Atravesamos calles y avenidas deteniendo el denso tráfico con nuestros pasos firmes.
Una multitud con tambores, trompetas, pitos y megáfonos corea y canta consignas rítmicas, baila y enfrenta las aturdidoras, los gaseadores, las recalzadas, el monstruo de la represión a punto del infarto con su corazón de piedra.
De repente veo un ciego, en sus harapos, sentado en una banca, sonriendo, apoyado en su bastón.
Aunque hace muchos años no ve, ha visto la marcha!
Hace muchos años esperaba escuchar la marcha que ahora ve, todos podemos ver el milagro, el pueblo avanza, no es el sordo que escucha y el ciego que ve, pero ha hecho el milagro.