El ataque contra la Embajada de Cuba en Estados Unidos conmocionó el 30 de abril a personas que dentro y fuera de estos dos países condenaron de inmediato el hecho y expresaron su solidaridad con la isla.

Desde que un individuo disparó en la madrugada contra el edificio que acoge a la legación diplomática en Washington DC, en las redes sociales y algunos medios norteamericanos de prensa comenzaron a circular versiones sobre lo sucedido y las motivaciones del atacante.

Asimismo, muchas voces que repudiaron el asalto recordaron la historia de agresiones contra representantes de la nación caribeña en el exterior e, incluso, vieron vínculos entre este evento y la retórica de la actual administración estadounidense contra Cuba.

Prensa Latina sostuvo una entrevista en línea con el embajador cubano en Estados Unidos, José Ramón Cabañas, para conocer los detalles del suceso y cómo se vivió esa jornada en la sede diplomática.

– ¿Cómo se produjeron los hechos en la madrugada del 30 de abril?

A las 2:05 am llegó un vehículo y parqueó justo frente a la Embajada, donde está prohibido hacerlo. Un individuo se acercó a la puerta de peatones con una bandera cubana en la mano y la arrojó contra la puerta gritando frases que eran inaudibles para nosotros. Después regresó al vehículo y extrajo un AK-47.

Comenzó a disparar contra la fachada de la embajada y cuando vació aproximadamente la mitad del cargador cambió de posición y siguió disparando en dirección al lobby. Cuando se le acabaron las balas lanzó el fusil contra la misma puerta de entrada de la reja exterior, regresó al auto, tomó una bandera estadounidense que se puso sobre los hombros y comenzó a gritar frases y gesticular parado en medio de la Calle 16, que tiene cinco carriles de ancho. Así permaneció hasta que llegó la policía sobre las 2:10 am y lo redujo sin resistencia.

– Pero esto que usted nos dice no coincide con el reporte policial que se ha hecho público. ¿Por qué puede dar estos detalles con tanta precisión?

En situaciones como esta los primeros reportes escritos pueden tener imprecisiones. Lo lamentable es que se filtren teniendo aún tales imprecisiones. Nosotros tenemos, además del testimonio de nuestros compañeros, el video de las cámaras de seguridad que compartimos con el Servicio Secreto. En ese video está clara la ofensa a nuestro símbolo nacional y la satisfacción del individuo al portar la bandera estadounidense mientras gritaba.

– ¿Cómo fue la reacción del personal de la embajada? ¿Llamaron ustedes a la policía?

Todas las embajadas cubanas en el exterior tienen un protocolo a seguir para estos casos, precisamente por la historia de agresiones que hemos recibido durante 60 años. El protocolo prevé no solo el aviso a aquellos que deben intervenir en la situación, sino también las medidas de seguridad para el personal.

Fuimos informados de inmediato y un grupo reducido de funcionarios nos dirigimos hacia la embajada desde nuestros lugares de residencia. Ya la policía había cerrado la manzana y debimos entrar a la embajada a pie.

Después conocimos que las embajadas próximas a la nuestra y vecinos habían realizados llamadas a la policía, y funcionaron además los propios mecanismos que tiene la ciudad para alertar cuando se producen disparos en espacios abiertos. Como hemos dicho antes, la Policía Metropolitana y el Servicio Secreto tuvieron una actuación profesional desde el primer momento.

– ¿Cómo encontró al personal que estaba dentro de la embajada? ¿Cuáles fueron sus primeros pensamientos cuando llegó al local?

Los compañeros que tienen que ver con la seguridad de nuestra misión estaban serenos como siempre. Son profesionales de su especialidad y están entrenados para ello. De inmediato nos informaron los detalles de lo sucedido, las medidas tomadas.

Nuestros primeros pensamientos fueron sobre los compañeros caídos en situaciones similares en el pasado. Los retratos de Félix García, Adriana Corcho, Efrén Monteagudo, Jesús Cejas, Crescencio Galañena y muchos otros pasaron por nuestra mente a toda velocidad. Pero volvimos a la realidad para localizar a todo nuestro personal y conocer su estado.

Informamos verbalmente a nuestros superiores en La Habana. Nos sobrevino la preocupación porque nuestros familiares conocieran primero una versión distorsionada a través de las redes sociales. Comenzamos a evaluar los daños internos, pues alrededor de 10 proyectiles atravesaron cristales y entraron al lobby en varias direcciones.

– Además de los oficiales de la policía que asistieron al incidente, ¿alguna otra agencia federal estadounidense lo contactó entonces o después?

Nosotros llamamos al Departamento de Estado aún de madrugada y después volvimos a llamar al amanecer. En la primera llamada desconocían los hechos y en la segunda prometieron actualizarse y darnos detalles de la información que se hubiera recopilado, cosa que no ha sucedido más de 96 horas (cuatro días) después.

Asimismo, entregamos dos notas diplomáticas, una en La Habana y la otra en Washington, que siguen sin respuesta.

Ni la Cancillería ni el secretario de Estado, Mike Pompeo, han hecho siquiera una condena pública formal del hecho. En cambio, en su primera alusión a Cuba un día después de la agresión, el secretario se pronunció en contra de las brigadas médicas cubanas que hoy brindan asistencia a decenas de países en el mundo.

Es esta retórica cargada de hostilidad, como explicaba nuestro Ministro de Relaciones Exteriores, la que ha privilegiado la actual administración y la que promueve acciones tan reprochables.

– ¿Cómo fue el resto del 30 de abril para ustedes?

