Una nueva investigación de AP marca un giro en la rocambolesca historia de los supuestos ataques sónicos contra diplomáticos de EEUU en La Habana.
Fuente: Desbloqueando Cuba
La nota, publicada ayer, da miles de vueltas, pasa por la “cortina de hierro” y la guerra fría, va y viene. Pero si se limpia con una buena guadaña la paja retórica, se encuentran frases en el despacho noticioso que parecen acercarse a la verdad de esta trama insólita:
Fueron los espías estadounidenses en La Habana, que trabajaban bajo cobertura diplomática, los que reportaron oír extraños sonidos y sufrir efectos físicos.
La cronología exacta de los acontecimientos sigue sin estar clara.
La administración Trump no dijo toda la verdad: ha dicho de forma general que las 21 víctimas eran personal de la embajada de Estados Unidos o “miembros de la comunidad diplomática”. Esa descripción sugirió que sólo los diplomáticos de buena fe y sus miembros de la familia fueron afectados, sin ninguna motivación lógica más allá de interrumpir las relaciones entre ambos países.
Tras bambalinas los investigadores inmediatamente comenzaron a buscar explicaciones en el mundo más turbio del espionaje y el contraespionaje.
La revelación fue confirmada a la AP por media docena de funcionarios.
El Departamento de Estado y la CIA no quisieron comentar para esta historia.
Aunque el Departamento de Estado ha dicho que todos los casos están “confirmados médicamente”, varios funcionarios estadounidenses dijeron que no está claro si todos los síntomas de las víctimas están vinculados de manera concluyente a los ataques.
Considerando el profundo sentimiento de alarma entre los estadounidenses que trabajan en la embajada, es posible que algunos trabajadores atribuyan enfermedades no relacionadas a los ataques.
Cuando los ataques se produjeron por primera vez, ambos gobiernos se esforzaron por conseguir nuevos acuerdos comerciales y de inmigración. No se conocía públicamente ninguna nueva fricción entre los servicios de inteligencia.
Estados Unidos no ha identificado ningún dispositivo que sea responsable del daño. Las investigaciones del FBI no han arrojado resultados.
Desde la primera revelación de la situación en agosto, Estados Unidos había evitado la palabra “ataques” y los llamaba “incidentes”, hasta el viernes pasado. Ahora, el Departamento de Estado los considera “ataques específicos” dirigidos contra los estadounidenses asignados en La Habana, sin decir qué nueva información, de haberla, dio lugar a la nueva confianza de que eran realmente deliberados.
El motivo más obvio para atacar a los estadounidenses en La Habana sería crear animosidad entre Estados Unidos y Cuba. Si ese es el caso, la estrategia parece tener éxito.
Cuba ha negado con vehemencia la participación o el conocimiento de los ataques. Algunos en el gobierno de Estados Unidos creen que los cubanos pueden estar diciendo la verdad, dijeron las autoridades.
Por cierto, AP no dice nada de los diplomáticos canadienses afectados. ¿Estarán en el grupo de los que emitieron una falsa alarma? Tampoco hace referencia sobre los aparatos que utilizaron los funcionarios para el espionaje, que depende, como sabe hasta un niño, de la escucha activa.
Veremos cómo sigue la trama de esta novela que ha pasado del género fantástico al de espionaje. ¡Oh, querida Agatha Christie, con esto de la sordera no sabes lo que te has perdido!
Que conveniente para Trump. Ahora dirá que porque las víctimas son espías no pueden ser entrevistados por la prensa. #engañabobos https://t.co/cp7CPyYoqe
— José Pertierra (@guaguaP11) 2 de octubre de 2017
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Lea aquí el cable original de la agencia AP: Bizarre attacks in Havana hit US spy network in Cuba