A Juan Pablo Chang, el “Chino», de la guerrilla del Che en Bolivia, le debo muchísimas cosas, algunas impagables, pero creo haberme  esforzado, toda mi vida, en ser digno de las lecciones recibidas y leal a la palabra empeñada. En el verano del año 64, mientras nos deleitábamos con un té jazmín y un Min pao inolvidable, en el popular Barrio Chino de Lima, supe que para nosotros Fidel era Alejandro. Y que aquí teníamos que organizarnos y actuar con firmeza,  como lo hiciera algunos años antes el Movimiento 26 de Julio.

Y supe de la entrega y heroicidad de los combatientes que ofrendaron sus vidas por un ideal, por un proyecto histórico que parecía imposible de alcanzar en Cuba: una sociedad justa, solidaria, fraterna.  Y me enteré que después de muchas batallas, los barbudos lo  lograron y se echaron a andar no sólo bajo la implacable candela del sol caribeño, en la sierra y en el llano, sino ante el asedio, el ataque, la invasión, y el criminal bloqueo inhumano que ya tiene casi la edad de la revolución. Y en su marcha se puede constatar que hay muchos logros sociales y culturales,  triunfos y también reveses que duelen, que lastiman, en fin,  tareas por cumplir aún, promesas que saldar, heridas que restañar.

Ahora el  imperio agita de nuevo los cielos, toca su oscuro tambor, propicia una guerra mediática y como dicen sus portavoces apuntalan una guerra no convencional contra Cuba, aprovechándose de las carencias alimenticias, sanitarias y de todo orden  creados por el bloqueo norteamericano. La crisis económica que el pueblo cubano resiste con estoicismo se ha agudizado en estos últimos meses con la pandemia planetaria. Sin embargo, en medio de la zozobra y el ambiente de angustia que vive, Cuba ha logrado producir las vacunas de gran efectividad para preservar la vida humana. Pero cómo vacunar en la sierra y en el llano si no hay jeringas, agujas?

Frente al estallido social promocionado por los medios al servicio del imperio que desoye las resoluciones de la ONU para terminar con el bloqueo, marchan resueltamente los dignos herederos del Moncada, de Playa Girón y de tantos hitos que la historia ha registrado puntualmente.  Y marchan, por el monte y por el llano, cantando la canción que Juan Pablo me enseñara y que ahora recuerdo, a manera de abrazo solidario:

«El pueblo de Cuba / sumido en su dolor se siente herido / y se ha decidido / hallar sin tregua una solución», porque siempre es 26 en el monte y en el llano y en todo corazón noble../

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Por REDH-Cuba

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