Fuente: Brasil de Fato
Lula.- Primero me gustaría explicar cómo nació la idea de las caravanas. Disputé las elecciones del 89 y después que concluyeron, descubrí que los candidatos que disputan las elecciones para presidente no conocen Brasil. Es decir, el personaje lo conoce a través de la literatura, de las noticias o campañas, cuando aborda un avión en el sitio en que vive y desembarca en otra capital, en el aeropuerto monta en un auto, sube a la tarima y da un discurso sin conocer a las personas que están en el escenario. Luego sale, aborda otro avión y viaja a otra ciudad. Así no se tiene noción de los problemas, de la cultura, de las desigualdades y cómo cada persona vive en cada región. Entonces, en el 92 tomé la decisión de viajar por Brasil para conocer un poco su interior, su alma, la megadiversidad cultural que hay en el país. O sea, son diversos «Brasiles» dentro de esos 8,5 millones de kilómetros cuadrados que no se conocen.
La televisión brasileña no muestra en ningún momento las actividades culturales de otras regiones. Sólo cosas de São Paulo o Rio de Janeiro [en la región sudeste de Brasil] son mostradas en el país entero, entonces los niños y las niñas de Roraima, Amapá y Manaus [estados en la región Norte] tienen que convivir, el sábado o domingo, con Luciano Huck y con Faustão [presentadores de la Red Globo, emisora brasileña]. No hay nada de ellos en la televisión. O sea, la diversidad brasileña no aparece en los medios de Brasil, lo que es muy grave.
Entonces decidí conocer el país. Hicimos la primera caravana. Repetí el trayecto que hice cuando vine a São Paulo en 1952, cuando tenía siete años, en autobús. Después hicimos la Caravana de Oiapoque a Chuí [se refiere a dos de los extremos territoriales de Brasil, Oiapoque en el Norte y Chuí en el Sur]. Hicimos la caravana en todo el Nordeste, casi hemos repetido la que hicimos ahora. También realizamos la del Sur, terminamos en Dourados [municipio de Mato Grosso do Sul, en la región Centro Oeste]. Después hicimos la caravana de la Amazonia, fueron 15 días en un barco, fue muy interesante. A partir de ahí pensé que deberíamos revisitar Brasil.
¿Y qué vemos en esa caravana que estamos haciendo acá? Hubo un desarrollo considerable en esta región, con la universidad, las escuelas secundarias técnicas, con el PRONAF [Programa Nacional de Fortalecimiento de la Agricultura Familiar], con el programa Luz para Todos. Tenía ganas de ver cómo están los programas actualmente y la decepción es muy grande porque muchos están paralizados o disminuyendo.
Entonces, vuelven a consagrar el empobrecimiento. Las personas habían subido un gradito, y ellos creen que tienen que descender un grado. Cada vez que el Estado hace recortes, estos recaen encima del pueblo pobre, porque recaen sobre quien necesita del Estado. Eso es con lo que quedé más preocupado en este viaje.
Fui muy feliz con la visita a aquella cooperativa de pequeños agricultores. O sea, ustedes perciben que Brasil puede tener salida con poca cosa. Y eso es lo que me anima y me hace creer que los pobres aún son la solución para Brasil. Los pobres no son el problema. Cuando usted los coloca dentro de la economía, este país da un salto de calidad, eso es lo que yo creo.
Las personas no tienen noción del significado del aumento del salario mínimo y de lo que vale una pensión de jubilación en una ciudad pequeña del interior. Entonces, mi optimismo en relación a Brasil es que puede tener solución el momento que haya gente que conozca y guste del país y que quiera hacerlo crecer. Y, en mi opinión, la manera más extraordinaria es colocar a los pobres dentro de la política económica.
Rafel Tatemoto.- Parece que existe una ecuación matemática: cuanto menor el índice de desarrollo humano (IDH) de la ciudad, mayor el apoyo e involucramiento con Lula y con la caravana. Yo quería que usted hable sobre eso.
Lula.- Usted tiene algunos estados en los que el sector de la clase media cree que perdió en nuestro gobierno. Hay mucha gente que piensa así: el rico se volvió más rico, el pobre se volvió menos pobre y la clase media empobreció. Pero no es que ellos se volvieron más pobres, es que el pobre llegó más cerca de ellos. No es porque ellos cayeron, es porque los pobres subieron. Y cuanto más suban, más va a crecer y desarrollarse el país. El hecho de que las regiones más pobres sientan una atracción mayor es porque los beneficios fueron mayores para ellos. Las personas que viven en el centro de São Bernardo do Campo o en la avenida Paulista no tienen noción de lo que es un programa Luz para Todos, que en un pase de magia saca a las personas del siglo 18, de las tinieblas, y las coloca en el siglo 21 con una inversión de 6 mil millones de dólares. Ahora, ningún empresario privado quiere poner luz en la casa de una persona que no puede pagar, pero por la Constitución, todas las personas tienen derecho a eso. Entonces, ¿quién tiene que hacerlo? El Estado.
