Recordemos que hace cuatro años nadie o casi nadie apostaba un “duro” por el entonces aspirante a la presidencia de Estados Unidos por los republicanos, y en contra de la mayoría de los pronósticos Donald Trump venció a la demócrata Hillary Clinton, y se hizo con la Casa Blanca.
Escasos analistas y medios de comunicación internacionales, incluso entre los más conservadores, auguraron un triunfo de Trump, primero en los comicios primarios de su partido, y menos aún después en la contienda frente a la Clinton.
Escuché decir y leer hasta que la demócrata propinaría un contundente revés al actual jefe del régimen de Washington, apoyada por la gran prensa tradicional estadounidense, pero los vaticinios fueron lo que son, vaticinios, y terminaron por no hacerse realidad.
Moraleja, ante el complejo sistema electoral del imperio del Norte, las cada vez más manipuladas encuestas, las redes sociales y el mundo convulsionado en que vivimos, es bien difícil predecir lo que ocurrirá el 3 de noviembre venidero en los comicios de EEUU.
Sin embargo, no puede descartarse que la historia se repita, aunque en esta ocasión en contra de Trump, si se tiene en cuenta que el senador demócrata Bernie Sanders gana adeptos en las primarias de su partido, desafiando precisamente predicciones.
De convertirse en el candidato de su formación política y en el oponente del hoy inquilino de la Casa Blanca, Sanders podría echar por tierra de nuevo pronósticos, y hacerse de una victoria inesperada, y de hecho histórica.
El senador de 78 años habla un lenguaje diferente al de Trump, al menos en su hasta ahora campaña, lo cual no quiere decir que pueda variar de parecer, o los poderes fácticos, los verdaderos gobernantes de EEUU, lo obliguen a cambiar en el futuro.
Su proyección es pacífica, en un país cada vez más violento, inmerso en guerras, en peligro de dejar de ser la primera potencia mundial, y con menos beneficios sociales, como es, entre otros, el caso de la salud pública.
Hasta el momento, los discursos de Sanders son inversamente proporcionales a los de Trump, a quien le es sumamente difícil despojarse de su agresividad, intolerancia, ignorancia y de sus mentiras, que son contadas por miles, acorde con diversos medios de prensa.
Es una realidad que los ciudadanos estadounidenses son bien manipulados, pero también es cierto que en ese poderoso país se incrementan las voces divergentes que abogan por cambios de fondo en su sociedad.
Sanders puede o no llegar a la meta. Igual Trump puede ser derrocado por su eventual contrario en el “sprint final” de la contienda, lo cual sería muy beneficioso para la paz, la estabilidad y existencia de nuestro planeta tierra.