Dos investigadoras que más que académicas parecen activistas políticas, Laura Tedesco y Rut Diamint, publicaron en El Toque —sitio de la plataforma mediática online de Estados Unidos— la nota “La cobardía de la desinformación”, en respuesta a la serie “De patria y cultura en tiempos de Revolución”, divulgada por La Jiribilla. Arriesgaron lo poco que conservan de su propia credibilidad para resguardar su más valioso aporte al programa de cambio de régimen: el holguinero Yunior García Aguilera, dramaturgo y director teatral, que pareciera haberse propuesto acumular méritos para contender con Marco Rubio en una eventual carrera por la presidencia de la República Made in USA que sobrevendría si consiguieran derrocar el socialismo en Cuba. Ante el inminente tránsito generacional en la dirección del Partido, creen que las nuevas hornadas de revolucionarios no estaremos a la altura de nuestros padres y abuelos.

Jóvenes cubanos durante una de las ediciones de la marcha de las antorchas. Foto: Ladyrene Pérez/Cubadebate.

En su nota cargada de adjetivos y vituperios, apuntan que en un evento coordinado por ellas en la Universidad de Saint Louis / Campus Madrid en septiembre de 2019 —en el que este dramaturgo departió con viejos activos de la NED dentro de la contrarrevolución criolla—, el expresidente español Felipe González los “deleitó con anécdotas sobre su amistad y sus conversaciones con Fidel Castro”. Aclararon que no iban a entrar “en una discusión sobre política española” —no está en el guion aprobado—, “solo resaltar que el autor del artículo hace acusaciones sin citar sus fuentes (¿Cuáles son esos documentos desclasificados de la CIA? ¿Han sido publicados? ¿Dónde?)” (Tedesco y Diamint, 2021).

Cabe preguntarse qué habrá contado sobre Fidel —y cuál el matiz— este individuo elevado a la secretaría general del PSOE en una operación de la Inteligencia franquista y la CIA, pero eso no es lo más importante. Lo que sí vale la pena precisar es que Tedesco y Diamint mienten cuando aparentan “desayunarse” con la noticia de que en 1983 González creó los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), que secuestraron, torturaron, asesinaron y sepultaron en cal viva a 27 presuntos militantes etarras, un capítulo de terrorismo de Estado enterrado en décadas de impunidad.

Fue un secreto a voces desde que ocurrieron los hechos en la década de los 80, y arrojó brasas al fuego la salida a la luz pública de declaraciones y memorias de implicados en el proceso que puso tras las rejas, a partir de 1998, a varios funcionarios del gabinete presidido por González; los de mayor relevancia: José Barrionuevo Peña, ministro del Interior (1982-1988) y de Transporte, Turismo y Comunicaciones (1988-1991); Rafael Vera Fernández-Huidobro, secretario de Estado para la Seguridad del Gobierno (1986-1994); Julen Elgorriaga, gobernador civil de Guipúzcoa (1982-1987); el general Enrique Rodríguez Galindo, entonces jefe interino de la Comandancia de la Guardia Civil de Intxaurrondo, y el teniente coronel Ángel Vaquero, oficial bajo su mando. Pese a todo, no fue hasta el 16 de junio de 2020 cuando aparecieron evidencias contundentes tras la desclasificación por parte de la CIA de un análisis global sobre el terrorismo que elaboró su Directorado de Inteligencia el 19 de junio de 1984. El capítulo sobre España pone de manifiesto la complicidad de la Administración Reagan con el terrorismo de Estado para sostener a González en el poder y a 26 años de los acontecimientos generó gran revuelo en la Península. Cito un párrafo para ilustrar:

…el gobierno parece estar decidido a adoptar una estrategia no ortodoxa para lidiar con ETA. González ha decidido crear un grupo integrado por mercenarios y controlado por el ejército para combatir a los terroristas que están fuera de la ley. [Tachado] los mercenarios se encargarían de asesinar a los líderes de ETA en España y Francia. De hecho, en el sur de Francia ha surgido un grupo ―que se denomina Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL)― similar a los escuadrones violentos que el gobierno tiene intenciones de crear. GAL ha asesinado en el sur de Francia a dos conocidos activistas de ETA-M y ha secuestrado en Hendaya (comuna en Francia) a un empresario español sospechoso de colaborar con los terroristas. Madrid ha negado sin mucha insistencia tener conocimiento alguno acerca de GAL o relaciones con la organización, pero los políticos vascos, convencidos de la complicidad del gobierno central, han protestado enérgicamente. En la prensa española abundan comentarios y especulaciones que afirman que las autoridades están detrás de GAL, y el gobierno de González ha indicado que está dispuesto a hacer lo que sea necesario para erradicar a ETA (Winston, 1984: 19).

