para Fidel la propaganda siempre fue una de las principales armas de lucha que trató de mantener siempre bajo su control, sin embargo, a Che le permitióponerse al frente de esta tarea con amplios poderes decisorios para lo cual dispuso de su traslado a La Plata con el objetivo precisamente, de asesorar la emisora Radio Rebelde, entre otras tareas. Ello estaría en el centro de la actividad a desarrollar por quien prácticamente se ha convertido en su lugarteniente.
A pesar de estas importantísimas diligencias, Fidel también prevé encargarlo de la tropa destinada a la defensa del sector occidental del territorio cuando las circunstancias lo exigieran.
Todas estas decisiones adquirían una excepcional importancia estratégica y a Celia Sánchez se lo informaba el 16 de abril: “Che irá para allá conmigo para encargarse de una serie de cuestiones de mucho interés”. [xv]
A pesar de estos elementos, merece puntualizarse que la presencia de un hombre con el talento del Che al lado del Comandante en Jefe representaba un enorme apoyo para las valoraciones, análisis y en algunos casos decisiones militares y políticas que en el plano táctico-estratégico debería tomar el máximo líder ante la fuerte contienda que se avecinaba.
El 3 de mayo, la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio se reúne en Mompié para analizar las causas que llevaron al fracaso de la Huelga del 9 de Abril y, hombres como Faustino Pérez y René Ramos Latour (Daniel), con los cuales el Che mantuvo divergencias ideológicas y operativas, le solicitan a Fidel que lo invite a la reunión; esto confirma que, sin ser parte activa de esta dirección, no sólo el máximo jefe de la Revolución consideraba sus virtudes y méritos, sino también el resto de los compañeros.[xvi] De esta importantísima reunión emanaron todo un conjunto de decisiones políticas y organizativas dirigidas a fortalecer el Movimiento y a buscar la unidad efectiva de las fuerzas revolucionarias; los juicios e intervenciones del Che jugaron un papel determinante.
El Che no sólo se ha convertido en el estratega militar con la intuición de los grandes jefes sino también el cuadro político que era capaz en cualquier momento de la contienda, si las circunstancias lo exigían, tomar aunque fuera temporalmente, las riendas de la lucha insurreccional.
Significativo resulta el hecho, sobradamente evidenciado en los documentos que se conservan en el archivo de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, de que en los días que anteceden a la ofensiva de la tiranía, Fidel va dando a conocer minuciosamente a Che los pormenores de cada uno de los planes defensivos, de las operaciones tácticas,del comportamiento de los suministros y del armamento, así como de las órdenes que dirige a los distintos jefes de pelotones.
Varias son las notas, mensajes o cartas que Fidel enviara a Celia Sánchez en plena ofensiva enemiga del verano de 1958 en la que no le indicaraque le diera a conocer al comandante argentino el contenido de las mismas.Una sola muestra ilustra lo expresado:
“Celia: Le remito a Crescencio una larga carta, en un esfuerzo por explicarle bien lo que debe hacer […] Mira a ver si entre Che y tú logran hacer algo para que las cosas se hagan correctamente.” [xvii]
No podemos soslayar tampoco las funciones asignada al Che en el descifrado de las claves que les permitía la comunicación con otras fuerzas y con el resto del país y el exilio. En no pocas ocasiones Fidel le asignó la responsabilidad de esta trascendental tarea que llevaba consigo no sólo el descifrado de la mensajería, sino, y es lo más importante, la toma de decisiones de enorme trascendencia. En plena ofensiva enemiga le escribió:
“Aunque dejaste aquí la clave no puedo descifrar el mensaje porque no tengo la menor idea. Te envío clave y mensaje para que lo descifres y trates de dar alguna respuesta”[xviii] o “Te remito los papeles. Resuelve este asunto como sea necesario…” [xix]
Según lo atesorado en el archivo, la mayoría de los documentos remitidos por el Comandante en Jefe en este período que analizamos, son una demostración diáfana de que la participación del Che en toda esta etapa de la guerra de liberación nacional fue sustancial. En no pocos de ellos se percibe la absoluta confianza que deposita Fidel en su persona. Sin embargo, las frases que transcribo a continuación son expresión máxima de la extraordinaria compatibilidad existente entre los dos revolucionarios:
“Hay detalles que ustedes deben resolver sin necesidad de remitirlas aquí. Toda la [agenda] de datos concretos que me preguntas sobre Humberto, Teté, Billar, etc. son asuntos que debes darle la solución que te parezca correcta como hubieras hecho en la Mesa. Quedas facultado plenamente para tomar todas las medidas de orden público e interno que estimes pertinente.
