El impacto político, social y regional de las elecciones en Chile

La verdadera transformación en proceso es la recomposición del tejido social del país a través de las organizaciones territoriales y el surgimiento de nuevas sujetas y sujetos políticos


Las elecciones desarrolladas en Chile los días 15 y 16 de mayo ya se convirtieron en un acontecimiento histórico y la conquista de una merecida alegría para su pueblo. Más allá de que la participación alcanzó un porcentaje menor de lo que se esperaba (43 por ciento), los resultados sustantivos dan cuenta de cambios significativos para lo político y desde lo social. En lo concreto, los resultados señalan, en primer lugar, una abrumadora derrota para la derecha en la Convención Constitucional, ya que no alcanzaron el tercio que buscaban para tener poder de veto en la redacción de la nueva Constitución.

En segundo lugar, los partidos tradicionales en general y la centroizquierda en particular, que gobernaron el país durante tres décadas en alternancia con la derecha, también sufrieron una importante derrota y dejan de ser la principal fuerza política, al menos en la Convención Constitucional. Con el paso de los días se sienten con mayor fuerza los efectos de los resultados, con la renuncia de presidentes de partidos, la bajada de candidaturas presidenciales, la suspensión de primarias internas y una serie de respuestas a la debacle que les afecta. Ambas derrotas, tanto de la derecha como de la centroizquierda, indican que Chile está dejando atrás un sistema de partidos agotado que no supo responder a las demandas que el pueblo plantea a partir del levantamiento popular, y que aparecen como responsables de gestionar el modelo neoliberal heredado por la dictadura que niega la posibilidad de una vida digna a las personas.

En tercer lugar, la Lista del Pueblo sorprende con 27 cupos en la Convención Constitucional. Se trata de un grupo de personas ajenas a la política sin vínculos con partidos, conocidos por su participación en las protestas que iniciaron el 18 de octubre de 2019. Hicieron una campaña con pocos recursos, sin apoyo de los medios de comunicación y se proyectaron casi exclusivamente a través de redes sociales y en los territorios. Por su parte, la Lista Apruebo Dignidad, conformada por el Partido Comunista y el Frente Amplio, completa el panorama con importantes resultados. Si bien se trata de partidos políticos, en el caso del PC con más de 100 años de historia, están siendo reconocidos como partidos contestatarios que impugnan al neoliberalismo, en coincidencia con la demanda del levantamiento popular.

Acción colectiva

Dos elementos muy relevantes a destacar en el proceso es la participación de los pueblos originarios y la paridad de género. Los pueblos originarios participaron por primera vez en esta elección para escoger 17 escaños en la Convención Constitucional para los 10 pueblos que habitan el territorio. El pueblo afrodescendiente, a pesar de su reciente reconocimiento legal y de su sentida demanda de participación, no fue incluido en los escaños reservados y tampoco lograron los cupos que disputaron en la región de Arica y Parinacota. En cuanto a la paridad de género, la Convención Constitucional estará integrada por 77 mujeres y 78 hombres, en aplicación de un mecanismo inédito que ha significado resultados muy positivos para las mujeres, al punto que 7 mujeres salen para ceder su cupo a hombres en aplicación de la paridad.

Tanto el movimiento indígena como el movimiento feminista vienen en una trayectoria de acción colectiva que se constituye como antecedente inmediato del levantamiento popular de 2019. La movilización del movimiento feminista el 8 de marzo de 2018 y la movilización del movimiento indígena junto con la solidaridad que manifestó la sociedad chilena con el pueblo mapuche en noviembre de 2018 frente al asesinato de Camilo Catrillanca, fueron acontecimientos precursores de la movilización de 2019. Recordemos que Catrillanca fue un comunero mapuche asesinado por las fuerzas del Estado en su territorio ancestral. Estas movilizaciones apuntaban el inicio del fin de la apatía y el agotamiento de una de las premisas del proyecto neoliberal: la implementación de un poder punitivo, judicial y mediático que doblega a los cuerpos sublevados o los construye en el consentimiento.

