Cuesta decidir cuáles de todas las acciones de los diputados de la oposición fue la más vergonzosa, si Ramos Allup dando un plazo de 6 meses al Presidente legítimo Nicolás Maduro para que se separara de su cargo mientras sacaba los retratos del Libertador Simón Bolívar y los del Comandante Chávez del Hemiciclo; Julio Borges repartiendo cartas por el mundo en las que solicitaba recrudecer el bloqueo económico contra el pueblo venezolano mientras nos calificaba de peste para la Región; Juan Guaidó autoproclamándose Presidente de la República en una plaza de Caracas mientras contrataba a mercenarios para asesinar venezolanos; Freddy Guevara convocando a un “Trancazo” mientras daba instrucciones a manifestantes armados en las calles y llamaba a un boicot económico, o Juan Requesens tratando de justificar la intervención armada de EEUU.
Es el caso que, todas esas acciones formaron parte de un plan cuyo objetivo principal era, y sigue siendo, derrocar la revolución bolivariana. Dicho plan no lo escribieron los diputados de la oposición, ellos siguieron instrucciones y, al pie de la letra, hicieron su tarea. El plan lo escribió el jefe del Comando Sur de EEUU, Kurt Tidd en febrero de 2016 (Operación Venezuela Freedom-2) que luego actualizó en febrero de 2018 (Golpe Maestro para derrocar la Revolución Bolivariana).
Se lee en el Plan de La Casa Blanca: “Con los factores políticos de la MUD hemos venido acordando una agenda común, que incluye un escenario abrupto que puede combinar acciones callejeras y el empleo dosificado de la violencia armada. Por supuesto, hay que seguir impulsando como cobertura el referéndum o la enmienda que se apoya en el texto constitucional y que sirve para censar, movilizar y organizar una masa crítica para la confrontación. Bajo un enfoque de «cerco y asfixia», también hemos acordado con los socios más cercanos de la MUD, utilizar la Asamblea Nacional como tenaza para obstruir la gobernanza: convocar eventos y movilizaciones, interpelar a los gobernantes, negar créditos, derogar leyes”.
Con el eslogan “esta será tu última cola” llegaron a la Asamblea Nacional. En el marco de una campaña fraudulenta, los candidatos de la oposición se aprovecharon de las largas filas a las cuales fuimos sometidos como pueblo desde el 2013 para adquirir los alimentos. En el marco de la guerra económica, los monopolios transnacionalizados de la agroindustria, a pesar de que mantuvieron sus niveles de producción, alteraron los canales de distribución de las mercancías para inducir una escasez que se tradujo en largas filas. Engañaron al pueblo, buscaban confundirlo. Lo lograron. Obtuvieron la mayoría de los escaños.
Se instalaron en enero de 2016, Ramos Allup dio 6 meses a Nicolás Maduro para que se separara de su cargo. En el Plan del Comando Sur se lee: “Para arribar a esta fase terminal, se contempla impulsar un plan de acción de corto plazo (6 meses con un cierre de la 2 fase hacia julio-agosto de 2016). Como señalamos, hemos propuesto en estos momentos aplicar las tenazas para asfixiar y paralizar, impidiendo que las fuerzas chavistas se puedan recomponer y reagruparse”.
Declararon una supuesta crisis humanitaria en salud y también en alimentación que no sorprende si la contrastamos con el Plan de Tidd: “Especial interés adquiere, en las actuales circunstancias, posicionar la matriz de que Venezuela entra en una etapa de crisis humanitaria por falta de alimentos, agua y medicamentos, hay que continuar con el manejo del escenario donde Venezuela está “cerca del colapso y de implosionar” demandando de la comunidad internacional una intervención humanitaria para mantener la paz y salvar vidas…doctrinariamente hay que responsabilizar al Estado y su política controladora como causas del estancamiento económico, la inflación y la escasez.”
Paralelamente, se ejecutaban otras acciones del Plan: Luis Almagro intentaba activar la Carta Democrática contra Venezuela. El intento de aprobar una enmienda de la Constitución para recortar el período presidencial y la “convocatoria” a un referendo revocatorio en 2016 también fue parte de las tareas cumplidas por los diputados de la oposición.
El 2017 inició con movilizaciones de calle, “trancazos” y paro “cívico” general convocados por los diputados de la oposición, manifestaciones que emplearon la violencia armada, tal como estaba planificado. El saldo de estas acciones terroristas fue de 131 fallecidos de los cuales 5 fueron linchados y quemados vivos. Nunca olvidemos a Orlando Figuera.
Simultáneamente, el diputado Julio Borges recorría el mundo solicitando más bloqueo contra el pueblo venezolano.
Fracaso tras fracaso, en 2018, desde Washington, intensificaron el arma más poderosa de la guerra económica: el ataque al bolívar. Indujeron una hiperinflación de 130.60% ese año, que a su vez generó, y sigue generando porque no han cesado en sus intentos de derrocar la Revolución, un deterioro del poder adquisitivo de la clase obrera venezolana y con éste una caída de la producción nacional. A la vez, recrudecieron el bloqueo financiero y el embargo comercial contra el pueblo venezolano.
Lo económico forma parte del Plan. Citamos: “Fomentar la insatisfacción popular incrementando la escasez y el encarecimiento de los alimentos, medicinas y otros bienes esenciales para la población. Incrementar la fuga de capitales del país, la fuga de divisas y el deterioro de su base monetaria, causando la aplicación de nuevas medidas de inflación que aumenten su deterioro”.
Ese año 2018, además, atentaron contra la vida de Nicolás Maduro.
Ni hablar del 2019, intentaron constituir un gobierno paralelo: Juan Guaidó se autoproclamó presidente de la República y los gringos le dieron la potestad de administrar todos los bienes de los venezolanos que se encuentran en EEUU; nos robaron CITGO; buscaron ingresar una supuesta ayuda humanitaria por la frontera con Colombia, quisieron dar un golpe de Estado, dejaron a Venezuela a oscuras provocando un apagón nacional, se atrevieron a chantajear a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana con una ley de Amnistía. Todas, absolutamente todas, eran tareas contempladas en los planes del Comando Sur. Se recomienda su lectura.
Iniciaron el 2020 contratando mercenarios para asesinar a líderes de la revolución. Se lee en el plan de Tidd: “Reclutar paramilitares para intensificar las actividades desestabilizadoras”. Mientras tanto, el fiscal de EEUU acusaba a Nicolás Maduro de narcoterrorista. Por supuesto, también era el plan: “Hacer uso de la corrupción generalizada y de los beneficios originados de sus operaciones con drogas prohibidas, para aniquilar su imagen ante el mundo y ante sus seguidores domésticos.”
Sin duda, lo más vergonzoso es que diputados de la AN, valiéndose de su investidura, actúen como agentes del gobierno de Washington afectando a “su propio pueblo” y atentando contra la soberanía de nuestra Nación.
En vísperas de las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2020, no nos dejemos confundir. Ese día vayamos a votar y hagamos nuestra cola con mucha conciencia sintiendo a la Patria crujir en las vísceras como nos decía el Comandante Chávez.