En medio del conflicto generado por este informe de la CIA, González fue invitado al evento en la Universidad de Saint Louis y ello es lógico. Con el surgimiento del socioliberalismo, a Estados Unidos se le acabaron los monigotes que se hacían pasar por gente de izquierda y no le queda otro remedio que continuar recurriendo a este personaje a quien ya ningún revolucionario escucha.

Felipe González junto a José María Aznar. Foto: EP.

Laura Tedesco y Rut Diamint reaccionaron airadas ante la afirmación de que el británico Richard Youngs es un “…viejo contratista de la NED”. El término empleado debió ser “…viejo beneficiario de los fondos de la NED”, pero ellas exageraron el efecto de tal imprecisión para desviar la atención de lo que sí resulta esencial: “…que preparó una conferencia sobre el poder transformador del activismo político”. Dicen más las legionarias: “Youngs, analista de un think tank y autor de más de 15 libros, nunca ha recibido fondos de la NED. Una búsqueda honesta, fácil y rápida era suficiente para evitar la desinformación” (Tedesco y Diamint, 2021). Aceptada la sugerencia, se puede constatar que es mucho más que un beneficiario de los fondos de la NED: es, sin duda, uno de los más importantes teóricos con que cuenta Estados Unidos acerca del activismo político para desencadenar “revoluciones de colores”.

Youngs se graduó de ciencias políticas en Cambridge y se doctoró en filosofía en Warwick. En 2004 recibió la propuesta de pasar a la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (Fride), creada en 1999 en Madrid por Diego Hidalgo Schnur, fundador y miembro del Consejo de Administración del Grupo Prisa —conglomerado transnacional de la información que entonces tenía 14 987 empleados y un mercado de 700 millones de personas (1235 emisoras radiales y 23 canales de televisión en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica)—, cuya orientación profascista y negocios con la ultraderecha de Miami lo llevaron a confabularse en la cruzada anticubana.

El británico Richard Youngs es uno de los más importantes teóricos con que cuenta EE. UU. acerca del activismo político para desencadenar “revoluciones de colores”.

Hijo de un fervoroso adepto del general Franco que se manchó las manos de sangre durante la Segunda República Española, Hidalgo Schnur creó Fride tras concluir una maestría en Ciencias Políticas en Harvard en 1999, para extender a Europa la agenda global de Estados Unidos. Fue también uno de los padres de la Fundación Gorbachov e impulsó la constitución del Club de Madrid, que reúne a una centena de exjefes de Estado y Gobierno con expertos y académicos para concertar esfuerzos en materia de promoción de la doctrina neoliberal.

El 8 de noviembre de 2005 Fride y Freedom House, una de las más importantes contratistas de la Usaid y la NED, coorganizaron en Bruselas la conferencia “¿Objetivos comunes, estrategias diferentes? Opciones para una agenda transatlántica sobre Cuba”, que con patrocinio de la Usaid reunió a funcionarios europeos y estadounidenses, eurodiputados y expertos de ONG, académicos y representantes de la contrarrevolución cubana. La idea fue contrastar las visiones de la Unión Europea (UE) y de Estados Unidos respecto a Cuba y evaluar las posibilidades de concertar una agenda común. Asistieron Tomás Duplá del Moral, director de Relaciones Exteriores de la Comisión Europea para América Latina; Javier Sandomingo, director para Iberoamérica en el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación español; Caleb McCarry, coordinador para la Transición Cubana en el Departamento de Estado norteamericano, y David Mutchler, coordinador del Programa Cuba de la Usaid.

