Es un deber de honor rendir homenaje al Presidente mártir Salvador Allende en el 45 aniversario del golpe fascista contra el gobierno de la Unidad Popular en Chile.
Corresponde especialmente porque la trayectoria política de Allende –en radical y revolucionario ascenso– registra su participación, como jefe de la delegación unitaria, subrayo unitaria, del Frente de Acción Popular de Chile en la Conferencia Tricontinental de La Habana en 1966, lo que lo convierte en fundador de la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAAL).
Es muy pertinente hacerlo porque la experiencia chilena encabezada por Allende es precursora en Nuestra América de un camino de disputa del gobierno por la vía electoral burguesa, y de disputa gradual del poder sobre la base de un programa trasformador de la propiedad –esencialmente de los recursos naturales y de la tierra– y de distribución de la riqueza en favor de los desposeídos; que se legitimará 27 años después, con la victoria electoral del Presidente Chávez en Venezuela en 1998, como un auténtico camino emancipador hacia la justicia, la soberanía y la integración continental.
Lo que en su momento constituyó un suceso político único en 1970, devino en regularidad en los umbrales del siglo XXI. El movimiento telúrico de signo revolucionario y progresista que ha vivido América Latina y el Caribe luego del triunfo electoral de Chávez, al cual siguieron sucesivas victorias progresistas en una decena de países es, probablemente, el mejor homenaje al Presidente mártir en relación con su concepción de lucha contra el neocolonialismo y el imperialismo.
Cuando a la oleada emancipatoria en ascenso en nuestra región se opone la brutal embestida del poder aún más concentrado y transnacionalizado de la oligarquía y el imperialismo, que no perdonan la rebeldía popular latinoamericana y caribeña frente a la perpetuidad de la desigualdad, la pobreza y las injusticias, es muy oportuno recordar a Allende y la experiencia de la Unidad Popular en Chile; porque nada se parece más al preámbulo de guerra no declarada y a aquel golpe fascista sangriento, que los métodos de Guerra No Convencional igualmente criminales que se aplican hoy contra la Revolución Bolivariana, la Nicaragua sandinista, o los golpes de nuevo tipo que han tenido lugar en Honduras, Paraguay y Brasil, por solo mencionar algunos ejemplos de lo que constituye en el presente la ofensiva contrarrevolucionaria dirigida a derrotar, a barrer, los procesos progresistas nuestroamericanos.
Cuando nuestra lucha y resistencia requiere como nunca de la unidad de todos los sectores y de todos los actores que creemos en un futuro de dignidad, prosperidad y justicia para nuestros hijos, unidad que tiene que construirse sólidamente a escala nacional y continental alrededor de un programa común, es deber moral recordar el legado de un hombre que sin abandonar sus convicciones no pecó de sectarismos, e incluso asumió los riesgos que impone la solidaridad militante, que honró la palabra empeñada a su pueblo, que creyó en la verdad y en la bondad, que tuvo el valor de pagar con su vida propia el error de no concebir la traición.
Tal es la magnitud de su legado.
¡Gloria eterna al Presidente y compañero Salvador Allende!
*Palabras de la Secretaria General de la en el homenaje a Salvador Allende, celebrado en la sede de la OSPAAAL, el 20 de septiembre, con la participación de representantes políticos y diplomáticos de Chile, Colombia, Cuba, Guinea, Palestina, República Arabe Saharaui Democrática, Siria y Vietnam.