Afortunadamente, los cubanos tenemos en la obra y la figura de José Julián Martí Pérez un referente nacional muy avanzado, progresista, libertario y revolucionario.


Se ha comentado anteriormente cómo somos los cubanos en cuanto a nuestra composición biológica, genética (1). La verdad científica comprobada es que somos tan humanos como un pakistaní, como un chino, como un keniano, como un peruano, como un alemán, como cualquiera. Ni mejores ni peores.

Las diferenciaciones entre las comunidades humanas, esas que muchas veces han costado mucha sangre y sufrimientos sin sentido, siempre están originadas en lo que suele llamarse cultura. Podría también denominarse algo así como los fundamentos informativos en la conformación de la conciencia social.

Estos estancos culturales sociales, las nacionalidades, suelen ser usados para defender y hacer prevalecer la dignidad de cualquier nación oprimida o desfavorecida. También otras veces para intereses malsanos y conveniencias personales de manipuladores.

El idioma en que se habla es un elemento importante de diferenciación. Desde los pasajes bíblicos babélicos ya se reflejaba que la diferenciación de lenguas era una causa de división y desentendimiento. El idioma es el código que usamos los humanos para trasmitir y recibir información.

Cada lengua tiene una forma diferente de decir “si”, aunque la información que porta esa palabra es idéntica en cualquier idioma. Cambia la codificación, no la información. Pero eso conforma también identidades entre los que usan el mismo código para comprenderse, tal y como lo aprendieron de su entorno con las primeras palabras que escucharon y emitieron en la vida.

También las religiones son factores de diferenciación. Hay países en Europa que hablan prácticamente la misma lengua y comparten fronteras, pero la escriben diferente y tienen diferencias religiosas, y eso establece que sean también países distintos, gobernados por grupos sociales propios.

Las religiones monoteístas modernas basadas en escrituras, en información preservada, han sido portadoras de cultura y conciencia social, y también de singularidades nacionales. Otras religiones menos universales establecen singularidades grupales o tribales.

Un importantísimo factor que determina entonces las virtudes de las naciones es su formación cultural, su educación. Los países modernos tienen sistemas nacionales de educación basados en su aval cultural y en sus influencias externas, más universales. Lo que se enseña y como se enseña en la escuela es determinante en muchos aspectos de la idiosincrasia, el carácter nacional, de un pueblo.

Afortunadamente, los cubanos tenemos en la obra y la figura de José Julián Martí Pérez un referente nacional muy avanzado, progresista, libertario y revolucionario. Se le suele llamar como el más universal, o el apóstol, o simplemente el hombre, el ser humano. Su pensar se enseña en nuestras escuelas, es aceptado por la inmensa mayoría de los cubanos. ¡Cuánto ha influido en todos los profundos contenidos de la poesía de la rosa blanca o de los zapaticos de rosa! También la sabiduría y el patriotismo de los tres héroes. Muchos pasajes de su obra escrita compilada y llegada hasta nosotros han sido decisivos en nuestra idiosincrasia.

Vale la pena citar hoy, cercanos a los 165 años de su nacimiento, algo que publicó en la revista quincenal madrileña “La América”, en sus últimos tiempos de aparición. Su artículo de 1885, con un título tan sorprendente como “Escuela de electricidad”, comienza con una ráfaga de sabiduría:

“Al mundo nuevo corresponde la Universidad nueva.

A nuevas ciencias que todo lo invaden, reforman y minan, nuevas cátedras.

Es criminal el divorcio entre la educación que se recibe en una época, y la época.

Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido; es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive; es ponerlo a nivel de su tiempo, para que flote sobre él, y no dejarlo debajo de su tiempo, con lo que no podrá salir a flote; es preparar al hombre para la vida.

En tiempos teológicos, universidad teológica. En tiempos científicos, universidad científica.” (2)

¡Qué bueno que publicó y nos legó su forma de pensar para poder conocerla aun cuando ya no lo podemos oír y así conformar mejor nuestra identidad nacional! ¡Qué suerte hemos tenido los cubanos de que ideas tan sanas, universales y eternas predominen en nuestra educación! Eso nos proyecta muy positivamente.

Por eso un revolucionario como Fidel expresó en 1953 que Martí era el autor intelectual de esa rebeldía para cambiar el mundo en favor de los más desfavorecidos que nos caracteriza. Y de muchas otras virtudes más.

  1. Montero Cabrera, Luis A., “¿Quiénes somos los cubanos?”, Cubadebate, 07/12/2016,
  2. Martí, J., Obras Completas. 1ra. ed.; Editorial de Ciencias Sociales: La Habana, 1991; Vol. 8., p. 281.

Por REDH-Cuba

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