Durante el debate McCarry explicó el diseño para acelerar el cambio de régimen en Cuba y David Mutchler anunció que la Usaid promovería la experiencia adquirida con Lech Walesa en Polonia. Hubo consenso en que Estados Unidos y la UE perseguían objetivos diferentes: Washington pretendía promover una transición rápida con un papel preponderante de la ultraderecha de Miami, mientras Bruselas abogaba por preservar las relaciones con el gobierno cubano en un clima constructivo que propiciara reformas internas.

Luis Yáñez-Barnuevo, eurodiputado por el grupo socialista, recordó que Felipe González mantuvo una relación fluida con Fidel que incomodaba al entonces presidente George H. W. Bush, pero “…ambos llegaron a un acuerdo: cada vez que hablara con Fidel Castro, Felipe González llamaría inmediatamente al presidente Bush y le explicaría la conversación” (Gratius y Utset, 2006: 19). Yáñez-Barnuevo no imaginó cuán ilustrativa resultaría esta anécdota para los revolucionarios cubanos tres lustros después del evento.

Ya en ese momento Richard Youngs era codirector de Fride. Cuando le tocó hablar en la conferencia, brilló. Cito en extenso:

Existen varios casos donde una coordinación transatlántica fue posible y jugó un papel positivo en cuanto a la promoción de la democracia. A su parecer, Ucrania, Siria y Bielorrusia son buenos ejemplos. La lección que se puede sacar de estas experiencias es que la coordinación puede conllevar a resultados positivos, incluso en países con procesos políticos estancados. Particularmente útil es una cierta división de tareas entre la UE y Estados Unidos in situ. Por ejemplo, en Ucrania, la UE asumió un papel importante en materia de gobernanza, mientras que Estados Unidos se concentró más en programas de educación cívica. Esta división de tareas podría ser un ejemplo de lo que se podría hacer en la Cuba del futuro.

[…] el analista Larry Diamond sostuvo recientemente que Estados Unidos tiene que aprender a liderar “desde atrás”. Su argumento fue que Estados Unidos puede lograr más sin una presencia masiva y dominante, lo cual en el caso de Cuba sería evidente. Otros ejemplos para ello son Turquía o la Iniciativa para el Gran Oriente Medio […]. Una vez que Estados Unidos se quedó detrás del escenario y no actuó de forma unilateral, se progresó mucho más en la agenda democrática. Esto permitió a la sociedad civil europea jugar un papel más proactivo en asuntos políticos.

[…]

[…] uno de los posibles escenarios en Cuba podría ser que la apertura económica fuera mayor que la apertura política. En otras partes del mundo se ha visto que, dado este escenario, la UE y Estados Unidos tienden a apoyar con mucho entusiasmo las reformas económicas como vía para generar reformas políticas. En la práctica, tanto la UE como Estados Unidos no han hecho un buen uso de sus instrumentos económicos, teniendo en cuenta que reformas económicas no conducen automáticamente a una apertura política (Gratius y Utset, 2006: 20-21).

No se le podía pedir un mejor estreno: convocó a tejer hacia Cuba una política “del bueno y el malo” entre Estados Unidos y la UE, para socavar la Revolución desde dentro. El pacto lo terminó de sellar José Manuel Romero, vicepresidente de Fride, cofundador del Club de Madrid y abogado personal del rey Juan Carlos, en el acto de clausura: “…reafirmó el compromiso de Fride de seguir cooperando con Freedom House, tanto en asuntos cubanos como en otros posibles temas de la agenda transatlántica” (Gratius y Utset, 2006: 27).

A partir del 2006 Fride organizó varios eventos asociados al tema Cuba, intentando alinear una política que tomó como principales plataformas de lanzamiento a España y Canadá, para que —con las propias palabras de Youngs— Estados Unidos liderara “desde atrás”. En 2010 un resumen de política de Susanne Gratius despertó cierta ansiedad. Según ella, el Partido en Cuba tenía un papel secundario en comparación con las FAR y los militares cubanos no tenían nada que ver con las dictaduras de Chile o Argentina, donde el ejército participó en la represión. En Cuba tampoco existía una Violeta Chamorro como en Nicaragua y “Raúl Castro no es Pinochet”. No era tan evidente un cambio político “pacífico, pactado y gradual” como consideraba la UE. Nada tenía que ver la Isla con lo ocurrido en Polonia, Hungría o Rumanía. “En cuanto al caso de Rusia, aunque hay algún paralelismo respecto al mercado negro y la corrupción del sistema socialista, no existe ningún Gorbachov cubano. Además, la cercanía de Estados Unidos y su modelo político marcan una clara diferencia con la trayectoria de Rusia”. Abogó entonces por una política consecuente, a más largo plazo, con incentivos que promovieran los cambios desde dentro, sin alimentar la lógica de la injerencia interna ni legitimar al gobierno. “No perder de vista la dimensión política del cambio, hasta ahora ausente en las estrategias de poder cubano, tampoco significa negar los signos de apertura en Cuba” (Gratius, 2010: 3-4).

