Se dice que habitar significa dejar huella. Eusebio Leal, el Historiador de la Ciudad, deja una huella luminosa a su paso sobre las calles de La Habana, que, desde ya, sobreponiéndose a su ausencia física, continuarán cultivando ese esplendor y aroma que Eusebio tatuara sobre la piel de sus paredes, jardines, plazuelas que nos dicen por aquí pasó el maestro, el martiano, el fidelista, el leal que solía decir «Patria y fe» con la misma resolución con la que se dice «Patria o muerte».
Eusebio Leal es un historiador, un revolucionario, «para no olvidar». Lo recordaremos siempre, atado al título de una de sus obras donde resplandecen las imágenes de una ciudad que fue rescatada de las erosiones del tiempo y el desamor, gracias a los logros de la revolución cubana.
Y debemos ser leales a la pasión y desvelos de Eusebio. A su torrencial amor por Cuba. En los claustros sanmarquinos, donde dictó cátedra en su condición de Doctor Honoris Causa, también deja una huella imborrable por la belleza de su elocuencia, por su encendido amor a los hallazgos culturales de nuestra América.