eterna e indivisiblede Israel y la política de apoyo incondicional al sionismo se gesta y se hace unánime hace mucho tiempo en el establishment yanqui, aunque no en el pueblo estadunidense
Argentina, Colombia y México, fieles aliados de la potencia del norte y anfitriones de Benjamin Netanyahu en la primera visita de un premier israelí a América Latina, se refugiaron en la abstención. Pero entre las 35 abstenciones, las hubo también de países muy pobres, dependientes y amenazados por la primitiva Nikky Haley, embajadora yanqui en la ONU.
En resumen, votaron contra Estados Unidos sus principales aliados de la Unión Europea y Japón, todos los países árabes y musulmanes y la gran mayoría de los gobiernos africanos, asiáticos, latinoamericanos y caribeños. Previamente se había producido una condena unánime de los países agrupados en la Organización de la Conferencia Islámica y del Movimiento de Países No Alineados.
Merece subrayarse el unánime y rápido rechazo a la decisión estadunidense de los principales líderes cristianos del Medio Oriente, quienes, al igual que Mahmoud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina, se negaron, además, a recibir a Mike Pence, vicepresidente del imperio y cristiano evangélico de ultraderecha. Este fue forzado por ello a cancelar su proyectada gira navideña a la región, que incluía una visita a Belén, ciudad santa para los cristianos por ser la supuesta cuna de Jesús.
El vocero del Papa Tawandros II, jefe de la iglesia copta de Egipto expresó: El Papa no se sentará con nadie mientras esta sea la postura estadunidense. Siempre apoyaremos al pueblo de Palestina
. El patriarca de Jerusalén y los líderes de otras 13 iglesias cristianas argumentaron que la decisión de Trump “pisotea el mecanismo que ha mantenido la paz a través de los tiempos y advirtió que llevará a una realidad oscura
. También el patriarca maronita de Líbano la condenó en términos muy enérgicos y convocó a una nada frecuente cumbre interreligiosa con todas las denominaciones cristianas, representantes de los musulmanes chiítas y sunitas, así como los drusos, que declararon: La decisión del presidente de Estados Unidos, basada en cálculos políticos especiales, es un desafío y una provocación a más de 300 mil millones de personas y toca en lo profundo de su fe.
No es para menos a juzgar por las protestas que han recorrido el mundo árabe e islámico y la nueva rebelión de los palestinos, caracterizada por una audaz y heroica participación de niños y jóvenes de ambos sexos. La soldadesca israelí ha asesinado ya más de una docena de palestinos y detenido a más de 600. Las cárceles israelíes se llenan de palestinos mientras los territorios de Cisjordania se repletan de asentamientos ilegales de colonos israelíes, ascendentes a no menos de 600 mil. El muro de la ignominia también roba tierra y agua palestina, y los ataques a Gaza con armas estadunidenses han ocasionado miles de muertos y heridos. Todo esto se ha realizado mientras Estados Unidos oficiaba como mediador
en el conflicto palestino-israelí. Sin contar la entrega por Washington a Tel Aviv del armamento más sofisticado, incluyendo el nuclear.
A la vez, califica de peligro el programa atómico pacífico de Irán y se propone abandonar el tratado multilateral con el país persa. Trump es un facineroso sí, pero el aberrante reconocimiento de Jerusalén como capital eterna e indivisible
de Israel y la política de apoyo incondicional al sionismo se gesta y se hace unánime hace mucho tiempo en el establishment yanqui, aunque no en el pueblo estadunidense. En otro momento ampliaré sobre el tema.