Aún en 2021, después de 19 meses de protestas, solo interrumpidas por ciertos períodos como consecuencia de la pandemia, después de toda la represión desplegada por el Estado, más de 400 traumas oculares, violaciones masivas a los derechos humanos, crímenes de lesa humanidad, aún después de todo, sigue vigente la movilización social en clave de resistencia. Voces de resistencia frente a la pulsión de muerte que impone el proyecto neoliberal. Por tanto, la paridad y los escaños reservados para pueblos originarios en la Convención Constitucional, lejos de ser una concesión del sistema político, son espacios ganados tras largas luchas del movimiento feminista, el movimiento indígena y las solidaridades que colocaron ambas demandas al centro de la agenda de las movilizaciones iniciadas en 2019.

Cambios

Por su parte, en el ámbito de lo municipal, lo más destacado es que Irací Hassler ganó la Alcaldía de Santiago: se trata de una mujer joven, comunista y feminista apoyada por las organizaciones territoriales en un proyecto colectivo, integrado por organizaciones sociales y territoriales, denominado Alcaldía Constituyente. Será la primera vez que el Partido Comunista estará al frente de la Comuna de Santiago.

Todos estos elementos indican cambios estructurales y sustantivos en el escenario político y social. Se trata del Nuevo Chile que comenzó a emerger el 18 de octubre y que se encuentra en un proceso de transformaciones en el que estas elecciones son solo uno de varios hitos. Así, los resultados, sobretodo de la Convención Constitucional, dan cuenta de la emergencia de un nuevo sujeto-sujeta político popular, conformado por nuevos liderazgos, sin vinculo con la política, portadores de demandas sociales específicas vinculadas a derechos sociales como salud, educación, seguridad social, trabajo. Se trata de gente común y corriente, que han generado afinidad y solidaridad en una ciudadanía que dejó de verse representada en una elite política que se ubicó cada vez más lejos de la realidad del pueblo, así como se trata del fortalecimiento de sectores políticos que vienen impugnando al neoliberalismo.

Desde lo social, a partir de octubre de 2019, comenzó un proceso de recomposición del tejido social que había sido devastado por la dictadura cívico militar. Por tanto, a la par de las manifestaciones populares que se extendieron por todo Chile comenzaron a agruparse y reagruparse diferentes formas organizativas, territoriales y sectoriales. Estudios dan cuenta de la emergencia de unas 1500 iniciativas de organización operativas.

El proyecto neoliberal, con el que se experimentó ampliamente en Chile, tiene como uno de sus núcleos centrales la colonización de las subjetividades individuales y los sujetos colectivos a través de lo que se anunció como una “revolución cultural” que debería transformar los “valores” de sujetos y poblaciones. La construcción de subjetividades centradas en valores ligados al interés personal y a la competencia. En este sentido, que los barrios y poblaciones se organicen, que vecinos y vecinas comiencen a encontrarse y a desarrollar iniciativas en conjunto para la autogestión de sus propias vidas es un paso importante en la confrontación al neoliberalismo.

Así, la emergencia de un nuevo sujeto-sujeta político colectivo en conjunto con la recomposición del tejido social a través de las organizaciones territoriales emergentes son la verdadera transformación que está en proceso en Chile, que además, constituyen importantes cimientos para los pasos por venir: la redacción de una Nueva Constitución, la elección presidencial y, en fin, la posibilidad de transformar el Estado y su relación con la sociedad. Las transformaciones emprendidas tienen impacto en América latina. La rebelión popular que comenzó en 2019 marcó el punto de partida de un nuevo ciclo de impugnación al neoliberalismo en la región y en lo geopolítico, significará una nueva correlación de fuerzas favorable a las luchas contra el despojo que impone el neoliberalismo y por la defensa de la dignidad de los pueblos

* Abogada, Integrante de la Red en Defensa de la Humanidad.

 

Tomado de Página12

Por REDH-Cuba

Shares