Desde los últimos días del mes de noviembre, en el capitalino barrio habanero de San Isidro, el movimiento que lleva el nombre del humilde santo católico, integrado principalmente por jóvenes se ha hecho sentir con sus inquietudes y demandas vinculadas al arte. El pueblo de Cuba en pleno, para dar respuesta, acude a la mejor de sus trincheras: La Cultura; este resultado verdaderamente revolucionario, que nos coloca en el más alto estado de lo humano. Desde allí nos alistamos a meditar unidos todos los hechos y fenómenos de nuestro entorno, a descifrar el mundo que habitamos y nos habita; a prescribirlo racionalmente con la altura que cada tiempo nos exige porque eso sí, lo hacemos con amor, sin prejuicios, con bondad, profundidad y fe. Es ahí donde reside el secreto de la espiritualidad cubana, lugar desde donde se hacen posibles todas las victorias no importando el rigor de la batalla.
El barrio de San Isidro posee una memoria histórica local de un valor incalculable; sus calles conocen una interminable lista de nombres de fundadores de la nación y la cultura en la que resaltan muchos, pero se le hacen honores al mencionar al Mayor General José Julián Martí Pérez y al General de División José “Quintín” Bandera Betancourt, ambos se pusieron al servicio de la Patria en las filas de nuestro Ejército Libertador.
Nuestra cultura es independentista, antiesclavista, antimperialista y proyectada hacia el progreso social sin distinción de clases, color de la piel o credo. Acuna en su ser como una madre a cada generación de cubanos y a los más jóvenes les propone CREAR de forma infinita; CREER en nuestras fortalezas; CRECER cada vez que hagamos un bien. Se puede y se debe dialogar, pero eso sí, sin agendas ocultas, sin perder de vista que Hay un cúmulo de verdades esenciales que caben en el ala de un colibrí, y son, sin embargo, la clave de la paz pública, la elevación espiritual y la grandeza patria. Porque la primera exigencia que nos hace nuestra cultura resulta bien sencilla: SER BUENO y CULTO.«Ser bueno es el único modo de ser dichoso. Ser culto es el único modo de ser libre. Pero, en lo común de la naturaleza humana, se necesita ser próspero para ser bueno. Y el único camino abierto a la prosperidad constante y fácil es el de conocer, cultivar y aprovechar los elementos inagotables e infatigables de la naturaleza.
Hoy, cantamos con San Isidro Labrador y Orisha Oko, venidos de confines distantes para hermanarse en nuestras vidas. Que sus bendiciones se manifiesten con el amor al trabajo, la prosperidad, unidad y alegría en nuestra tierra. Aprendamos de la lección que nos deja esta lluvia pertinaz que no puede ocultar al sol de nuestra gloria.
Filial Venezuela de la Sociedad Cultural José Martí.
4/12/2020