“La cultura tiene una función sanadora, en términos espirituales el artista es un médico del alma, pudiéramos decir, y yo creo que realmente ha sido muy meritorio el esfuerzo unido de artistas, organizaciones e instituciones, en llevarle a la gente momentos de alegría, de cubanía de la más limpia, de la más puraCreo que ha sido de las mejores iniciativas que he visto, tratar de que la cultura acompañe a la gente durante la cuarentena, una experiencia también nueva para los cubanos, realmente”.


Más delgado que de costumbre, con el nasobuco de rigor y un pequeño pomo con un líquido con el que se limpia las manos con frecuencia nos encontramos con Abel Prieto Jiménez. Al igual que en entrevistas anteriores, cuando desempeñaba primero las funciones de ministro de Cultura y luego las de director de la Oficina del Programa Martiano y presidente de la Sociedad Cultural José Martí, se sienta cómodamente sobre un sillón o balance. En esta oportunidad no lo tuvo que traer consigo, como hace cada vez que asume un nuevo cargo (además de sus libros), Roberto Fernández Retamar también gustaba de ellos y tenía varios en Casa de las Américas, institución clave en la cultura cubana y en los esfuerzos por la integración en ese ámbito y en otros en nuestra América.

Desde diciembre del pasado año, Abel Prieto es el presidente de la Casa de las Américas, el relevo de Roberto Fernández Retamar, a quien no se le encuentra ya físicamente en esos espacios, aunque sí su espíritu en ese y en otros muchos sitios. La afinidad por los sillones no es la única similitud entre dos hombres que son también imprescindibles en la historia de la Revolución Cubana.

La Covid-19 ha moldeado el comienzo de Abel Prieto en la Casa de las Américas: “He tenido poco tiempo, vamos a decir, para trabajar con la gente, con las increíbles potencialidades que tiene esta institución”. Con su humor de siempre, se rectifica a sí mismo y aclara que la Covid es femenina, aunque agrega que es difícil imaginarse a una mujer con tal saña.

Con orgullo nos comenta sobre el papel de no pocos artistas e intelectuales que desde las redes sociales han estado en permanente comunicación con sus seguidores en tiempos de aislamiento social: “La cultura tiene una función sanadora, en términos espirituales el artista es un médico del alma, pudiéramos decir, y yo creo que realmente ha sido muy meritorio el esfuerzo unido de artistas, organizaciones e instituciones, en llevarle a la gente momentos de alegría, de cubanía de la más limpia, de la más pura… Creo que ha sido de las mejores iniciativas que he visto, tratar de que la cultura acompañe a la gente durante la cuarentena, una experiencia también nueva para los cubanos, realmente”.

Tiene lugar nuestra conversación en un salón memorable por las personalidades que lo han frecuentado, las conversaciones que han escuchado sus paredes y las imágenes que se han inmortalizado en varios documentales. Para insinuar, digo que nuestros entrevistados anteriores se han expresado con el molesto nasubuco, tanteo; pero Abel siente que no puede hablar en esas condiciones, como dice: “amordazado” y pide humildemente, que si no es muy grave y no conlleva sanciones, que lo autorice a no hacer uso de él durante la entrevista. La profundidad de la sala favorece que podamos ubicarnos a varios metros de distancia y disfrutemos, entonces, de la palabra libre.

En algún momento de la conversación y lejos de convencionalismos y formalismos que le son tan ajenos, se refiere a sus predecesores en la dirección de Casa de las Américas: “Figuras como Haydée, una heroína en todo el sentido del significado de esa gran palabra, una mujer que como dice Roberto lo marcaba todo con el fuego de su voluntad, de su vocación, de su impulso para transformar, para fundar; dirigida después por un extraordinario artista de la vanguardia cubana, Mariano Rodríguez, y luego por Roberto Fernández Retamar, quizás uno de los más grandes ensayistas de la lengua española y de todas las lenguas, alguien que siguió el hilo del pensamiento descolonizador que va de Martí a Fidel y lo llevó realmente a planos deslumbrantes.

«Yo me siento pequeño, para hablar con toda claridad, no es falsa modestia, tú me conoces un poco y no tengo nada que ver con eso, yo me siento pequeño ante la misión que la dirección de la Revolución me ha dado y, al mismo tiempo, la cuarentena me sorprendió cuando yo todavía estaba en un momento preliminar.

«Yo tengo que hacer lo imposible para que la institución se haga más presente, sobre todo en nuestra región, en un momento en que han retrocedido muchos gobiernos progresistas, es una etapa de América Latina y el Caribe muy peculiar, ha habido un momento de oro, porque cuando Chávez y Fidel firman el Fondo Cultural del Alba en la Cabaña en una feria del libro de La Habana, en realidad era una expresión de las ideas que habían dado lugar a que se fundara la Casa de las Américas, lograr la integración de la familia espiritual latinoamericana y caribeña a través de la cultura y después vino lo que pasó en Ecuador, en Bolivia más reciente, la trampa judicial que le hicieron a Dilma en Brasil, después a Lula, el neofascista de Bolsonaro sacando a nuestros médicos…»

Pero esta vez, el tema de nuestra conversación es el mismo que invade todos los espacios posibles desde hace meses, la pandemia del coronavirus SARS COV-2 que tantas implicaciones tiene para la vida, pero también para el pensamiento y la cultura en todo el mundo. Empieza por reconocer que el cubano es muy “volcado hacia el exterior, hacia el abrazo, a reunirse con sus compatriotas, inventar el motivo para festejar y si este no existe, aparece rápidamente, somos muy imaginativos a la hora de brindar por cualquier oportunidad que se nos dé y en lugar de eso, una especie de recogimiento, inevitable.

«Sin dudas, estamos viviendo tiempos apocalípticos a nivel mundial, toda la humanidad ha tenido que recluirse, confinarse, someterse a restricciones, cambiar sus hábitos de vida. Yo creo que nuestro país ha sido en eso muy estricto, muy riguroso, y a mi modo de ver se están viendo los resultados de esa política tan seria, tan equilibrada, donde se ha dado tanta información a la gente, convocando a la disciplina, a colaborar.

«Cada ciudadano cubano tiene que estar a la altura del extraordinario y admirable esfuerzo que está haciendo la dirección del país por frenar esta epidemia y evitar cualquier tipo de error, irresponsabilidad, lo que le llaman evento de transmisión local que de pronto se disparan las cifras de contagiados y retrocedemos. Cuba va bien, en un mundo donde la mayoría de los países por desgracia va mal y muchos van muy mal”.

Las conexiones de la pandemia con la cultura y la ideología, tanto en Cuba, como en la región y en el mundo, serán motivo de la segunda parte de esta entrevista desde Casa con Abel Prieto, utilizando un sillón, sin nasobuco; pero con distancia responsable, humor y cubanía.

Fuente: Cubadebate

 

Por REDH-Cuba

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