Por un lado atendiendo las solicitudes de acceso del Servicio Secreto y, por otro, respondiendo a las necesidades de información que se requerían desde La Habana.

Los peritos estuvieron bastante tiempo trabajando en el exterior de la embajada, el jardín, la fachada, la puerta y finalmente en el lobby. Se retiraron justo al mediodía. Consideramos que acopiaron suficiente información sobre lo ocurrido.

Después debimos dedicarnos a varias tareas internas con nuestro personal. Y el día 1 de Mayo, ustedes vieron las fotos. Nuestra gente siempre serena, disciplinada y firme. Todos los cubanos tenemos acceso a una buena educación y particularmente en Historia. Comprendemos el significado de lo ocurrido para nosotros mismos y para nuestro pueblo en Cuba, que está pendiente de cada detalle.

– ¿Qué reacciones ha sentido de las personas que tienen relaciones con ustedes en Washington, de cubanoamericanos, otros diplomáticos?

Desde muy temprano comenzamos a recibir mensajes y llamadas de solidaridad e indignación. Mucha gente no comprende cómo un ciudadano puede manejar kilómetros por una carretera con un fusil de asalto y municiones, detenerse en el corazón de Washington DC y abrir fuego contra una embajada.

Nosotros estamos situados en la Calle 16, que termina en la Casa Blanca, son apenas dos millas hasta allí. Estamos situados entre otras dos embajadas (Polonia y Lituania), a escasos metros de los centros culturales de México y España, y estamos rodeados de edificios de viviendas.

Te puedo decir que la comunidad diplomática, sobre todo la latinoamericana y caribeña ha seguido el hecho con mucha preocupación. Nos han llamado cubanos de todas partes, personas que son relaciones habituales de nuestra embajada, que visitan nuestro consulado. Sencillamente no pueden comprender.

– Reportes de la policía que maneja la prensa hablan de la identidad del individuo, sus supuestas motivaciones, entre otros temas. ¿Qué puede comentar al respecto?

Primero, es lamentable esa filtración, que ni los mismos oficiales que han trabajado en el caso pueden explicar. No sabemos quién lo ha hecho, ni con qué objetivo, pero obviamente no es para apoyar la investigación. Oficialmente no conocemos detalles sobre la identidad del atacante, por lo que tampoco debemos pronunciarnos.

Al parecer hay alguien tratando de lograr una matriz de opinión incluso antes de que se conozca la información de manera oficial. En Estados Unidos no se filtra cualquier información, se filtra sólo aquello que funcionarios de alto nivel desean que se filtre. Adelanto que no puede haber ninguna razón que justifique tal agresión, que es por su naturaleza un acto de terrorismo.

Se ha hablado de las supuestas condiciones mentales del individuo y algunas personas comienzan a asimilarlo como el contenido de una serie de televisión. Pero es difícil pensar que un perturbado mental puede acceder a una licencia de conducción fácilmente, puede tener facultades para manejar y encontrar un punto en un mapa, poseer y accionar un arma de asalto y después no estar tan perturbado como para no ofrecer resistencia a la policía. Un supuesto perturbado que al parecer también sabía operar muy bien sus redes sociales.

– El canciller cubano, Bruno Rodríguez, en sus palabras a la prensa ese mismo día dijo que ciertos individuos pueden sentirse estimulados a ejecutar tales actos en medio de una retórica anticubana exacerbada.
¿Qué opina al respecto?

La historia es testigo de ello. Si usted toma las fechas de ocurrencia de hechos similares en el pasado y las relaciona con el estado de las relaciones bilaterales encontrará que ataques contra nuestras sedes y nuestro personal sucedieron precisamente cuando más hostil era la actitud de Estados Unidos contra Cuba.

Los atacantes no sólo se ven políticamente motivados, sienten que viven el momento propicio y pueden sentir que cuentan con cierta inmunidad.

Cuando usted ve todos los días, absolutamente todos los días, a funcionarios de alto nivel del gobierno de Estados Unidos atacando a Cuba, reforzando el bloqueo, incluso en momentos en que todos luchamos contra la COVID-19, y los funcionarios estadounidenses de manera morbosa e inmoral atacan a nuestras brigadas, a nuestros médico, pues al terrorismo verbal solo le faltaba el terrorismo armado, y ya sucedió.

– ¿Qué impresión provocó en el personal cubano ver dañado el busto del Héroe Nacional de Cuba, José Martí, y la fachada de la embajada?

La estatua de nuestro Martí es una preciosa obra del maestro José Villa, fundida por el experto Lázaro Vázquez. La instalamos oficialmente el pasado 1 de julio y fue una fiesta para los cubanoamericanos que viven en el área y para muchos amigos. Martí es y debería ser sagrado para cualquier cubano, donde quiera que viva y milite políticamente.

El mástil de la bandera fue perforado, una de las pocas banderas que en respeto a las víctimas de la COVID-19 en Estados Unidos y el mundo permanecen a media asta.

En cuanto a la fachada, puerta y columnas, como se recordará se trabajó durante años en la recuperación de este bello edificio que cumplió 100 años de construido en el 2019 y celebramos con una amplia recepción. El Estado cubano invirtió importantes recursos para ello, lo cual la ciudad de Washington DC agradeció, porque somos parte de un distrito considerado con valores históricos.

Los que asistieron a la reapertura de la Embajada el 20 de julio de 2015 pudieron apreciar lo espectacular de ese edifico, y también los que nos han visitado después. En resumen, fueron atacados muchos de nuestros símbolos ¿Habrá alguien pensando en tratar de destruirlos? La respuesta es, no podrán.

Tomado de Cubadebate

Por REDH-Cuba

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