En el caso del programa “Mi Casa, Mi Vida”, para hacer que las personas que ganan un salario mínimo puedan comprar una casa, tenemos que subsidiarlas para que tengan dinero para comer. Porque si ganan un salario mínimo y van a pagar 400 reales por la prestación, no comen. Necesitan comer, vestirse, pagar las cuentas de luz y agua… Entonces hicimos una opción de hacer un subsidio para que la prestación en vez de ser 400, fuese 80. ¿Cuesta caro? Cuesta. Pero o el Estado hace eso o no cumple con la Constitución que dice que los pobres tienen derecho a tener vivienda.
Es por eso que esas personas sintieron más rápido el efecto de las políticas de nuestro gobierno. El PRONAF, por ejemplo, era algo muy llegado al Sur del país. Cuando usted pasa de US$ 610 millones a 9 mil millones, en 2014, es porque usted nacionalizó el programa. Llegó a Paraíba, a Rio Grande do Norte, a Piauí, a la Amazonía, a Amapá… El financiamiento se esparció por el territorio nacional y esas personas que hasta entonces no tenían acceso a nada, son las personas que están más próximas de nosotros hoy.
Cuando creamos un programa llamado Programa de Adquisición de Alimentos (PAA), era para comprar alimentos a aquellas personas que los producían y no tenían a quien venderlos y garantizar que esos alimentos llegasen a las escuelas. Era un programa excepcional. Si usted pregunta a un pequeño productor o a un compañero de los Sin Tierra, le van a decir que el PAA es la cosa más extraordinaria que creamos, porque era la certeza de plantar y vender. Ellos acabaron con eso ahora.
Es lo que decíamos durante la campaña: nosotros, que comemos todo el día, tenemos que extender la mano a las personas que no comen. Cuando ellas comienzan a comer, tienen fuerza para trabajar, van a recibir un salario y van a ayudar a otros. Entonces es normal que hayamos hecho que la política llegase primero a las personas más lo necesitaban. Y eso tiene que volver a suceder.
O nosotros hacemos que los pobres suban un grado más en la escala social de este país, o Brasil será eternamente pobre.
De aquí en adelante, vamos a tener que recomenzar a usar la expresión “distribuir riqueza” y no “renta”, porque una casa es riqueza. Educación es riqueza perenne. La persona aprendió, es para el resto de su vida. Eso significa riqueza. La tierra, por ejemplo, es otra riqueza.
Entonces, voy continuar diciendo siempre que nuestra obligación es gobernar para todos, pero algunos necesitan más que otros. Y es a los que necesitan más que nosotros tenemos que cuidar mejor.
Rafel Tatemoto.- Usted está hablando de riquezas, y hay una riqueza que estamos a algunos días de perder, a través de la reforma laboral de Temer. ¿Qué piensa usted de la pérdida de esa riqueza?
Lula.- Tenemos una cosa grave en el mundo, porque lo que está aconteciendo en Brasil, del punto de vista del desmantelamiento de derechos de los trabajadores, es algo mundial. Sobre todo, después de la crisis de 2008, constatamos que el sistema financiero que quebró vuelve fortalecido. La información que se tiene es que se gastó más de 14 mil millones de dólares para salvar esa crisis y aún no se resolvió el problema. Y no hay banquero preso por la crisis de 2008. Y el sistema financiero volvió más fuerte y codicioso. Entonces, en todo el mundo, las conquistas sociales de posguerra comienzan a aparecer en el discurso de la derecha como si fueran un perjuicio para el desarrollo de cada país.
Cuando, en mi opinión, debemos medir el desarrollo del país no por la concentración de riqueza, sino por su distribución. Vamos a tener que hacer mucho. El desafío que está colocado para el movimiento sindical ahora es ver, otra vez, lo que es bueno para el trabajador y lo que el país puede sustentar. Y el movimiento sindical está preparado para eso.
Rafel Tatemoto.- Usted ha defendido, si fuera elegido, la realización de un referéndum revocatorio. ¿La reforma laboral estaría en ese referéndum? ¿Como sería ese referendo?
