El pasado 17 de julio culminó exitosamente la XXIV edición del Foro de Sao Paulo (FSP) en La Habana. Podemos afirmar que esa edición del FSP es quizás la cita más importante de esta organización política continental desde su fundación, puesto que se realizó en un difícil escenario histórico donde está en juego el equilibrio de la correlación de fuerzas en América Latina y en el mundo.

En las dos últimas décadas, gobiernos respaldados por alianzas populares, progresistas y de izquierda han alcanzado importantes avances sociales y políticos en la región demostrando fehacientemente que sí es posible construir por la vía democrática y pacífica alternativas al modelo neoliberal hegemónico impuesto desde EE.UU.

Desde la elección del Comandante Hugo Chávez como presidente en diciembre de 1998 hasta la fecha, un nuevo mapa geopolítico transformó nuestra Patria Grande. Al  triunfo del pueblo venezolano, le siguió una oleada de victorias electorales, que permitieron establecer gobiernos progresistas, antineoliberales, antiimperialistas en Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Honduras, El Salvador y más recientemente en México.

Por primera vez los pueblos han tenido la posibilidad de dirigir  sus destinos y  participar en el diseño de políticas centradas en el bienestar de las mayorías que antes fueron excluidas.

Ante esa realidad, la arremetida del imperialismo norteamericano y sus aliados, no se ha hecho esperar. Es evidente su desespero por recuperar un área de influencia estratégica que antes fue considerada “su patio trasero”. Enfrentamos hoy una Guerra de Cuarta Generación de alcance hemisférico.

Se han puesto en marcha formas de golpes suaves contra Nicaragua y Venezuela; golpes electorales, como en Argentina, Ecuador, Honduras; golpes judiciales, como en Brasil; están produciéndose guerras judiciales con la  criminalización de liderazgos como el de Lula da Silva, Cristina  Fernández y  Rafael Correa; una abierta guerra económica y financiera  y una brutal guerra mediática y psicológica en todo el continente.

Los tanques pensantes de la derecha y el nuevo monroísmo trumpista, aseguran que “el ciclo progresista”, como ellos han denominado este período, ha terminado, tratando de allanar el camino para un retroceso histórico, para la restauración neoliberal que EE.UU. está dispuesto a imponer a sangre y fuego. Una vez más se equivocan los enemigos de nuestros pueblos. En América Latina y el Caribe nos enfrentamos a esa violencia con la conciencia y el coraje de nuestros libertadores: “no podemos optar entre vencer o morir, necesario es vencer”.

 La América Nuestra está en Revolución permanente, y así nos declaramos en el reciente encuentro del FSP. Y esa Revolución permanente, como nos dijo en el año 2009 nuestro Comandante Eterno “…es una Revolución que trasciende lo ideológico; es geográfica, geopolítica; es una Revolución de los tiempos, una Revolución moral; es una Revolución necesaria. Es grande por el tiempo que carga por dentro, es grande por el espacio que abarca”. Nadie podrá frenarla.

Ahora bien, junto a lo anterior, pienso que también es tiempo de meditar, de evaluar, por qué hemos perdido espacios en algunos sectores;  porque más allá del feroz ataque imperial, también debemos pensar en lo que hemos dejado de hacer como izquierda continental, identificar los errores que se han podido cometer y cómo rectificarlos.

 Debemos reflexionar y actuar ante la necesidad imperiosa de lograr consolidar una unidad esencial de propósitos dentro de la izquierda latinoamericana y caribeña, que permita derrotar definitivamente los intentos hegemónicos del imperialismo norteamericano y sus aliados. Tengo la certeza, compatriotas, que en todos los casos, las fuerzas revolucionarias y progresistas continentales tienen dos enemigos fundamentales: la desunión y el imperialismo. Sobre esa base deberíamos ser capaces de definir un programa mínimo de acción, para unirnos en la batalla contra el imperialismo y el neoliberalismo.

Es por ello que en este nuevo escenario de agudización de la confrontación con el imperialismo y tomando como base los logros sociales alcanzados por nuestros pueblos en los últimos 20 años,  la izquierda latinoamericana y caribeña debe generar nuevos consensos, diseñar tácticas y estrategias que permitan mantener las conquistas alcanzadas, preservar la paz, contrarrestar la amenaza imperialista y avanzar en la construcción del socialismo continental; cada pueblo con sus peculiaridades, pero con la idea clara de la integración nuestroamericana para la liberación continental. 

O sea, no podemos quedarnos rezagados solo planteando la defensa de lo que ya hemos alcanzado, debemos continuar la tarea de resistir para seguir avanzando, con resultados concretos, para articular un verdadero modelo antineoliberal, anticapitalista, antiimperialista para los pueblos de América Latina y el Caribe. 

Y en ese sentido, en Venezuela continuamos a la vanguardia. Al asedio de la derecha y del imperio, respondemos profundizando nuestra Revolución y nuestra democracia socialista

La aguerrida militancia de nuestro Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) se prepara con mucho compromiso y conciencia para desarrollar a partir del 28 de julio las sesiones plenarias del IV Congreso de nuestra organización partidista, que estamos seguros será crucial para el futuro de Venezuela y de la región. De allí deben salir las líneas estratégicas para emprender la derrota definitiva del golpismo, la permanencia de la paz y la recuperación económica.

Con el espíritu de nuestras y nuestros libertadores, con el compromiso definitivo con nuestro pueblo, con lealtad absoluta al proyecto socialista bolivariano que estamos construyendo, con la fuerza del legado de Chávez, con la unidad que nos hace invencibles; sigamos edificando el futuro, renovándonos para la continuidad de nuestra experiencia revolucionaria, que seguirá siendo un faro de referencia para las causas por la libertad y la justicia social de los pueblos en el mundo entero.

 ¡Con Chávez Siempre!

¡Todos con Maduro!

 

Por REDH-Cuba

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