Editorial de la Revista digital Humanidad en Red, Resistencia y luchas antipatriarcales

En un escenario mundial de múltiples violencias, donde se han desatado todos los demonios de las guerras de diversas características, hay una llama ardiendo y expandiendo sus fuegos: la gran rebelión de las mujeres que se expresa en una diversidad de movimientos feministas, de reclamos cotidianos y de solidaridad cada vez más extendida ante el despertar de una conciencia colectiva que pone en evidencia que el siglo XXI es nuestro siglo.

El siglo de la liberación, que es el objetivo detrás de este volcán despierto que somos las mujeres puestas de pie, decididas a recuperar nuestro lugar en el mundo, desafiando no sólo las injusticias de género, que se escenifica en los abusos cada vez más públicamente expuestos, en los múltiples femicidios que aparecen como las respuestas de los más sórdidos ejemplares de los hombres (sin generalizar banalmente) que aún continúan en las cavernas del patriarcado.

Nuestra revista aparece en medio de las conflagraciones que provoca la decadencia de un imperio, cuya mayor expresión es la aplicación de un Estado de Terrorismo global, ante el fracasado intento de dominar el mundo, lo que lo lleva a las expresiones más brutales que haya vivido la humanidad en los últimos años.

Nosotras, mujeres en este siglo XXI, no queremos ni aceptamos más terrorismo de cualquier tipo, ni invasiones, ni genocidios, ni apropiaciones de territorio, por cualquier vía que sea, ni golpes de Estado, ni bloqueos, ni chantajes ni extorsión sobre los pueblos y gobiernos para rendir países, ni guerra psicológica, ni terrorismo mediático. No aceptamos más guerras donde las primeras víctimas son mujeres, niños y pueblos indefensos.

En nuestra memoria están grabados los siglos de luchas de mujeres víctimas de todas las formas de esclavitud y dominación, que alimentan nuestra imaginación y están detrás de nuestros pasos y nuestras banderas de lucha. Mujeres quemadas en la hoguera, en todas las hogueras posibles. Son también siglos de lucha de los pueblos del mundo contra un sistema que se recrea en forma permanente, con metodologías cada vez más perversas, como lo estamos viendo ahora sin máscaras, desnudo y brutal.

Este 8 de marzo se llenarán las plazas del mundo como nunca, y en nuestra América donde la resistencia popular avanza y las mujeres son uno de los frentes más activos y creativos, como lo hemos visto en Chile, donde el pueblo lleva más de cuatro meses en las calles, bajo una represión que en nada tiene que envidiar a lo actuado durante las pasadas dictaduras.

También en Bolivia donde desafían un golpe de Estado con el aditamento de un racismo medieval y donde a pesar del terror, de los ataques contra las mujeres de pollera, es decir contra la cultura de sobrevivencia de las mayorías indígenas de pueblos originarios, a los que arrebataron su territorio pero no su memoria cultural que resiste desde hace siete siglos.

En Colombia, donde existe un verdadero ejército de ocupación nativo y donde desde hace casi un siglo la guerra contra el pueblo se ha eternizado, la violencia y los crímenes continúan, violando el Estado los acuerdos de paz, que tanto costaron alcanzar, también las mujeres y las niñas y niños son víctimas de los militares de las bases extranjeras que ocupan ese país, los que violan y matan impunemente, porque hay acuerdos que les garantizan la inmunidad.

América Latina está bajo una guerra imperial contrainsurgente que toma distintas formas y características en Ecuador, Brasil, Perú, Guatemala, Honduras, Paraguay, y naciones de Centroamérica y el Caribe, con gobiernos que actúan como sepultureros de los sueños de todo proyecto verdaderamente democrático e independentista que nos libre para siempre de la ominosa dependencia. ..

Debemos entender que es el momento de una organización de mujeres que contenga todas nuestras expresiones. La filósofa, socióloga y teórica feminista estadounidense, Nancy Fraser plantea la coordinación entre organizaciones de mujeres de diferentes países como un comienzo “de una base para internacionalizar el feminismo, desde abajo”, en momentos en que el movimiento está experimentando un renacimiento y es una alternativa al capitalismo en crisis.

