Continuamos nuestra conversación con Abel Prieto Jiménez, presidente de Casa de las Américas, en un salón cargado de historia en la institución que dirige desde el pasado mes de diciembre y utilizando, como es habitual en él, un cómodo sillón, ubicado a una buena distancia de las cámaras, pues se reconoce a sí mismo con muchos factores de riesgo ante la Covid-19 y nos ha pedido con toda la humildad posible no utilizar el nasobuco para no estar “amordazado” y hablar con toda libertad. Ahora nuestra conversación se sumergirá en su análisis sobre esta pandemia y sus implicaciones para la cultura, la ideología y la política en todo el mundo:

“Ha sido trágico, dramático, pero ha dejado un saldo en términos de reflexión, análisis, autoanálisis en muchos casos, de pensar en las cosas que valen la pena, en toda esa falsa felicidad consumista que nos han vendido como meta.

«Yo no creo que a nadie se le ocurra hoy defender la privatización del sistema de salud de un país, que a nadie se le ocurra que un hospital sea una especie de empresa, que los pacientes sean vistos como clientes, que la industria farmacéutica esté en función del lucro, todos esos dogmas neoliberales se han resquebrajado, con este golpe tan duro que ha sufrido nuestro planeta y sobre todo las personas más vulnerables, porque a millones de personas en el mundo esta epidemia les llegó cuando ya estaban sufriendo los efectos otra epidemia: el neoliberalismo.

«¿Cómo va a ser la cuarentena para los sin techos? ¿Cómo va a ser la cuarentena para esos que viven en los túneles? ¿Cómo se lavan las manos? ¿Cómo mantienen una distancia prudencial cuando están hacinados en unas casas de cartón o de lata? Los pobres de la Tierra, como decía Martí, en esos pobres se ha ensañado esta terrible enfermedad.

«El neoliberalismo ha sido un genocidio cotidiano, no tan espectacular como la Covid-19, pero sin dudas tan letal como ese virus, que en términos ideológicos, culturales está dejando un saldo analítico importantísimo. La gente coincide en que no podemos volver al punto inicial, mucha gente dice no quiero volver a la normalidad, porque en aquella normalidad ya estaba el problema.

«Esa tragedia tremenda en que se ven hoy día a día muchos médicos, incluso de países del primer mundo, de elegir a quién le dan el respirador y a quien no, en quienes hay que emplear recursos para alargarles la vida y a quienes hay que mandar a morir a sus casas, como dice un artículo tremendo de un médico argentino, a que se despidan por teléfono… que tiene mucho que ver con la idea de que no importa que unos cuantos desamparados, unos cuantos millones de personas, que en última instancia son —como el Papa Francisco protestaba— descartables, sencillamente pierdan la vida en una coyuntura como esta.

«Se han caído muchas máscaras, el egoísmo que es intrínseco al sistema capitalista, máxime en su versión neoliberal, ese egoísmo verdaderamente despiadado, tú viste la rebatiña por las mascarillas, por los respiradores, países comprando en un aeropuerto mascarillas que iban destinadas a otros países aliados de él, entre comillas aliado, te das cuenta que cuando se desata ese egoísmo desenfrenado no hay alianzas que valgan, ni muchos menos amistades ni afinidades.

«Esas lecciones asociadas a respetar la vida del ser humano, a no pensar que hay seres humanos que tienen más derechos que otros a ser atendidos, a sobrevivir, todo eso tiene una parte yo te diría esperanzadora. Están los que ven una oportunidad para luchar, para sembrar ideas, para sembrar conciencia, aquel llamando de Fidel, aquella convocatoria, y evitar con la lucha, con la organización de las redes de la de la gente honesta, digna, decente, independientemente de su signo político, una restauración neoliberal con todas las de la ley.

«Están también los que consideran que el pánico, el miedo, el desconcierto, toda esta situación peculiar que hemos vivido, constituye un peligro de que las élites privilegiadas de las corporaciones que controlan el mundo y de los políticos que sirven a esas corporaciones, aprovechen el estado de shock que puede crear una tragedia como esta, para redoblar su control de la población, para que la gente que cae en esa especie de estado traumático, no tenga posibilidades de organizar una resistencia, y que de momento venga, como anuncia Ignacio Ramonet en su espléndido ensayo, Ante lo desconocido… La pandemia y el sistema-mundo, lo que pasó con la mal llamada gripe española, después vino la gran recesión de 1929 y apareció Mussolini con una doctrina que después con Hitler tendría mucho éxito, yo diría otra pandemia, que es la del fascismo.

