El tañido de la campana que hizo sonar Céspedes aquella madrugada, condujo a nuestro pueblo hacia la victoria del Primero de Enero de 1959, y aún se escucha llamando a los cubanos de hoy a mantener el sueño conquistado, en defensa de la nación que debe su existencia al 10 de octubre de 1868.
Fuente: TvSantiago
Por Margarita Piedra Cesar
El 10 de octubre de 1868 fue sólo el comienzo de una Revolución que por continuidad histórica se extiende hasta nuestros días.
El grito de ¡Independencia o Muerte! lanzado aquella madrugada por Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua, no fue un grito para una sola vez sino que extendió su eco hasta el Primero de Enero de 1959, con la toma del poder por el Ejército Rebelde.
La historia hay que verla de esa forma y no como hechos aislados. Fidel lo ha reiteró en varias ocasiones: “En Cuba sólo ha habido una Revolución, la que inició Céspedes en la Demajagua”
Pero aquel 10 de octubre no fue una asonada fortuita o aventurera de un grupo de hombres ansiosos de poder. Aquella gesta más bien fue la voluntad de un pueblo que había alcanzado ya su madurez como tal y que sabía que sin independencia no había patria.
Céspedes, Aguilera, Maceo Osorio, Donato Mármol, Perucho Figueredo, entre otros, fueron los iniciadores de aquella contienda. A ellos correspondió ese mérito histórico porque eran entonces, las figuras más preclaras y capaces de andar la maquinaria de la Revolución.
Aquel ¡Viva Cuba Libre! de La Demajagua hace 151 años extendió rápido la guerra por el Oriente, Camagüey y Las Villas y tuvo repercusión en la Habana y el resto del occidente.
Pero el hecho más significativo de la Revolución iniciada el 10 de octubre fue la abolición de la esclavitud, como primera medida. Refiriéndose a ese gesto Martí dijo: “Céspedes no fue más grande cuando proclamó a la patria libre, sino cuando reunió a sus esclavos y los llamó a sus brazos como hermanos”
Diez años duró la guerra. La desunión, las contradicciones, intereses personales, estrategia de conducción y otros factores, condujeron a la derrota que Martí definió así: “Nuestra espada no nos la quitó nadie, sino que la dejamos caer nosotros mismos”
La Patria no fue libre entonces, ni lo fue tampoco en el 1895, ni después de la falsa República de 1902. Pero el tañido de la campana que hizo sonar Céspedes aquella madrugada, condujo a nuestro pueblo hacia la victoria del Primero de Enero de 1959, y aún se escucha llamando a los cubanos de hoy a mantener el sueño conquistado, en defensa de la nación que debe su existencia al 10 de octubre de 1868.