Oscar López Rivera. Foto de Bill Hackwell

En momentos en que lo que escuchamos del gobierno de los EE.UU. es sobre el odio y la injerencia, fue esperanzador escuchar a Oscar López Rivera, un hombre que habla de amor y solidaridad a pesar de haber pasado más de 30 años en cárceles de EE.UU. por luchar por el derecho a la autodeterminación y la soberanía de Puerto Rico y su pueblo.

Esta noche, el Centro Cultural La Peña de Berkeley, California, se vistió de gala para recibir a Oscar. Este evento es parte de una gira nacional por EE.UU. que tiene como objetivo dar a conocer su proyecto de trabajo en Puerto Rico después de que los huracanes Irma y María y más recientemente una serie de devastadores terremotos han hecho que las condiciones de vida colonial sean aún más difíciles para la mayoría de los puertorriqueños en la isla.

Desde su liberación en el 2017, Oscar creo la Fundación Oscar López Rivera, Libertá,  como parte del esfuerzo por fortalecer la organización comunitaria de base, exigiendo la auditoría y la cancelación de la deuda de la isla y abogando por la soberanía de Puerto Rico.

En esta parte de su gira, Oscar ha hecho presentaciones en la Universidad de Washington, la Universidad de Berkeley y la Universidad de Davis, la Universidad Estatal de San Francisco, la Universidad de Stanford, el Colegio Comunitario Diablo Valley, la Universidad Estatal de California del Este de la Bahía y la Universidad de California en Santa Bárbara.

En su charla destacó que fue su pasión y amor por Puerto Rico lo que le dio esperanza a lo largo de todos esos años de encarcelamiento. De allí surgió la creencia de que nada es imposible. «No hago las cosas por mí; soy un ciudadano de este planeta. El amor es lo que me mueve en la dirección de hacer lo que sea necesario para ayudar a nuestro pueblo. La historia de Puerto Rico está llena de ejemplos de este tipo de patriotismo».

Además, Oscar pidió al público que apoyara la lucha por la liberación de los presos políticos que aún están presos. Habló brevemente de cómo la canción de Violeta Parra Gracias a la Vida se convirtió en un himno de todos los días para él, algo significativo para el Centro Cultural La Peña colmado de historia de los refugiados chilenos que lo iniciaron en los años setenta, después de verse obligados a salir del país debido a la dictadura de Pinochet.

Oscar habló de Cuba y de lo que significa para él y para la humanidad. Destacó el hecho de que durante cuatro años compartió la misma celda con Fernando González Llort, uno de los cinco prisioneros políticos cubanos en EE.UU. por defender a su país contra el terrorismo. Describió ese tiempo de la siguiente forma, «Esos fueron los mejores años para mí».

Alguien del público le preguntó a Oscar sobre lo que significa el socialismo para él, a lo cual respondió: «El socialismo es una alternativa que puede hacernos avanzar», y  puso a Cuba y su solidaridad internacional como ejemplo. Habló del papel de las brigadas médicas que Cuba envía a todo el mundo para ayudar donde sea necesario. También del papel decisivo que Cuba desempeñó en la lucha contra el apartheid en el África meridional: «Sin la ayuda de Cuba el apartheid podría seguir existiendo allí y sin la ayuda de Cuba no habría habido ningún Presidente Mandela».  Todo eso viniendo de un país en constante lucha contra un brutal bloqueo de Estados Unidos. El socialismo muestra las posibilidades de un sistema social basado en prioridades humanas.

Oscar hizo la conexión entre Haití y Puerto Rico y todo lo que tienen en común, la importancia de la diáspora puertorriqueña y lo mucho que están ayudando a sus compatriotas en la isla. Pero también sacó a relucir las terribles condiciones a las que se enfrenta la gente en los EE.UU. hoy en día, como la falta de atención médica y la falta de vivienda. «Vinimos aquí a hablar con la gente sobre las miles de personas en la isla que están viviendo sin hogar y bajo lonas y en tiendas de campaña y nos encontramos que aquí mismo en Berkeley y Oakland, hay gente sin recursos que deben enfrentar las mismas condiciones. Tenemos que hacer sentir vergüenza a este gobierno que con  todo el dinero y poder que tienen son incapaces de ayudar a sus propios ciudadanos y a otros en todo el mundo.»

Es difícil imaginar lo que 36 años de injusto encarcelamiento pueden hacer a un individuo, pero viendo y escuchando a Oscar López Rivera esta noche podemos decir que el espíritu de aquellos que continúan luchando por la justicia nunca podrá ser quebrado.

Por REDH-Cuba

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