Tras la llegada a la Casa Blanca del multimillonario y agresivo Donald Trump, los cubanos comenzaron a comentar medio en broma, medio en serio, que San Lázaro tendría que volver a tomar sus muletas.
Pánfilo, el personaje humorístico más famoso en Cuba, expresó jocosamente en uno de sus programas “Vivir del Cuento” que cuando el 17 de diciembre de 2014 se anunció el comienzo del proceso de restablecimiento de las relaciones entre Estados Unidos y la nación caribeña San Lázaro “soltó sus muletas” ante esa sorpresiva noticia que estremeció al mundo entero.
La mayoría de los seguidores del segundo santo más venerado en la mayor de las Antillas, después de la Virgen de la Caridad del Cobre, coincidieron entonces en que el inicio de una nueva etapa entre Washington y La Habana había sido un milagro de San Lázaro, Babalú Ayé para los creyentes de la Santería, la religión más practicada en la Isla.
En tono de broma, Pánfilo, interpretado por el actor Luis Daniel Silva, dijo que hasta Babalú Ayé “había dejado caer sus muletas” asombrado también por la primicia dada a conocer al unísono por el exmanadatario norteamericano Barack Obama, y el presidente cubano, Raúl Castro.
Por coincidencia, el anuncio del inicio de un eventual fin de la confrontación directa entre Estados Unidos y el decano archipiélago del Caribe fue hecho un 17 de diciembre, día de San Lázaro, y en el que miles de feligreses acuden cada año a su Santuario Nacional, ubicado en el poblado habanero del Rincón, y le ofrecen grandes sacrificios.
Claro que motivos había para sorprenderse, creer en milagros e incluso bromear porque pocos conocían de negociaciones sumamente reservadas entre las autoridades de los dos países vecinos, y menos podían imaginarse un acercamiento mutuo luego de más cinco décadas de agresiones de todo tipo de Washington contra Cuba.
Sin embargo, el paso dado por Obama, que condujo a una visita suya a La Habana en marzo de 2016, y al restablecimiento de los nexos diplomáticos, diálogos y acuerdos bilaterales en diferentes esferas, no terminó con el levantamiento del bloqueo económico, comercial y financiero que sucesivas administraciones norteamericanas le han impuesto hasta hoy a la nación antillana.
Los cubanos, en su mayoría escépticos ante las conductas de los inquilinos de la Casa Blanca, no dudaron de que la administración del primer presidente negro de Estados Unidos tenía, aunque con diferentes métodos, el mismo propósito de sus predecesoras: destruir la Revolución en la Isla.
No obstante, mantuvieron su disposición a un dialogo de igual a igual en busca de la convivencia pacífica con su vecino del Norte, mientras Obama retardaba acabar o debilitar el bloqueo, pese a que pudo hacerlo antes de terminar su mandato.
Tras la llegada a la Casa Blanca del multimillonario y agresivo Donald Trump, los cubanos comenzaron a comentar medio en broma, medio en serio, que San Lázaro tendría que volver a tomar sus muletas.
Y la vida les ha dado la razón después que Trump retomó la agresividad de la mayoría de sus antecesores hacia Cuba, quienes por cierto no lograron destronar la Revolución en la Isla caribeña, como tampoco podrá hacerlo el actual emperador norteamericano, ni los futuros.
La historia ha demostrado que con Estados Unidos no existen los milagros, aunque sí las bromas, las que Pánfilo de seguro incluirá en su afamado programa “Vivir del Cuento”.