Hace además muchos días que no conversamos, y luego eso es hasta una necesidad.”[xx]
Desde el triunfo de la Revolución el primero de enero de 1959 hasta el primero de abril de 1965 transcurrieron seis años en los cuales Che continuó desempeñando un papel crucial.
La Ley de la Reforma Agraria constituyó, sin lugar a dudas, la medida revolucionaria más trascendental de toda la primera etapa de la Revolución, que fijó el rumbo de liberación nacional y señaló el inevitable enfrentamiento al imperialismo yanqui. En ese proceso participó junto a Fidel un grupo muy pequeño de estrategas políticos y económicos, hombres todos en los que el jefe de la Revolución decidió confiar por su capacidad, su perspicacia, su discreción, su desarrollo intelectual e ideológico y su probada fidelidad. Che formó parte de esa reducida comisión, cuyas reuniones se efectuaban precisamente en la casa de descanso que él ocupaba en esos meses en una playa cercana a La Habana para atender su asma crónica. [xxi]
Cada vez que en estos primeros años se planteaba la amenaza de una agresión militar directa, Che era uno de los tres jefes principales, junto a Raúl y Almeida, entre los que Fidel dividía la defensa del resto del territorio nacional, mientras él permanecía en la capital o se movía al lugar de mayor peligro. Así ocurrió cuando la invasión mercenaria por la Bahía de Cochinos en abril de 1961, o cuando la Crisis de los Misiles en octubre de 1962 en la que se le encargó la responsabilidad material de la provincia de Pinar del Río.
Cuando en 1961 las tres organizaciones revolucionarias cubanas —el Movimiento Revolucionario 26 de Julio, el Directorio Revolucionario 13 de Marzo y el Partido Socialista Popular—deciden unirse en una sola entidad, las Organizaciones Revolucionarías Integradas (ORI), Che formó parte por derecho indiscutido de la dirección nacional de esta organización. De igual manera sucedió cuando hizo falta un cuadro capaz y confiable para asumir la Presidencia del Banco Nacional o la cartera del Ministerio de Industria, o cuando la Revolución se propuso desarrollar sus relaciones con los países del llamado Tercer Mundo y Fidel lo colocó al frente de ese empeño, también estratégico para la supervivencia misma de la propia Revolución, o finalmente cuando se suscitaron los debates teóricos entre los partidarios de dos maneras de construir el socialismo, fue el Che quien encabezó el grupo de aquellos que aspiraban al predominio de los factores morales, y fue Fidel quien se solidarizó con este enfoque. De esta manera lo expresó en el XX Aniversario de la muerte de Che;
“Pero en esencia, ¡en esencia!, el Che era radicalmente opuesto a utilizar y desarrollar las leyes y las categorías económicas del capitalismo en la construcción del socialismo; y planteaba algo en que hemos insistido muchas veces, que la construcción del socialismo y del comunismo no es sólo una cuestión de producir riquezas y distribuir riquezas, sino es también una cuestión de educación y de conciencia…” [xxii]
Como colofón a estas cuartillas, dos escritos, por su trascendencia son de los indispensablespara viabilizar las intenciones de esta exposición.De ellos, uno es la conocida y desgarradora carta de despedida de Che a Fidel. En ningún otro documento como éste, escrito en trance tan trascendental y dramático de su vida, iba a apartarse un milímetro de la más completa sinceridad que siempre lo caracterizó. La necesidad de reproducir algunos fragmentos se impone:
Fidel:
Me recuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando te conocí en casa de María Antonia, de cuando me propusiste venir, de toda la tensión de los preparativos.