Lula.- Como seria, va a depender de como vote el Congreso. El referéndum será votado por el Congreso. Es el Congreso que tiene que aprobarlo. Estoy hablando de la palabra referéndum revocatorio porque si no tenemos autorización de la sociedad, es muy difícil cambiar, por ejemplo, la PEC que limita el dinero para educación y salud. En verdad, el dinero que se coloca en la salud no es gasto; el dinero que se gasta para salvar vidas es inversión. Construir un hospital nuevo, un aparato odontológico nuevo es inversión. Usted está dotando al país de equipamiento que puede mejorar la vida del pueblo. Y educación más aún.
Si usted no hiciera un referéndum que de fuerzas para mandar una propuesta al Congreso Nacional y cambiar todas esas cosas, inclusive, revocar decisiones de privatización de empresas…
Cuando colocamos el [petróleo] pre sal como pasaporte del futuro, fue porque el pre sal era la oportunidad que Brasil tenía de invertir las regalías del petróleo en educación y recuperar el desmande del siglo 20.
Es por eso que vamos proponer un referéndum revocatorio durante la campaña y el mandato. Creo que deberíamos proponer analizar el voto de los pobres por los diputados. No sirve de nada reclamar, reclamar, quejarse y cuando va a las urnas lo que está electo es aquello que está allá. A través de la elección, tenemos que votar por gente comprometida con las cosas que usted cree que son buenas para el país.
Rafel Tatemoto.- Durante el proceso chavista, 21 votaciones tuvieron lugar en 18 años. ¿Cuál es la importancia de esa cuestión de la participación popular y de Venezuela en el proceso latinoamericano?
Lula.- Yo era presidente de Brasil y cada vez que viajaba a cualquier país de Europa, la gente cuando hablaba conmigo sobre Venezuela y decía que Chávez no era democrático y que en Venezuela no existía democracia, yo decía que creía que el error de Chávez era ser demasiado democrático. Cualquier cosita él quería hacer una Constituyente, cualquier cosita él quería hacer elecciones. El problema es que él las ganó todas, entonces los adversarios no concordaban, ni la derecha del mundo entero.
Y aún hoy me irrita cuando veo al presidente de los EUA opinar sobre Venezuela. El que cuide de los EUA y deje a Venezuela cuidar de Venezuela. Por eso que estoy feliz con esa victoria de Maduro porque creo que fue una cosa importante.
El pueblo se manifestó, la oposición fue a votar y el actual gobierno brasileño no tiene moral para hablar sobre Venezuela. Va a proponer una comisión de investigación… Que vaya Temer a hacer una comisión para investigar el impeachment, no las elecciones [de Venezuela]. Yo soy muy solidario con Venezuela.
Rafel Tatemoto.- Los medios tradicionales no publicaron los actos aquí en Vale do Jequitinhonha ni lo que el pueblo dice sobre la caravana, que, así como en el nordeste, mostraba mucha esperanza. ¿A qué atribuye usted esa cobertura?
Lula.- Esta parte de aquí de Brasil en Minas Gerais es casi como el Nordeste. Inclusive Montes Claros forma parte del polígono de la sequía y recibe los mismos incentivos que el Nordeste recibía de la SUDENE [Superintendencia de Desarrollo del Nordeste]. El tratamiento es básicamente el mismo.
La prensa escrita hace tiempo que está agonizando. Ellos saben que el pueblo no quiere ensuciarse más las manos para leer un periódico y también que el pueblo no va a gastar dinero con una noticia que ellos leen en casa, por internet.
Después de internet todo se volvió anticuado, con internet todo quedó atrasado. Sinceramente, yo hago mis caravanas sin preocuparme de la llamada «gran prensa brasileña». No me incomodo, no estoy preocupado por lo que dicen. Para mí, ella no existe. No recuerdo un período en que la prensa haya sido tolerante conmigo.
Rafel Tatemoto.- En varios actos, usted dijo que tendría una política diferente para los medios en un futuro gobierno. ¿Qué está pensado de acciones y planes para la comunicación en el país?
Lula.- En 2009, hice una gran conferencia sobre comunicación. En aquella ocasión, usted tenía los grandes medios de comunicación que estaban contra la conferencia. Incluso así, algunas televisoras participaron. Obtuvimos un resultado que fue muy satisfactorio y preparamos una propuesta de regulación. Entendíamos que no era correcto presentar una propuesta así al final de un gobierno.
Entonces, dejamos a la compañera Dilma que presente la propuesta al Congreso al comienzo de su primer mandato. No se cuáles fueron las razones, pero la compañera Dilma no la presentó.
