Los disturbios vandálicos en Cuba, el 11 de julio, promovidos, coordinados, dirigidos y financiados desde los Estados Unidos, permitieron entre otras cosas, conocer quiénes estaban con la Revolución, y quiénes eran los actores al servicio del imperio; conforme pasan los días, gracias a las investigaciones, el pueblo y las autoridades cubanas van conociendo en detalle los métodos usados por el enemigo, cómo se organizaron y las personas que siguieron el libreto de Miami. En Cuba no existe ninguna oposición, lo que existe son mercenarios que reciben su salario dependiendo del nivel de violencia que provoquen; las indagaciones también indican que muchas personas salieron a las calles, víctimas de las falsas noticas.
Ante los acontecimientos, no han faltado quiénes desde fuera de Cuba se han sumado a señalar que hubo “represión policial”. La policía en cualquier país está para velar por el orden público, hacer respetar la ley y proteger a los ciudadanos. En Cuba, los vándalos estaban armados con explosivos, rompieron vidrieras, saquearon tiendas, voltearon carros, apedrearon hospitales, golpearon con palos y cocteles molotov a las autoridades; ¿correspondía detenerlos o implorar oraciones al cielo? La policía cubana no usó carros lanzaguas, ni roció gas pimienta, no lanzó bombas lacrimógenas, ni disparó balas de goma o perdigones.
Cuba es un Estado de Derecho, y no se le puede objetar que proteja su gobierno y sistema político; nadie puede negarle a Cuba el derecho a defenderse de sus enemigos externos ni de los enemigos internos que actúan por órdenes de los Estados Unidos. Los revolucionarios cubanos tienen mucha historia en sus hombros, y saben cómo y cuándo deben actuar para poner coto a las amenazas y a sus actores.
Cuando la guerrilla se encontraba operando en la Sierra Maestra, el imperio ya había empezado a infiltrar a los contrarrevolucionarios, estos enemigos aparecían de las mismas filas del pueblo y se acercaban a los dirigentes; no tuvieron éxito porque fueron neutralizados. En la historia de la Revolución no ha existido una sola agrupación o persona “opositora” que no haya estado vinculada al imperio con el propósito de hacerla implosionar. Ayer, como hoy, Cuba, sigue velando por el pueblo, los dirigentes y las conquistas de la Revolución.
Fidel, en el libro Guerrillero del tiempo (2011), relata un hecho sucedido en 1957 en la Sierra Maestra, que desnuda a los actores del crimen. Rememora uno de los mayores peligros contra su vida y contra el pequeño grupo de combatientes; fue la felonía del campesino Eutimio Guerra, quien cuando cayó prisionero, había aceptado convertirse en traidor a cambio de mucho dinero, y casi logra conducir al grupo a una trampa mortal. Katiuska Blanco, pregunta: “Comandante, ¿en algún momento percibió tan próximo el peligro o la sensación de que cerca alguna amenaza acechaba?”. Fidel, responde: “Ya sospechaba de Eutimio por pequeños indicios, y recuerdo que una noche durmió al lado de donde yo descansaba, pero Raúl había tomado disposiciones para mi seguridad y muy cerca permanecían algunos compañeros que nunca me dejaban solo. Recuerdo una vez Eutimio pidió conversar conmigo en solitario; sin embargo, Universo no se apartó de mí, nos siguió de cerca todo el tiempo. Conversamos en un cafetal y, mientras caminábamos, Eutimio se viraba constantemente hacia él y mascullaba mal su nombre; bajito, como molesto, murmuraba una y otra vez: “Aniverso, Aniverso”. Me preguntó qué ganaría él después de que triunfáramos y tal pregunta me permitió calar sus motivaciones, supe qué tipo de persona tenía delante por aquella pregunta” (Tomo II, pp.455-456). El final de este canalla es historia conocida.
Sesenta y cuatro años después aún persisten los traidores que, a semejanza de Guerra, mascullan “Aniverso, Aniverso” conscientes de que la realidad de Cuba se manipula virtualmente desde Estados Unidos, y saben que Cuba está llena de Universos, los cuales velan por la Revolución que encarna al Comandante.
Los felones de hoy pronto ocuparán un lugar en la repugnante historia despreciada por el pueblo.
Abner Barrera Rivera
Profesor Universitario. Costa Rica