[…] Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la Revolución cubana en su territorio, y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo que ya es mío.
Hago formal renuncia de mis cargos en la Dirección del Partido, de mi puesto de Ministro, de mi grado de Comandante, de mi condición de cubano. […].
[…]Mi única falta de gravedad es no haber confiado más en ti desde los primeros momentos de la Sierra Maestra y no haber comprendido con suficiente celeridad tus cualidades de conductor y de revolucionario. He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la Crisis del Caribe.
Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días, me enorgullezco también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios.
[…] En los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con mi más sagrado de los deberes luchar contra el imperialismo dondequiera que esté; esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura.
Digo una vez más que libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la que emane de su ejemplo. Que si me llega fe hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti. Que te doy las gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo al que trataré de ser fiel hasta las últimas consecuencias de mis actos. Que he estado identificado siempre con la política exterior de nuestra Revolución y lo sigo estando. Que en dondequiera que me pare sentiré la responsabilidad de ser revolucionario cubano, y como tal actuaré […]
Tendría muchas cosas que decirte a ti y a nuestro pueblo, pero siento que son innecesarias, las palabras no pueden expresar lo que yo quisiera, y no vale la pena emborronar cuartilla.
Y la carta concluye primero con el grito emblemático:
“¡Hasta la victoria siempre! ¡Patria o muerte!” y luego con esta elocuente línea final de despedida: “Te abraza con todo fervor revolucionario, Che.”
Finalmente, reproduzco varios fragmentos de otra carta,una de las más conmovedora y afectuosaescrita por Fidel, y muy poco conocida. Esta fue escrita y enviada al Che cuando se encontraba en Praga para persuadirlo de que regresara a Cuba a preparar la nueva gesta boliviana. Ya el Che se había despedido de Cuba, y consideraba que regresar sería denigrante y poco ético. Por eso prolongaba su estancia clandestina en la capital checa, aun a riesgo de que su paradero fuese descubierto por los servicios de inteligencia del imperialismo que estaban tras sus huellas. Le escribe Fidel:
Junio 3 de 1966.
Querido Ramón:[xxiii]
[…] me parece que, dada la delicada e inquietante situación en que te encuentras ahí, debes, de todas formas, considerar la conveniencia de darte un salto hasta aquí.
Tengo muy en cuenta que tú eres particularmente renuente a considerar cualquier alternativa que incluso poner por ahora un pie en Cuba, […]. Eso, sin embargo, analizado fría y objetivamente, obstaculiza tus propósitos; algo peor, los pone en riesgo. A mí me cuesta trabajo resignarme a la idea de que eso sea correcto e incluso de que pueda justificarse desde un punto de vista revolucionario.
[…] No media ninguna cuestión de principios, de honor o de moral revolucionaria que te impida hacer un uso eficaz y cabal de las facilidades con que realmente puedes contar para cumplir tus objetivos. Hacer uso de las ventajas que objetivamente significan poder entrar y salir de aquí, […] no significa ningún fraude, ninguna mentira, ningún engaño al pueblo cubano o al mundo. Ni hoy, ni mañana, ni nunca nadie podría considerado una falta, y menos que nadie tú ante tu propia conciencia. Lo que sí sería una falta grave, imperdonable, es hacer las cosas mal pudiéndolas hacer bien. Tener un fracaso cuando existen todas las posibilidades del éxito.