“A partir del 2006 Fride organizó varios eventos asociados al tema Cuba, intentando alinear una política que tomó como principales plataformas de lanzamiento a España y Canadá, para que Estados Unidos liderara ‘desde atrás’”.

Para entonces Richard Youngs había sido promovido a director general de Fride. Allí se mantuvo hasta el verano de 2013, cuando pasó a la oficina en Bruselas de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, un tanque pensante con sede en Washington cuya presidencia asumió un año más tarde William J. Burns, experto en subversión ideológica con 35 años de trabajo en el Departamento de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional —desde Reagan hasta Obama—. ¿Cuál fue el primer resultado relevante de Youngs en esta nueva tarea? Coordinar un estudio sobre “ayuda” para impulsar a los donantes a “…responder a la escala del cambio que se está produciendo dentro de los movimientos de la sociedad civil” en todo el planeta. Cinco fueron sus recomendaciones de política: 1) Combinar el apoyo a los grupos de actitud más confrontacional con la asistencia a los actores que tienen una función de construcción de puentes en relación con las autoridades estatales; 2) “experimentar con nuevos actores” y “adoptar un enfoque exploratorio”; 3) diseñar medidas innovadoras y mecanismos de financiación flexibles para socavar las restricciones legales establecidas en más de cincuenta naciones contra la actitud injerencista de los “donantes”; 4) desarrollar un “enfoque más equilibrado y matizado para apoyar las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC)”, menos orientado a la formación de personas y más hacia la preparación del “entorno propicio” para que tengan un impacto político. “Además, es necesario abordar los efectos adversos de las TIC, las formas en que también ayudan a los regímenes”; 5) “vincular a la sociedad civil, más allá de la protesta”, fomentando “el aprendizaje mutuo entre los movimientos sociales que han participado en grandes protestas en los últimos años”. Y concluye: “La recomendación clave para los donantes es tener un enfoque equilibrado para repensar el apoyo de la sociedad civil”, deben reconocer los cambios tanto positivos como negativos que se han producido, para brindar una respuesta ágil y flexible “a las nuevas circunstancias, sin perder las lecciones ya aprendidas de la parte menos cambiante de la sociedad civil” (Youngs, 2015).

La Fundación Carnegie para la Paz Internacional presta una especial atención a la conceptualización de cómo impulsar los cambios políticos y adecuar los resultados teóricos a los “…desafíos prácticos que enfrentan los implementadores de programas democráticos que operan en entornos políticamente sensibles y, a menudo, físicamente inseguros”. Su vicepresidente Thomas Carothers, funcionario de la Usaid en la Administración Reagan y experto en “transiciones democráticas”, declaró en una mesa redonda organizada en 2016 que los programas de promoción de la democracia se extendían a más de cien naciones y disponían de un fondo de 10 000 millones de dólares anuales. Más de 14 000 proyectos se instrumentaron entre 1990 y 2010. Para la Fundación Carnegie constituye una prioridad de primer orden evaluar la eficacia de los programas de la Usaid y la NED, mientras que en los estudios de caso centra la mira en Open Society y Freedom House. En este debate Youngs señaló que los subcontratistas que operan en el terreno demandan una “financiación más flexible que les permita eludir la represión del régimen” y reveló que Europa ha reorientado sus programas hacia enfoques de mayor connotación política y confrontación. “En el contexto de la UE, la gran noticia de los últimos años ha sido la creación del European Endowment for Democracy, una organización aparentemente establecida como un antídoto explícito a todas las características de la asistencia ‘dócil’ […]”. Y concluyó: “Si un programa democrático dado es ‘compatible con el régimen’ o no, depende del contexto político y requiere que se controle su impacto a largo plazo. Y tratar de determinar este impacto es el enigma mismo de la promoción de la democracia […]” (Carnegie Endowment, 2016).