Hoy, creo que ella tiene el mismo arrepentimiento que yo tengo de no haber hecho una discusión para regular. Y no quiero regular para censurar. Quien tiene que censurar la televisión es el telespectador, quien tiene que censurar la radio es el oyente. No soy yo, no.
Lo que quiero es democratizar, de hecho. Quiero garantizar y fortalecer el derecho de respuesta porque no es posible que las personas mientan descaradamente, cuenten falsedades, destruyan la vida de las personas. De vez en cuando, recuerdo que agarraron al ministro de Minas y Energía que tenía e hicieron un circo, que él había tomado un sobre con 100 mil dólares… Desde mi primer mandato hasta hoy aquel ciudadano, que yo saqué del gobierno debido a la denuncia, nunca fue llamado a declarar. Sinceramente prefiero creer en lo que estamos haciendo.
Rafel Tatemoto.- ¿Y financiamiento? La red Globo todavía recibió dinero público, y bastante.
Lula.- Dimos un paso importante, sobre todo con la llegada del compañero Franklin Martins a la SECOM, que fue crear los medios técnicos. Teníamos, más o menos, 340 medios de comunicación que recibían recursos del Estado. Pasamos a casi 4 mil. Los medios técnicos permitieron una evolución extraordinaria. Pero creo que ahora es necesario dar un salto, no quedarse solo en los medios técnicos.
El Estado tiene la concesión, da la concesión… Entonces el Estado tiene que tener algún interés. Si el Estado va a dar dinero solo para la investigación, ¿quien puede contratar al Instituto Brasileño de Opinión Pública y Estadística – IBOPE? El Estado necesita, también en la comunicación, garantizar que los recursos lleguen a aquellos que no están en IBOPE. Internet necesita recibir mayor atención del Estado brasileño tratándose de un medio de comunicación. No se puede menospreciar internet porque ellos comienzan a crear grandes medios de comunicación en internet. Y, de aquí a poco, pasarán a tener dinero en la televisión, en la radio y también en internet. Y la prensa alternativa desaparece.
Creo que muchas cosas van a cambiar. Obviamente, tenemos que tener mucho cuidado porque necesitamos saber cuál es la correlación de fuerzas que va a llegar al gobierno en 2018. No avanzamos nada si elegimos un presidente pero tenemos solo 30 diputados de nuestro lado. Usted va a tener que conversar, conversar, conversar y eso no siempre es bueno.
Rafel Tatemoto.- Tenemos varios ejemplos de que la guerra contra las drogas falló y que sirve de fomento para el encarcelamiento de la juventud negra. Tenemos el ejemplo del caso de Rafael Braga, en Rio de Janeiro. ¿Que piensa el partido sobre este tema de la guerra a las drogas y la despenalización?
Lula.- Hace unos tres meses tuve una reunión con algunos compañeros que eran adictos a sustancias químicas, después yo tuve una reunión con 18 especialistas de los más importantes de Brasil y ahora conversé con el ex-ministro Padilha, que quiero llamar para una conversación a todas las instituciones que tienen políticas de buenos resultados para enfrentar las adicciones a las drogas. La verdad es que hay pruebas de que hay cosas que pueden ser hechas y que la policía, la represión y la prisión no son soluciones para enfrentar el problema de las drogas. Entonces, quiero hacer un congreso con esa gente para definir como involucrar a la sociedad civil en la construcción de una política pública capaz de dar al adicto la garantía de que él va a ser bien cuidado, y que puede dejar de ser un adicto.
El caso de Rafael es el descuido y la irresponsabilidad del Estado brasileño, entonces quiero tratar ese asunto con mucho cariño, porque mucho se habla, ahí yo recuerdo que una vez tuve una discusión con el personal de los EUA, porque si usted quiere que un compañero en Bolivia pare de plantar coca, usted tiene que darle una alternativa. No solo decir que está prohibido plantar. Es darle condiciones de plantar otra cosa y ganar dinero para sobrevivir dignamente. Y en Brasil es la misma cosa. Yo decía al gobierno americano: ustedes quieren combatir la droga, ustedes tienen que tratar a sus adictos, porque sólo hay producción porque hay consumo y gente que puede comprar.
Entonces, vamos a tratar de cuidar eso de otra forma. Pero es difícil, porque, en verdad, eso se vuelve una industria que interesa a mucha gente, excepto al pobre adicto, que salta al agua y después se da cuenta de que no sabe nadar y no tiene como llegar a la orilla. Entonces es ahí que tiene que entrar el Estado y garantizar que pueda llegar a la orilla.
Traducción: Luiza Mançano y Pilar Troya, para Brasil de Fato.