Ha sido mi silencio y ahora mi palabra. Ambos exclusivamente míos. Creo en el diálogo y en los puentes. No es la primera vez que lo digo. Pero también sé qué tipo de personas sólo buscan imponer un monólogo, y con insultos y bloqueos en redes, hablando de libertad de expresión, la sabotean. Y sé quiénes colocan materiales contaminados para que los puentes se tambaleen y caigan.
Diferencio los hechos de estos días. NO me representa quien insulta la bandera, y tiene como aliados la vulgaridad, el desprecio, la conducta antisocial y exhibicionista, aunque aparezca bajo el maquillaje de artista. En el artista es la obra quien habla, y para que hable tiene que ser creada. A lo dicho por ellos de que son los deseos de «11 millones de cubanos» réstenle mi número. Yo no soy San Isidro. No me representa.
En segundo lugar, y bien diferenciado: entre quienes estaban ayer frente a la sede del Ministerio de Cultura había jóvenes artistas con inconformidades y el deseo sincero de un diálogo, y muchas otras personas y medios. Yo no estaba allí, pero sí algún amigo y gente que conozco y respeto. Y otros que no buscaban entendimiento: basta leer decenas de comentarios que ahora tildan a los 30 elegidos por ellos mismos como traidores, por haber dialogado.
La ingenuidad tiene un alto costo. En estos difíciles meses para Cuba y el mundo muchos artistas e intelectuales cubanos hemos sido denigrados y amenazados. Todavía lo somos, porque basta un atisbo de compromiso con nuestro país y su gente para ser blanco de los más bajos ataques, en nombre de la «democracia», claro, y la libertad de expresión. Los más furibundos se muestran escasos de cultura elemental, con un rosario lamentable de groserías y gritos que denuncian sus reales deseos. Los estamos leyendo en este mismo instante.
Todo aquel que considere que mi país tiene que entregarse, NO cuente conmigo. Quien obvie de cualquier diálogo la palabra Bloqueo, NO cuente conmigo, y por supuesto, NO cuente conmigo quien no le reconozca a Cuba su derecho a resistir y ser mejor por ella misma.
Ha sido mi silencio reflexivo y ahora mi palabra de poeta, por CUBA. Con mi libertad de expresión. O sea, mi libertad.