No había transcurrido un mes de su conferencia en el evento organizado por Tedesco y Diamint en la Universidad de Saint Louis / Campus Madrid, cuando Richard Youngs publicó en Open Democracy, medio que tiene como su mayor financista a Open Society, el artículo “Después de la protesta: caminos más allá de la movilización masiva”, en el que resume los resultados de una investigación de la Fundación Carnegie que incluye estudios de caso de todo el mundo. ¿Qué ideas despliega al respecto? Vuelvo a citar en extenso:

Las revueltas son cada vez más una ruta principal a través de la cual la gente común busca lograr una transformación social, política y económica. […]. Sin embargo, existe un problema importante con la atención que atraen tales protestas […]. En el fragor de la revuelta, la participación de la población local es alta en energía y creatividad. Las organizaciones cívicas y políticas se dedican a debatir tácticas y objetivos. La atención de los medios internacionales es intensa. Y los gobiernos de todo el mundo debaten con urgencia cómo responder cuando los ciudadanos toman las calles. Pero una vez que se apaga una protesta, toda esta atención política, mediática y diplomática tiende a evaporarse rápidamente.

[…]

Este es el momento en el que los manifestantes deben tomar decisiones difíciles. ¿Simplemente se desvinculan de la política o construyen nuevos tipos de campañas cívicas? ¿Se incorporan a los partidos políticos existentes, construyen sus propios equipos o se alejan por completo de la política dominante? ¿Cómo retienen y desarrollan la capacidad para volver a movilizarse en el momento adecuado en el futuro? ¿Y cómo se protegen de la represión gubernamental que a menudo sigue a las protestas?

Estos son los tipos de decisiones que determinan si las protestas masivas conducen a cambios profundamente arraigados o son simplemente efímeras […]. Aquí es cuando cualquier ganancia obtenida por una revuelta puede pasar a un nivel político más alto o desaparecer.

[…]

Si bien muchas personas celebran la naturaleza supuestamente sin líderes de las protestas, los reformadores deben desarrollar algún tipo de procesos y capacidades de toma de decisiones institucionalizados a lo largo del tiempo. La agilidad de los movimientos de protesta contemporáneos se celebra con razón como algo crucial para su poder. Sin embargo, lo que funciona como un activo en medio de una protesta puede convertirse fácilmente en un lastre en el período en el que los activistas necesitan diseñar programas de reforma a más largo plazo y buscar convertir la energía dispar de una revuelta en una estrategia política más adaptada.

Otro factor es si los manifestantes pueden permanecer unidos. Las divisiones internas aparecen fácilmente entre los reformadores una vez que se desvanece la adrenalina unificadora de la acción callejera. Cuando esto sucede, a los regímenes les resulta más fácil evitar o incluso revertir las reformas después de que las protestas cesan. Para mantener el impulso cívico, los activistas deben mirar más allá de los medios de acción directa efectiva y considerar cómo construir puentes entre la diversa gama de actores involucrados en todas las protestas de hoy. Donde esto sucede, como en Túnez, es más probable que la reforma política eche raíces que donde no lo hace, como en Zimbabwe, por ejemplo. Después de los picos de protesta, los manifestantes también necesitan construir un conjunto más amplio de alianzas dentro de sus propios países, ya que pueden encontrarse algo aislados de otros sectores que también están aparentemente a favor del cambio. Esto a menudo significa que necesitan desarrollar algún tipo de relación con la política dominante.

[…]

Estas consideraciones son muy pertinentes para el papel que pueden desempeñar los actores internacionales en el período posterior a la protesta. Cuando las protestas están en pleno auge, los actores externos deben actuar con la máxima cautela. Los regímenes pueden fácilmente difamar las protestas con ser manipulados por poderes externos.

En cambio, la presión internacional puede ser más productiva en el período posterior a las protestas. Los actores externos como los gobiernos occidentales, la Unión Europea o las Naciones Unidas pueden ayudar a reunir a diferentes actores para desarrollar estrategias posteriores a las protestas. […]. También pueden financiar proyectos para mejorar la cooperación entre los manifestantes y el sector formal de las ONG.