«Por un lado hay esperanzas de que se abran caminos más razonables de cooperación, colaboración, y solidaridad, hoy tenemos nosotros que sentirnos muy orgullosos porque el prestigio de nuestro país, de nuestros médicos, nuestro sistema de salud, nuestra ciencia, nuestros científicos, realmente está en lo más alto, mientras que países muy poderosos están en el fondo del pozo, de la ignominia, realmente.

«Muchos de los países que rompieron el convenio con Cuba en el campo de la colaboración de la salud, están hoy sufriendo duramente las consecuencias del coronavirus. Mi mamá, pobrecita, ojalá los dioses la tengan en un lugar cálido, decía: dios lo castigó y cuando alguien hacía algo malvado y después sufría las malas consecuencias de eso que hizo, la vieja mía decía: dios lo castigó. Lo triste de esto es que no los castiga a ellos, realmente a quien se castiga es a los inocentes, sobre todo a la gente del pueblo, uno no puede bromear con eso, realmente es muy trágico que hayan expulsado a los médicos, en Bolivia lo que hicieron con la jefa de la misión médica allí, la retuvieron, los trataron como delincuentes, humillaciones, canalladas que hicieron en algunos de estos países contra nuestro personal de la salud, aparte de la campaña espantosa que algunos de estos gobiernos mantienen siguiendo el ritmo que marca Trump, pero fíjate qué paradoja, esos médicos nuestros allí, hubieran ayudado mucho a prevenir la expansión de la epidemia y por reírles la gracia a Trump, por hacerse simpáticos, por anotarse puntos con los yanquis, rompieron la relación con Cuba, en todos los campos, pero en particular en el de la salud y lo está pagando su pueblo hoy, ellos no, lo está pagando su pueblo, cuántas miles y miles de personas, millones, recibían ayuda médica de nuestros médicos y enfermeros, y hoy nadie llega a donde están.

«La situación precaria que tiene por ejemplo el movimiento indígena ante la COVID-19, los indígenas de nuestra América, incluso los de América del Norte, fueron exterminados también por virus para los cuales ellos no tenían anticuerpos, y muchos indígenas de la Amazonía y de otras zonas intrincadas de nuestro continente viven con muy poco contacto con el resto del mundo, son etnias de las que quedan en algunos casos 700 a 800 personas, pudiera producirse un etnocidio si entra la Covid en una de esas comunidades aisladas y se están haciendo llamados de alerta para que haya una atención particular hacia ese sector que es también uno de los más vulnerables en esta situación.

«El mundo ha empezado a cambiar, el papel de China, de Rusia, el papel de un país pequeñito como Cuba, que no es una gran potencia en términos de armamentos, en términos económicos, pero en términos morales es una gran potencia y ahí está el espíritu de Fidel, su pensamiento, su vocación. Cuando se habla del interferón, tú ves que los científicos nuestros hablan de Fidel, cuando se habla de la biotecnología, tú ves que ellos hablan de Fidel, porque en medio del periodo especial Fidel hacía un esfuerzo particular para que no faltara en esos centros investigativos los recursos necesarios, siendo un país pobre, bloqueado, en una situación muy dura porque se había desmerengado el bloque socialista, la Unión Soviética desintegrada, caímos en una situación de emergencia muy dura, muy amarga; sin embargo, teníamos la posibilidad de exportar vacunas, mantener los servicios médicos como una forma activa de expresar nuestra solidaridad.

«Nuestros médicos son como un paradigma…sobre el que habría que estar actuando siempre, exaltándolo siempre, aferrarnos a esos ejemplos morales verdaderamente importantes.

«Estamos viviendo una etapa tenebrosa que nos dio la razón. Esa cifra del genocidio cotidiano del neoliberalismo no está en ninguna parte; pero a Fidel le dio la razón la Covid-19, le dio la razón en muchos sentidos. Fidel siempre dijo y tú lo tienes que recordar, que el capitalismo y el neoliberalismo significaban un genocidio para la humanidad, eso Fidel siempre lo dijo y lo que hace el coronavirus es hacer más evidente, escandaloso, mediático ese genocidio, que a veces ocurre en silencio, los muertos de los que ni tú ni yo nos enteramos, porque mueren en las favelas.

«Yo creo que dentro de unos cuantos años vamos a recordar esto como un momento en el que el modelo que nuestros enemigos nos presentaban como superior al nuestro, hizo crisis, quebró, se deshizo, se deshilachó ante nuestros ojos. Hay que dejar el testimonio de esta etapa en todas sus dimensiones, visto desde todos los ángulos, porque es muy importante para las generaciones futuras que no vivieron la cuarentena, es muy importante la memoria”.

Fuente: Cubadebate

Por REDH-Cuba

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