Junto a otras feministas Fraser habla de dos visiones del feminismo: una liberal al que ve como “una criada del capitalismo”, encarnadas por un tipo de mujeres (nombra entre otras a Hillary Clinton) y la otra que apunta “a un mundo justo, cuya riqueza y cuyos recursos naturales sean compartidos por todos, en el que la igualdad y la libertad sean condiciones de vida reales, no solo aspiraciones”.

También profesora de Filosofía en The New School de Nueva York considera Nancy que este es un momento realmente extraordinario para el feminismo y la política, todo esto sobre “la necesaria ruptura con la corriente anterior, el neofeminismo liberal”, y sobre  los ingredientes de la reconversión del movimiento: anticapitalista, antirracista, ecologista, conectado con los derechos de la clase trabajadora y los emigrantes, “que ha de poner fin a la jugada clave del capitalismo y a toda forma de subordinación”. 

Un feminismo que, desde su punto de vista, está intentando dibujar un nuevo camino, reconociendo que los modelos políticos establecidos no nos ayudarán, que han alcanzado ya un límite y nos han llevado a un terrible deterioro de nuestras condiciones de vida. “Se trata de superar el feminismo corporativo de élite hacia uno que habla por la mayoría abrumadora de mujeres”.

Un feminismo que recoja las preocupaciones de los pobres, la clase trabajadora, las mujeres racializadas, trans, lesbianas, trabajadoras sexuales, amas de casa, mujeres con trabajos precarios. “Estamos hablando de grupos sociales mucho más amplios con muchas más inquietudes que exceden a aquellas del feminismo neoliberal” señala Fraser

En un fascinante artículo que además abre el debate y alienta a la reflexión y a la acción, Fraser nos habla de las posibilidades de que el feminismo pueda lograr sus objetivos en tiempos en que la desigualdades se profundizan por la erosión de las guerras como la que Estados Unidos libra contra Nuestra América, con golpes de Estado en unos casos y en otros tratando de rendir por hambre y paralización a los pueblos, a los países que resisten.

Lo estamos viendo con las medidas ilegales y violatorias de todas las leyes internacionales, de los derechos humanos y los derechos de los pueblos, en la guerra imperial contra Venezuela, Cuba, Nicaragua, y cualquier país que desafíe sus mandatos de rendición incondicional, para transformarnos en simples colonias siglo XXI.

Fraser nos recuerda que “esas fuerzas del capitalismo financiarizado que destruyen las vidas de las mujeres, que promueven la violencia, el cambio climático o empobrecen con la austeridad no son realmente manejables a nivel nacional. Tienen que ser abordadas en última instancia a nivel transnacional e incluso global.

Entonces para enfrentarse con las grandes desigualdades actuales producidas por el neoliberalismo y la actual forma de capitalismo financiarizado, es necesario un proceso de aprendizaje a través de la experiencia de las nuevas luchas feministas “para que lo que parece estar separado en la superficie se perciba como realmente conectado a través del sistema social capitalista y patriarcal en el que vivimos y, por consiguiente, se convierte en objeto de disputa política”.

Por eso y la pluralidad de voces de nuestra revista estamos demandando que el feminismo de estos tiempos debe ser infinitamente creativo, sorprendentemente eficaz en sus logros, además de extender una definida batalla cultural toda vez que el colonialismo como objetivo final del imperio en tiempos de la ira, intenta sumergirnos en otro siglo perdido.

Nosotras las mujeres unidas con plena conciencia de nuestros derechos somos la mayor esperanza de los pueblos del mundo y más aún en el marco de una crisis de tan profundamente agresiva.

Este feminismo del 99 por ciento es la respuesta a esa crisis, su objetivo es identificar claramente quién es el enemigo —y es esta forma de capitalismo—, y es el movimiento más ambicioso, comprometido a reimaginar una nueva sociedad que se construirá sobre bases totalmente nuevas.

La palabra reimaginar es la necesidad de una mayor creatividad ante la mediocridad de los nuevos signos del poder. Somos las únicas cuya acción y cuyas voces unidas puede detener las guerras, el horror y construir la paz y además recuperar memoria, historia y la belleza de nuestro lenguaje.

Por REDH-Cuba

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