Los grupos internacionales pueden brindar asistencia técnica a los manifestantes sobre cómo pasar a la política de partidos, evadir la represión y vincularse con diferentes tipos de activismo cívico. Y pueden aspirar a garantizar que las revueltas masivas no sean simplemente turbulencias intrascendentes, sino una parte integral de su apoyo a otras áreas de transformación social, económica y política.

[…] tanto el alcance como la necesidad de apoyo internacional a menudo pueden ser mayores justo después de una protesta que durante ella. A medida que la protesta se atenúa, la comunidad internacional puede y debe intensificar su compromiso. Sin embargo, en la práctica, los donantes y las ONG internacionales pueden fácilmente desviar su atención hacia la próxima situación de emergencia tan pronto como la revuelta actual ya no domine los titulares. La atención internacional normalmente se desplaza hacia otros lugares a medida que las protestas en un país determinado comienzan a calmarse, pero es precisamente en este momento cuando la participación externa puede ser más productiva.

[…] es importante tener en cuenta que es cuando las multitudes finalmente se van a casa, cuando ocurren muchas de las políticas realmente decisivas y el intercambio de poder. El momento posterior a la protesta puede no ser tan dramático en términos mediáticos como el calor de una manifestación a gran escala, pero es de vital importancia para influir en si las protestas son finalmente significativas y si su impacto es positivo o menos benigno para la democracia. Si bien los activistas de muchos países han comenzado a prestar más atención a sus estrategias posteriores a las protestas, esta es un área de acción de la sociedad civil que aún necesita un replanteamiento y un ajuste considerables. La calma de una protesta no debe tratarse como un punto final, sino como el comienzo preparatorio crucial de una nueva fase de activismo político (Youngs, 2019).

Después de constatar algunas de las actividades de la Fundación Carnegie y leer esta hoja de ruta, se puede entender por qué su presidente, William P. Burns, acaba de ser nominado como nuevo director de la CIA. Cualquier semejanza con lo que está ocurriendo en Cuba no es pura coincidencia. Mienten Laura Tedesco y Rut Diamint al asegurar que su evento no perseguía el propósito de adiestrar en los nuevos métodos de activismo político para el cambio de régimen, sobre todo porque la primera conoce el trabajo y proyecciones de Youngs, y sus publicaciones anteriores develan una proyección prejuiciada sobre la Revolución.

Bibliografía
 
Carnegie Endowment for International Peace: “Roundtable Review of The Taming of Democracy Assintance”, July 25, 2016. Disponible en: https://carnegieendowment.org/2016/07/25/roundtable-review-of-taming-of-democracy-assistance-pub-64226   
 
Gratius, Susanne y Xavier Utset: Democratización: Informe de conferencia 8 de noviembre, 2005 (PDF), Madrid, Fride / Washington, Freedom House, 2006. Disponible en el sitio web de Fride www.fride.org.
 
_______________ y Jorge Domínguez: Democratización: Informe de Actividad marzo-octubre, 2006 (PDF), Madrid, Fride, 2006. Disponible en el sitio web de Fride www.fride.org.
 
________________: Cuba y Europa más allá de la Posición Común (PDF), Policy Brief, Madrid, Fride, Nº 48 – Noviembre 2010. Disponible en el sitio web de Fride www.fride.org.
 
Winston, Colin: “Spain: Terrorist Resurgence”, en Terrorism Review (PDF), Secret, Directorate of Intelligence, Central Intelligence Agency, GI TR 84-002, 19 January 1984.     
 
Youngs, Richard: “Repensar la sociedad civil y el apoyo a la democracia”, Carnegie Europa, 22 de abril de 2015. Disponible en: https://carnegieeurope.eu/2015/04/22/rethinking-civil-society-and-support-for-democracy-pub-60000 (consultado 28.1.2021).
 
_____________: “After protest: pathways beyond mass mobilization”, Open Democracy, November 10, 2019. Disponible en: https://www.opendemocracy.net/en/transformation/after-protest-pathways-beyond-mass-mobilization/ (consultado 28.1.2021).  

 

Fuente: Cubadebate

Por REDH-Cuba

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