En la actualidad el régimen rey de la agresión mundial tiene en marcha una campaña propagandística que busca, mediante la provocación, la alteración social, usando la tergiversación mediática para ocultar la victoria de la independencia revolucionaria y también la otra, la que le hace ganar la simpatía de las clases trabajadoras que reconocen su solidaridad internacional con personal médico, medicinas, maestros, y todo lo que Cuba pueda compartir.


Columna de la REDH en Juventud Rebelde

Aquel 4 de marzo de 1960 la CIA hizo explotar las cargas explosivas que sus mercenarios habían colocado en el vapor La Coubre. Asesinaron a un centenar de personas y el atentado dejó más de 200 heridos. El bloqueo venía arreciando, y el Gobierno de Estados Unidos había presionado a las autoridades belgas a fin de evitar los embarques de armas hacia la Isla. Desde enero de ese año, una fuerza de tarea de la CIA había desatado una guerra subterránea contra la Revolución Cubana.

La fábrica proveedora de estas armas en Bélgica había recibido presiones para evitar que las vendiera a Cuba; personalmente, el cónsul norteamericano en ese país y un agregado militar habían presionado en la fábrica y ante el Ministerio de Relaciones Exteriores de Bélgica.

Treinta minutos después del primer estallido, mientras cientos de personas auxiliaban a las víctimas en las tareas de rescate, una segunda explosión más potente lanzó a distancia desechos de cuerpos mezclados con hierros incandescentes y retorcidos por la acción deflagadora.

El día 5 de marzo, el máximo dirigente de la Revolución, Fidel Castro, exponía a la multitud: «Ahora libertad quiere decir algo más todavía. Libertad quiere decir Patria y la disyuntiva nuestra será ¡Patria o Muerte!».

El retorcido Eisenhower había hecho un daño irreparable, y como parte de su venganza contra el pueblo cubano, por haber derrotado a su servicial Batista y haberse escapado del dominio del imperio, dictó la primera parte del bloqueo.

Kennedy añadió los preparativos para la invasión militar mercenaria a la Isla Rebelde con apoyo del ejército imperialista. Los invasores fueron derrotados y el régimen de Estados Unidos quedó como lo que era, al actuar como los dueños de una banda de criminales. Su derrota fue estrepitosa, sus asesinos no consiguieron sostenerse 72 horas en el combate contra el pueblo de Cuba bajo la dirección de Fidel.

El odio de la dirigencia criminal creció hasta el punto de que el 3 de febrero de 1962 Washington decretó el bloqueo económico-financiero-político con el objetivo de matar de hambre a la población si antes no se rendía. Así fue escrito por el primer secretario de Kennedy, un acto de guerra, ilegal e injusto, como todos los actos de carácter imperialista.

La Revolución Cubana había demostrado que era posible la liberación, y por consiguiente los movimientos imperialistas de Latinoamérica y el mundo recibieron la atención de sus pueblos y numerosos intelectuales se posicionaron a favor de Cuba y de los movimientos liberadores de sus países, con lo que la década de los 60 marcaría un cambio fundamental en la historia, que parecía inamovible después de la 2da. Guerra Mundial.

La voladura de La Coubre fue un punto de inflexión. El terrorismo se vio acelerado en las más diversas formas y con los más variados medios. Después, el propio bloqueo ha sido endurecido con la promulgación de leyes como la Helms-Burton por Clinton, y los sucesivos aumentos de presión que cada gerente de la Casa Blanca ha ido introduciendo, hasta la llegada de Trump, que activó el título III de dicha ley, el más asfixiante, con prohibiciones al mundo entero que no habían impuesto nunca.

El bloqueo ataca en primer lugar al pueblo cubano, y amenaza y persigue a los gobiernos del mundo, a empresas, y hasta a los mismos estadounidenses y cubanos emigrantes en Estados Unidos.

A ese atentado, Trump sumó otras 240 medidas persecutorias que Biden, su continuador, mantiene, ocasionando daños a la economía cubana y en todos los órdenes a la vida de la población. El atentado en sí mismo ha sido calificado en la ley internacional como crimen de lesa humanidad y genocidio, lo que forma parte de la cuenta pendiente a pagar por los responsables de EE. UU. ante los tribunales.

En la actualidad el régimen rey de la agresión mundial tiene en marcha una campaña propagandística que busca, mediante la provocación, la alteración social, usando la tergiversación mediática para ocultar la victoria de la independencia revolucionaria y también la otra, la que le hace ganar la simpatía de las clases trabajadoras que reconocen su solidaridad internacional con personal médico, medicinas, maestros, y todo lo que Cuba pueda compartir.

Por REDH-Cuba

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