Lo que los seres humanos decidimos hacer para sobrevivir o prosperar ha ido cambiando en la medida en la que ha avanzado la ciencia que hemos generado. Aunque muchos todavía piensan que se pueda adquirir una enfermedad infecciosa por un cambio brusco de temperatura ambiente, es incontrovertible que si eso fuera así, la causa última sería un contagio. Cualquier cambio de temperatura que pueda sufrirse sin patógenos jamás conducirá auna enfermedad infecciosa.

Los contagios individuales ocurren por las vías naturales y la relación entre la causa y el efecto se debe poder rastrear fácilmente caso a caso. Una persona infectada de COVID 19, sintomático o no, expele al estornudar o toser miles de millones de complejos supramoleculares llamados virus que pueden invadir las vías respiratorias de otras que respiren ese aire infectado en su cercanía. El comportamiento para no contagiarse es bien evidente: evite estar en presencia de infectados, evite aspirar directamente el aire ambiental común a otras personas que no conozca si están o no infectados, use los debidos medios de protección siempre, no se lleve a las vías respiratorias sus manos que puedan estar contaminadas…

Sin embargo, cuando se escalan las cifras y se trata con poblaciones enteras, ni las políticas, ni los procedimientos, ni las formas de diseñar los comportamientos sociales pueden ser los mismos, aunque su base última esté en las acciones individuales. El humanismo intrínseco de una forma social como la que disfrutamos los cubanos después de la Revolución de Fidel, y los patrones que lo han caracterizado durante décadas tiene que adoptar las formas que corresponden a cada escala: la personal y la social.

La estadística es una disciplina científica constituida. Se dice que es la que se ocupa de la recopilación, organización, análisis, interpretación y presentación de datos. Se suele abordar a partir de lo que se denominacomo una “población estadística” como objeto de estudio. Las poblaciones pueden ser diversos grupos de personas u objetos, como “todos los estudiantes de nivel primario”. La estadística tiene preferencias por los grandes números y, sobre todo, prefiere ignorar las identidades de las personas u objetos que se enumeran.

En la gestión de una epidemia el propósito último es reducir al mínimo los sufrimientos de una población. Las políticas que se sigan se tienen que basar por ello tanto en la forma de comportamiento de cada ciudadano, con nombre y apellidos, como en la visión estadística de los grandes números donde la identidad de los integrantes de la población es intrascendente y hasta puede afectar la calidad de los resultados. Ambos enfoques tienen que complementarse para las decisiones responsables, aunqueno deban interferirse. Las sinergias no significan superposiciones.

Existen varios sitios en la red de redes mundial que colectan informaciones estadísticas acerca de la COVID-19 de todos los países diariamente. Su credibilidad siempre depende de la de las fuentes en cada país. Podemos imaginar que, por diversas causas, algunos países proporcionan una información más confiable que otra. Los cubanos sabemos que la nuestra es de una confiabilidad muy alta, gracias a lo intensivo y gran penetración poblacional de nuestro sistema de salud pública, así como a la honestidad de los encargados de ello en todas las instancias.

Entre los sitios más destacados para esas informaciones estadísticas se encuentran el de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, EEUU (https://coronavirus.jhu.edu/) y el patrocinado por la Universidad de Oxford, en el Reino Unido (https://ourworldindata.org/). En ambos casos se trata de organizaciones no lucrativas por definición, lo que aporta confiabilidad al resultado.

Las comparaciones entre países para evaluar el resultado de las políticas suelen ser muy útiles cuando se tiene en cuenta la población. La cifra de que China haya tenido cerca de 89 000 casos y la República Dominicana 86 000 solo nos habla de un valor estadístico válido para cada país, pero no para comparaciones, porque la población de China es muchas veces superior a la de la República Dominicana.

Así, el mapa de muertes originadas hasta ahora en la COVID 19 por millón de habitantes en el mundo, según las estadísticas de Oxford (que es la fuente de todo lo que viene, si no se aclara otra cosa) sería:

Este mapa puede ilustrarnos con toda claridad el nivel de la tragedia para las personas en cada país de este mundo. La intensidad de los colores nos dice, por ejemplo, cuan efectivas han sido las políticas, y las conclusiones las puede sacar cada quien. Una comparación interesante puede ser la de la península escandinava, en la parte compartida por dos países. Uno muestra un saldo muy notable de desgracias y el otro es mucho menor. Es de las comparaciones que permiten sacar conclusiones acerca de la efectividad de las políticas seguidas para el enfrentamiento, porque las demás condiciones de ambos territorios debenser similares.

La calidad de la conducción de la crisis se puede también verificar entre grandes países, si se compara a los EEUU, Brasil y China. El color muy claro de nuestra Patria y lo seguramente confiable de nuestros datos hablan muy bien de la conducción de nuestra crisis en lo que más duele, que son los fallecidos. Desgraciadamente hay países con densidades de muertes similares que no parece que estén proporcionando datos muy creíbles.

El nivel diario de la tragedia se ilustra para el mapa de muertes por millón de habitantes en el día 16 de agosto de 2020:

El nivel de la tragedia que sufren hoy los hermanos bolivianos dice mucho más que cualquier argumento político en contra del golpista y retrógrado gobierno actual de ese país.

Comparemos seis países en el número de muertes acumuladas por millón de habitantes en el eje vertical y veamos un gráfico de como eso se ha comportado desde el día 0 de cada uno de ellos cuando se reportó 0.1 fallecidos por millón de habitantes en el eje horizontal:

Como puede observarse, los cubanos tenemos una posición privilegiada con respecto a países todos con más recursos y población que nosotros. Quizás la comparación del caso de Chile y el nuestro sean los que mejor permitan sacar conclusiones válidas acerca de la efectividad de las políticas, los sistemas sociales y la conducción de la crisis. El aplanamiento de la curva refleja también que países de los seleccionados han logrado frenar la tragedia, por grave que haya sido como son los casos de España, Cuba y China, y cuales están en una carrera de mortalidad que no parece terminar pronto, como Brasil, Chile y los EEUU.

De esta forma las estadísticas nos ayudan a evaluar y a saber si vamos o no por el buen camino. Por cierto, de nuestra exitosa estrategia y resultados hay un silencio patético por parte de los medios de comunicación que predominan en este mundo. Pero los cubanos ya hemos aprendido bien que tenemos que vivir y mostrarnos tal como somos en un entorno donde los éxitos serán apagados y los problemas magnificados por las poderosas fuerzas que dominan la comunicación mayoritaria.

Chihuahua, 16 de agosto de 2020

Fuente: Cubadebate

Por REDH-Cuba

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