No insinúo ni remotamente un abandono o posposición de los planes ni me dejo llevar de consideraciones pesimistas ante las dificultades surgidas. […]
[…]Tú sabes absolutamente bien que puedes contar con estas facilidades, que no existe la más remota posibilidad de que por razones de estado o de política vayas a encontrar dificultades o interferencias. Lo más difícil de todo, que fue la desconexión oficial, ha sido logrado, y no sin tener que pagar un determinado precio de calumnias, intrigas, etc. […]
Espero no te produzcan fastidio y preocupación estas líneas. Sé que si las analizas serenamente me darás la razón con la honestidad que te caracteriza. Pero aunque tomes otra decisión absolutamente distinta, no me sentiré por eso defraudado. Te las escribo con entrañable afecto y la más profunda y sincera admiración a tu lúcida y noble inteligencia, tu intachable conducta y tu inquebrantable carácter de revolucionario íntegro, y el hecho de que puedas ver las cosas de otra forma no variará un ápice esos sentimientos ni entibiará lo más mínimo nuestra cooperación.[xxiv]
Imponente y enternecedora carta; no por cierto la de un jefe que ordena a un subordinado, sino la de un hermano a otro hermano. Bastaría con este documento, escrito sin la intención de que fuese hecho público —si es conocido no es porque Fidel lo hiciera, sino porque lo dieron a conocer la viuda y los hijos del Che—[xxv] para echar definitivamente por tierra las patrañas de que la salida del Che se debió a divergencias con Fidel y de que Cuba no prestó todo su apoyo al proyecto internacionalista del Che.
Han pasado muchos años desde la desaparición física de Che, aún hay quienes se aferran a falsear, desacreditar y pulverizar esa reciprocidad que desde julio de 1955 existe entre Fidel y Che. Ellos pertenecen a la historia como paradigmas de fidelidad, respeto, hermandad y cariño, y a despecho de todas las mentiras que se han tejido jamás dejó de existir la más inconmovible identidad que se sintetizan en las conmovedoras palabras de Fidel en la velada solemne en memoria del Guerrillero Heroico cuando expresó:
“Desde el punto de vista revolucionario, desde el punto de vista de nuestro pueblo, ¿cómo debemos mirar nosotros el ejemplo del Che? ¿Acaso pensamos que lo hemos perdido? Cierto es que no volveremos a ver nuevos escritos, cierto es que no volveremos a escuchar de nuevo su voz. Pero el Che le ha dejado al mundo un patrimonio, un gran patrimonio, y de ese patrimonio nosotros —que lo conocimos tan de cerca— podemos ser en grado considerable herederos suyos.
Nos dejó su pensamiento revolucionario, nos dejó sus virtudes revolucionarias, nos dejó su carácter, su voluntad, su tenacidad, su espíritu de trabajo. En una palabra, ¡nos dejó su ejemplo! ¡Y el ejemplo del Che debe ser un modelo para nuestro pueblo, el ejemplo del Che debe ser el modelo ideal para nuestro pueblo!
Si queremos expresar cómo aspiramos que sean nuestros combatientes revolucionarios, nuestros militantes, nuestros hombres, debemos decir sin vacilación de ninguna índole: ¡Que sean como el Che! Si queremos expresar cómo queremos que sean los hombres de las futuras generaciones, debemos decir: ¡Que sean como el Che! Si queremos decir cómo deseamos que se eduquen nuestros niños, debemos decir sin vacilación: ¡Queremos que se eduquen en el espíritu del Che! Si queremos un modelo de hombre, un modelo de hombre que no pertenece a este tiempo, un modelo de hombre que pertenece al futuro, ¡de corazón digo que ese modelo sin una sola mancha en su conducta, sin una sola mancha en su actitud, sin una sola mancha en su actuación, ese modelo es el Che! Si queremos expresar cómo deseamos que sean nuestros hijos, debemos decir con todo el corazón de vehementes revolucionarios: ¡Queremos que sean como el Che!”[xxvi]
Notas:
[i]Artículo publicado en “Cinco Palma. Revista de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado”. Año 2017. Tercera Época, No. 3.
[ii]Ernesto Guevara: “Una revolución que comienza”, En: Escritos y Discursos, 9 t, t.II; Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1972, p.6.
