Desde que Lula y el Partido de los Trabajadores (PT) definieron que Fernando Haddad sería su candidato a la presidencia de Brasil, para no sufrir nuevas sanciones de parte del Superior Tribunal Electoral, todas las miradas se vuelven hacia el proceso de trasferencia de votos de Lula hacia Haddad. Si nadie tenía dudas de que Lula triunfaría en primera vuelta, em el caso de que pudiera ser candidato, los interrogantes son sobre cómo y cuándo el caudal inmenso de votos de Lula se transfieren hacia Haddad.
Toda la campaña del PT se concentra en la consigna “Lula es Haddad, Haddad es Lula”. Es una lucha en contra del tiempo –algo más que 20 días hasta la primera vuelta–, pero también en contra de la desinformación. Las encuestas hasta ahora daban a Haddad niveles bajos de apoyo, pero sube en las nuevas, donde ya lo apuntan como el candidato de Lula, con la renuncia de éste de ser candidato.
En esas circunstancias, por primera vez Haddad aparece liderando una encuesta, con el 22 por ciento de apoyo, y Jair Bolsonaro aparece segundo, con el 15 por ciento. La tendencia es la de un crecimiento sostenido de Haddad hasta el 7 de octubre, día de la primera vuelta. El así llamado “mercado” empieza a asumir la posibilidad del retorno del PT al gobierno. Aunque el empresariado brasileño se muestra todavía muy reacio a esa posibilidad, con la bolsa de valores teniendo caídas sostenidas y el dólar con una suba que lo pone a un nivel superior al de 2002 –momento de la primera victoria de Lula–, organismos financieros internacionales se muestran más sensibles ante un eventual gobierno de Haddad.
Por otra parte, los grandes periódicos conservadores empiezan a consignar qué posturas tendría Haddad, en caso de ser elegido, ante temas muy sensibles para ellos, como el modelo económico neoliberal, las privatizaciones y la reforma tributaria.
Otro elemento nuevo es la declaración de Ciro Gomes, que compite con el PT desde el comienzo de la campaña electoral por el electorado de la izquierda y la centroizquierda. Gómez declaró esta semana que, si Haddad llega a la segunda vuelta, votará por el.
El PT, a su vez, concentra las manifestaciones de Haddad en el nordeste de Brasil y en el sudeste. La primera región es la que concentra el más grande apoyo a los candidatos del PT, así como aquella que tiene la más grande cantidad de gobernadores que apoyan a Haddad. El sudeste, al contrario, sigue siendo una región con una gran cantidad de electores, y es donde el PT obtiene sus peores resultados.
Mientras tanto, la derecha se ve envuelta en una situación que se asemeja a un suicidio político. No ha logrado tener un candidato que se valiera del sentimiento de rechazo a la política y a los políticos, teniendo que conformarse con candidatos de la vieja política. Aun así, entre estos, el representante del PSDB, el exgobernador de San Pablo Geraldo Alckmin, que ya había sido derrotado por Lula en las presidenciales del 2010, no logra despegar y cosecha apenas un cinco por ciento de las preferencias en las encuestas.
El candidato de la extrema derecha, Bolsonaro, es el que ocupa el segundo lugar en las encuestas, pero su problema es que sus posiciones extremistas le ponen un límite a su crecimiento, mientras que el extraño atentado que sufrió lo ha sacado de la campaña, sin que se sepa realmente cuándo podrá, si es que puede, retomar las actividades electorales. Una probable segunda vuelta entre Haddad y Bolsonaro planteará difíciles opciones para Fernando Henrique Cardoso y su partido, el PSDB, así como para otros candidatos que pretenden no ser asimilados a las posturas de Bolsonaro.
El escenario se muestra así muy favorable a una victoria de Haddad en las elecciones de octubre, por lo que el PT volvería al gobierno. Si se confirma esta posibilidad, el nuevo gobierno tendrá que enfrentar una pesada herencia que va desde la recesión económica y el desempleo, hasta el desmonte del Estado, tanto por privatizaciones como por la quita de recursos para políticas públicas. La deuda acumulada por el gobierno de Temer es gigantesca, los desempleados son alrededor de 27 millones de personas, los recursos para políticas sociales están congelados por 20 años.
De ahí que el planteo de Lula acerca de la necesidad inmediata de un referendo revocatorio para consultar a la población sobre el paquete de medidas impuesto por el gobierno Temer sea la prioridad del nuevo gobierno. Según la fuerza parlamentaria que obtenga, el PT se plantea también la posibilidad de convocar una Asamblea Constituyente para impulsar medidas que lleven a la democratización de los medios y de la Justicia, así como una profunda reforma tributaria, entre otras medidas.
Fuente: Pagina 12