Brasil nunca se había acostumbrado a la ausencia cotidiana de Lula. Pero recibe de vuelta su mejor hijo de las formas más emocionadas.
“La primavera trajo Lula de vuelta”, “Lula trajo la primavera de vuelta”, “Brasil se viste de Lula”, “Perdón, pero ese hombre sabe hacer el país feliz”. Algunas de las tantas expresiones, mescladas con canciones, con las que la gente conmemora tener a Lula todos los días a su lado.
Cuando lo fui a visitar, la alegría y la emoción de abrazarlo de nuevo, de reencontrarlo, solo es comparable a la tristeza de despedirse de él, de uno sentirse canalla de salir y dejarlo preso, en medio de los canallas. Las ganas eran las de agarrarlo por la mano y llevarlo hacia fuera, diciéndole: “Ven, Lula, tu lugar no es ahí, alguien como tu tiene que vivir en libertad, ven, a reencontrarte con la gente, con tu gente, ven a tu lugar, en medio del pueblo”.
Eran esas escenas que finalmente hemos vivido, con Lula saliendo libre, como él siempre quiso, sin ninguna limitación, para desaparecer en medio de los abrazos del pueblo. Dormimos todos mejor y acordamos mejor, sabiendo que Lula ha dormido libre y ha amanecido libre, en medio de la gente que él ha escogido.
Uno imagina el vacío que dejo atrás de si, en aquella celda fría en la que lo han encerrado durante más de 600 días y 600 noches. Qué alivio debe tener al no estar nunca más aferrado a aquella losa fría a que tenía derecho para tomar un poco de sol. A los fines de semana interminables, cuando no había visitas. A la TV que solo le permitía ver canales abiertos, a veces ni siquiera ver a su Corintias, aun cuando lo veía, era completamente lo contrario de lo que acostumbraba a hacer.
Lula vuelve a San Bernardo, donde empezó su carrera de líder sindical, retoma su vida pública en el lugar donde la había dejado, en el Sindicato de los Metalúrgicos de San Bernardo, donde pronunció su primer gran discurso público, después de aquel con el que se despidió de todos, diciendo que si él no puede caminar, que caminara por nuestras piernas, que no si no puede hablar, que hablara por nuestras voces, que si su corazón no late, latirá en nuestros corazones.
El país nace otro, no solamente porque cuenta con Lula todo el tempo, sino porque también mientras Lula estuvo preso, se ha avanzado mucho en la destrucción de Brasil. Eso es lo que más le duele a Lula y lo ha expresado así desde que salió de la cárcel.
Lula ha vivido momentos difíciles en su vida, no tanto, según sus sentimientos, por la pobreza extrema de su infancia, sino al salir de la cárcel una primera vez, escoltado, al funeral de su mama, dueña Lindu, a quien él volvió a rendir su homenaje ayer. Enfrentar, mucho más tarde, el cáncer y su doloroso tratamiento. Perder a la compañera de su vida, doña Marisa, la pérdida de su nieto querido mientras ya estaba en la cárcel.
Por todo ello se lo veía tan feliz a la salida de la prisión. Cuando le tocó hablar, dijo que hacía tiempo que no tenía un micrófono en las manos, expresión que da cuenta de la posibilidad de hablar y hacer llegar su palabra a millones de gentes. Folha de Sao Paulo confesó que la prisión no ha hecho que Lula pierda su capacidad de comunicación. En verdad, no ha perdido nada de lo que querían que perdiera. Está más maduro, con más lecturas, con más reflexiones, con más vivencias.
No podemos pensar más cómo es Brasil sin Lula, con Lula preso. En verdad nunca hemos podido pensar a Brasil sin Lula, así como Lula nunca se han pensado sin pensar a Brasil.
La primavera llega a Brasil y con ella vuelve Lula, en los brazos del pueblo. ¿Qué será de Brasil con Lula de vuelta? ¿Cómo será posible un país sin democracia, con Lula suelto? (Bolsonaro se ha acordado de que nunca habría sido elegido si no por fuera la acción de Moro de tomar preso a Lula.) Lula libre, Lula y sus caravanas, será un test para la democracia brasileña.
– Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).