[iii] Frei Betto. “Fidel y la religión. Conversación con Frei Betto”. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado. La Habana, 1985. p. 281-283.
[iv]Ídem. p. 283
[v]Ernesto Guevara de la Serna: “Pasajes de la Guerra Revolucionaria” En: Ernesto Che Guevara. OBRAS. Casa de las Américas. 1970. Tomo I. pág. 193.
[vi]Fidel Castro Ruz: “Discurso en la Comuna de San Miguel de Santiago de Chile”. 28 de noviembre de 1971.”En: CUBA-CHILE. Ediciones Políticas. Comisión de Orientación Revolucionaria del CCPCC. La Habana, 1972. pág. 391.
[vii]Frei Betto: “Fidel y la Religión”. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado.La Habana, 1985. pág. 372
[viii] Ernesto Che Guevara. “Diario de un combatiente. Sierra Maestra-Santa Clara, 1956-1958”. Centro de Estudios Che Guevara y Editorial Ocean Sur. 2011. pág. 137
[ix] Ernesto Guevara de la Serna: “Pasajes de la Guerra Revolucionaria”. En: Ernesto Che Guevara. OBRAS. Casa de las Américas. 1970. T.1. pág.291
[x]Fidel Castro Ruz. “Carta a Che”. 13 de diciembre de 1957. En Fondo Fidel Castro Ruz. Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
[xi]Ernesto Che Guevara. “Carta a Fidel”. 15 de diciembre de 1957. En Fondo Ernesto Guevara de la Serna. Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
[xii]Consultar de Fidel Castro. “A los firmantes del Pacto de Miami”. 14 de diciembre de 1957. En: Fondo Fidel Castro Ruz. Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
[xiii]Ernesto Che Guevara. Carta a Fidel. 6 de enero de 1958. En: Fondo Ernesto Guevara de la Serna.Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
[xiv]Fidel Castro Ruz: “Carta a Che”. 13 de abril de 1958. En: Fondo Fidel Castro Ruz. Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
[xv]Fidel Castro Ruz: “Carta a Celia”. 16 de abril de 1958. En: Fondo Fidel Castro Ruz. Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
[xvi]Fidel Castro Ruz: “Carta a Che”. 1 de mayo de 1958. En: Fondo Fidel Castro Ruz. Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
[xvii]Fidel Castro Ruz: “Carta a Celia” 11 de mayo de 1958. En: Fondo Fidel Castro Ruz. Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado
[xviii]Fidel Castro Ruz: “Carta a Che” 28 de mayo de 1958. En: Fondo Fidel Castro Ruz. Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado
[xix]Fidel Castro Ruz: “Carta a Che” 31 de mayo de 1958. En: Fondo Fidel Castro Ruz. Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
[xx]Fidel Castro Ruz: “Carta a Che” 19 de mayo de 1958. En: Fondo Fidel Castro Ruz. Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
[xxi]Fidel Castro Ruz. “Cien Horas con Fidel. Conversaciones con Ignacio Ramonet”. Tercera edición. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado. La Habana, 2006. pág. 162.
[xxii] Fidel Castro. “Discurso en el acto central por el XX Aniversario de la caída en combate del Comandante Ernesto Che Guevara”. Pinar del Río. 8 de octubre de 1987. Editorial CENPES, La Habana, 1987. pág. 19.
[xxiii] Uno de los tantos seudónimos usados por el Che para burlar los servicios de inteligencia de sus enemigos.
[xxiv] Tomada del prólogo de “Pasajes de la Guerra Revolucionaria en el Congo”. Editorial Grijalbo Mondadori S.A. México, 1999. p.15.
[xxv] El prólogo de la obra citada en la nota anterior fue redactado por Aleida Guevara March, hija de Che Guevara.
[xxvi]Fidel Castro. “Discurso pronunciado en la Velada Solemne en memoria del Comandante Ernesto Che Guevara”. La Habana. 18 de octubre de 1967. En: Escritos y Discursos, 9 t, t. I; Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1972, p.15-16.