Tras la firma de los acuerdos de la oposición para una eventual transición del poder gubernamental, en una situación represiva y de inseguridad que no deja de agravarse, y coincidiendo con una fecha sensible del calendario nacional haitiano, diferentes sectores y organizaciones relanzaron las movilizaciones en todo el país.
Tanto las zonas altas de la zona metropolitana, comerciales y residenciales, como las barriadas populares marginalizadas de la capital Puerto Príncipe, fueron sacudidas en la madrugada de ayer por diversos tiroteos de origen desconocido que aparentemente no han dejado un saldo de víctimas ni heridos. Según las denuncias de los movimientos sociales urbanos se trata de nuevos intentos de aterrorizar y desmovilizar a la población. También ha sido denunciado el sobrevuelo amenazante de drones de última tecnología. Estas tentativas buscarían evitar que las mayorías populares retomen el control de las calles, tras algunos días de una tregua parcial que destrabó sólo algunas actividades comerciales y civiles en la capital, sin posibilitar sin embargo el recomienzo de la actividad escolar ni los flujos habituales de transporte. Pese a esto nunca dejaron de sucederse manifestaciones más fragmentarias y bloqueos de rutas en los departamentos del interior del país, en una crisis que comenzó a comienzos de septiembre.
A este cuadro de situación debe sumarse la permanente infiltración de paramilitares desde los Estados Unidos, hecho que ya había sido corroborado en el marco de las masivas protestas de febrero de este año, cuando siete hombres, estadounidenses en su mayoría, fueron arrestados portando un arsenal de guerra y avanzados equipos de telecomunicaciones. Tras su captura, estos serían rápidamente extraditados sin mediar prácticamente ninguna investigación. Idéntica situación se repitió la semana pasada cuando el ciudadano norteamericano de origen haitiano Jacques Yves Sébastien Duroseau, un ex miembro de las fuerzas armadas, fue detenido en el Aeropuerto Internacional Toussaint L’Ouverture en posesión de un cargamento de armas y municiones. Diferentes sectores de la oposición denunciaron que su llegada al país parte de una demanda expresa del presidente Jovenel Moïse, para intentar así controlar y reprimir las manifestaciones mediante la utilización de grupos irregulares y la perpetración de masacres como las de La Saline y Carrefour-Feuilles. O de asesinatos selectivos como el que sufrió el periodista Néhémy Joseph. Hasta ahora, ni los funcionarios de los Estados Unidos ni su embajada en Puerto Príncipe se han pronunciado al respecto, pese a la visible responsabilidad de sus autoridades aeroportuarias en el arribo de este mercenario al país.
El 13 de noviembre culminó en el país la breve estancia del buque hospital USNS Comfort, el más grande de su tipo con el que cuenta la marina norteamericana. Según la embajadora en Puerto Príncipe, Michele Sison, este habría venido para ofrecer «servicios médicos gratuitos en tierra y mar, medicina familiar e intervenciones quirúrgicas». Su despliegue, junto con el de helicópteros de la marina, levantó numerosas sospechas tras la difusión de las imágenes que mostraban a militares extranjeros desembarcando en el puerto capitalino, reviviendo los peores recuerdos de la ocupación norteamericana de 1915-1934. Se trata de la misma embarcación que el vicepresidente Mike Pence y el almirante del Comando Sur, Craig Faller, destinaron para atender la presunta crisis de los refugiados venezolanos en Latinoamérica, como parte de su estrategia de instalar la noción de excepcionalidad que permita una «ocupación humanitaria» en la República Bolivariana de Venezuela.
Pese a que un informe de Amnistía Internacional constató el uso desproporcionado de la fuerza en la represión llevada adelante por la Policía Nacional, y pese a que la Oficina de Derechos Humanos de la ONU reconoció 42 muertos a comienzos de noviembre, la situación represiva no deja de recrudecer. El día de hoy, en el marco del relanzamiento de las protestas antigubernamentales, cuatro personas fueron heridas en Delmas 95 por individuos armados de civil que no pudieron ser identificados. Los damnificados fueron dos manifestantes, un periodista y un policía. Miles de manifestantes se movilizaban coincidiendo con un nuevo aniversario de la Batalla de Vertières, aquella que diera la victoria en 1803 a la «Armada Indígena» de Jean-Jacques Dessalines contra las fuerzas napoleónicas, dando paso al triunfo de la Revolución Haitiana de 1804. El presidente Jovenel Moïse prescindió de la tradicional visita al sitio histórico, ubicado a 240 km al norte de la capital, y se limitó a ofrecer una ofrenda floral en el Museo del Panteón Nacional, ubicado a escasos metros del palacio de gobierno. Lo hizo rodeado de un fuerte operativo policial, en una conmemoración casi clandestina que impidió el acceso del público al recinto.
Los convocantes de la jornada fueron las diferentes coaliciones opositoras que acaban de llegar a un entendimiento por el que, en una eventual transición política, la presidencia sería ocupada por un juez de la Corte de Casación, y la primatura por un miembro de la oposición política. Se trata de la Alternativa Consensual, comandada por el Sector Democrático y Popular del abogado André Michel, parte de la oposición parlamentaria de la tradicional clase política y representante de algunos de los más importantes factores de poder; de la Pasarela, iniciativa que pretende oficiar de puente entre los diversos sectores de oposición, y que es impulsada por Bernard Craand, un tecnócrata que se desempeñó como coordinador del Foro Económico hasta septiembre de este año; de «Mache Kontre» conformado por los partidos socialdemócratas OPL, Fusión y otros agrupamientos menores; del flamante Bloque Democrático del ex Ministro de Asuntos Sociales y de Trabajo, Victor Benoit, disidente de la coalición socialdemócrata y fiel exponente de una pequeña burguesía conservadora; y por último del Foro Patriótico, coalición de más de 60 movimientos sociales urbanos y rurales, sindicatos y partidos políticos de izquierda, espacio que resulta el más representativo a las movilizaciones de calle pese a su persistente espontaneidad. Cada uno de estos grupos junto con el sector de la sociedad civil, designarán dos representantes para elegir a las nuevas autoridades de concretarse la esperada dimisión de Jovenel Moïse, exigida por prácticamente todos los sectores de la vida nacional.
Hasta la fecha, sin embargo, continúa el apoyo al gobierno por parte del último y determinante factor de poder en el país. Se trata de los Estados Unidos, quiénes han garantizado hasta ahora la continuidad en el poder del ultraneoliberal partido PHTK. A cambio, la geopolítica norteamericana puede contar con el accionar de Haití contra Venezuela en espacios regionales como la OAE y la Comunidad del Caribe; con el sostenimiento de las relaciones con Taiwán y con el consecuente bloqueo de los intereses comerciales chinos en el país; y también con amplias prerrogativas para la explotación minera estadounidense y canadiense al norte del territorio insular.
@LautaroRivara
Sociólogo, periodista y brigadista internacional en Haití
Fuente: ALAI